El condenado sol empieza a quemar y no recuerda día más caluroso que este, no día más caluroso en los últimos 5 meses, meses en los que su esposo no volvió a casa, meses que se acabaron. Hoy vuelve, su devoto esposo, su amado esposo. ¿Acaso no vino anoche? Ha pasado mucho tiempo en cama y no está al tanto de las fechas – pero ¿5 meses?, ¿no son acaso mucho tiempo para no darse cuenta? Una llamada, el teléfono repiquetea por segunda vez y de la cocina al corral y del corral a la sala hay un trecho largo. Parece que nadie más oye el teléfono, voltea el rostro y su hijo sigue impávido ante el fogón, las niñas siguen escandalosas en el corral y su hermana ha salido – ¿acaso la vio esta mañana? – ¡María!, ¡Victoria!, ¡Ana!, ¡Julia!, nadie contesta, nadie responde, las niñas están absortas en su juego. María coge una ramita y dibuja círculos en el terral, habla quedo y nadie le escucha, quizá sólo gesticula. Victoria tiene una muñeca en su regazo y la mece y el viento peina sus cabellos, sonríe pero no se inmuta ante los gritos y los llamados. Ana mira al cielo, deja caer una que otra lágrima en la árida arena y murmura. Julia por su lado corretea a las gallinas chilenas, las corretea en silencio y todo ese silencio se llena con los llamados, el teléfono y el cloquear de las gallinas. Es increíble que hagan caminar tanto a una mujer en su estado, increíble – se dirige al teléfono que ya suena por 5ta vez y la noche empieza a caer. Aló? Quién está del otro lado?… Sí, aquí es, sí, ella habla… ¿mi madre?, ¿enferma? ¿cómo?… No puede ser… ¿mi madre?… Si claro, yo saldré esta noche para allá… si, salgo ahora mismo. Gracias, gracias. Hasta luego. Cuelga el auricular y rompe en llanto. Mira el reloj una vez más, son las 5 de la tarde. Su esposo no vendrá hoy, quizá venga mañana, pero mañana ella ya no estará. Hoy mismo sale a Huánuco. Hoy mismo irá a ver a su convaleciente madre. Las niñas siguen jugando en el corral, su hijo sigue frente a ese eterno fogón, su hermana ha vuelto y ha cruzado el corral para encerrarse en su habitación – ¿cómo es posible que hagan hacer tanto esfuerzo a una mujer en su estado? – vuelve a su habitación y empieza a alistar sus maletas, recuerda, su esposo se las llevó cuando partió; ¿Volverás pronto, amor? Te extrañaré, sí, claro… ¿volverás para cuando nazca nuestro bebé? Te esperaré con la comida servida y la casa limpia. Las niñas y mi hermana me ayudarán y nuestro hijo también. Adiós. La ropa se empieza a juntar sin concierto alguno en la puerta de su habitación – ¿Acaso nadie piensa ayudarme? ¡Insensibles!, ¡ingratos! ¡Mi madre está que se muere y ustedes no se inmutan ante nada! Hacer renegar a una mujer en mi estado, ¿dónde se ha visto? – luego son los costales los que se empiezan a llenar con toda la ropa desperdigada y poco a poco los montículos van desapareciendo uno a uno, los costales, a tomar forma. Su hijo mayor le mira desde la puerta de la cocina, al otro lado del corral y solloza, aún se oye el crepitar de los leños ardiendo en el fogón. Empieza a arrastrar los costales a la puerta y dirige miradas de odio a todos, a las niñas, a su hijo mayor, a su hermana encerrada en su habitación – siempre ausente. No volveré a esta casa más, aquí nadie me quiere, aquí nadie me tiene en cuenta, insensibles; murmura, mastica en su boca más palabras de odio y sigue arrastrando los costales hacia la puerta, cuando se abre, el tiempo vuelve a su cauce normal y sigue corriendo. María y Victoria se abalanzan sobre la anciana que arrastra los costales hacia la puerta y le hablan, le intentan convencer de que no tiene que ir a Huánuco, que todo esta bien, que su madre no esta enferma, que descanse y que tome esa sopa de quinua que con tanto trabajo su hijo a preparado. Su hijo no tiene 11 años, su hijo tiene muchos más, que descanse, que descanse y que solo tiene 85 años.
La anciana sufre al parecer una metamorfosis y un desespero para la familia con la que vive. Lo descrito,desde la mente de la anciana distorcionada de la realidad,da a entender el deterioro mental producto acaso del [alzheimer?]. Cuantos ancianos, son maltratados por que sus familiares desconocen esta emfermedad? y tomarlo como terquedad de ancianos este comportamiento?. Seria muy bueno dar a conocer a la sociedad de este comportamiento SENIL, para ser tratados mejor cuando seamos ancianos.