Acaricio tus inermes brazos y me imagino el niño que en ellos sostendrás.
Beso tus labios y los siento también sobre su cabecita acaramelada.
Escucho tu voz y le veo arrullarse deseando volver a oírla al abrir sus ojitos.
Vislumbro sus ojos en los tuyos y quiero ser el padre.
Quiero ser el hijo
Y también, tu espíritu.
Ojalá algún día, santo.
26 agosto 2016
Reunión trinitaria
Categoria: General