“Y despertó una mañana, se vio en el espejo y supo que ya no era uno”
Todos los días habían sido iguales los últimos 15 años, se levantaba, iba al colegio, volvía, hacía sus deberes, se iba a dormir y todo empezaba de nuevo; pero esa mañana algo cambió, algo fue diferente además del cabello desordenado y el pijama verde, había algo más, una extraña atmósfera, una extraña sensación: Sorpresa!
Una rápida mirada en el espejo, una alucinación provocada por el mucho trasnochar o por la falta de sueño, que es lo mismo pero con otras palabras; alguien más, una sombra idéntica a mi e idéntica a él; la alarma del celular, la cólera, la ira, todo se congregó en una mirada, apagó el celular y buscó mi ropa, mi madre trae el desayuno a la habitación y me da de tomar el café, cuál si fuera un niño pequeño, sonrío, me quito la taza de la boca y cojo mis cosas, hoy también hay escuela y no quiero que se me haga tarde.
El bus de la empresa empieza a irse y yo aún no llego a la estación, por algo practiqué en verano la resistencia, corro, llegó agitado a alcanzar el bus, subo, nadie me mira, no miro a nadie, me siento adelante, su orgullo no le deja sentarse en otro lado, el bolso cruzado es incomodo pero no tiene otro, lo acomoda en su regazo y duerme, recuerda un sueño que tuve: me miraba distante conversando con una mujer a la que amé y aún amo, pero me veía de espaldas era yo el que hablaba mientras él me miraba, de pronto sobre mi mano cayó una máscara blanca y sin expresión, me la coloqué y nuestras almas se ENTRELAZARON, yo veía como él y el veía como yo, éramos uno y sólo uno.
Una voz me despierta un paradero antes de bajar, curiosamente ah sido así, desde que estaba en segundo año de secundaria, sólo una vez me pasé el paradero y era porqué estaba muy cansado, supongo que esa voz soy yo, pero él aún no lo sabe; bajo del carro raudo, tal vez se me haya hecho tarde y no quiere que me pongan tardanza, subo el puente que ya voy subiendo desde que me matricule en la escuela hace un año, espero a alguno de mis conductores: Chiza o el Gordo, cualquiera de los dos sabe la ruta del “doctor” y me llevan a mi destino, mi ropa se ensucio en el carro – maldita sea, limpio la ropa con mis manos – ha llegado temprano a la escuela, no hay apuro, saca la tarjeta del bolso cruzado, la enseña, tiene que ir a los servicios – es algo vanidoso y le gusta estar peinado – entra al salón deja su cuaderno de tareas y se sienta.
Hoy me voy al fondo, ya me debo acostumbrar, si sigo demorando en los servicios es obvio que los asientos de adelante se van a ocupar, saludo a algunas amigas, dejo el bolso cruzado en mi asiento y me recuesto en la pared, me gusta estar parado – por que cree que así puede observar mejor a los otros – ya va a empezar el examen, me siento sacó mi lápiz portamina, mi borrador, un examen más y volvemos a estar juntos, hay cosas que yo no sé y tal vez él si lo sepa y viceversa.
Clases, más clases, el recreo, al fin un descanso, me siento, los observo, les observo, converso con alguien, me voy al fondo del aula y sigo parado, saco un libro o hablo con alguien, me aburro con facilidad. Decide sentarse en su carpeta y esperar a que acabe el recreo, mira a todos lados como si buscase algo, la ve, sonríe, quiere hablar, se acabó – ya será mas tarde – clases, más clases, se aburre, decide escribir algo, la cólera lo consume poco a poco, y plasma su ira en un papel arrancado, las incoherencias pensadas cobran sentido, se ordenan, se enamoran, encajan, se despedazan, se asesinan y mueren juntas en la misma hoja.
Unas horas más y volverá a ser recreo, soportar la clase, soportar al profesor, las idioteces de unos, las de otros, las mías, las tuyas, él no toma conciencia de lo que sucede sólo quiere que acabe, que todo acabe ya, tanta cólera, tanta rabia, sonríe, sólo sabe sonreír, nunca ha estado molesto, nunca lo estará; la mira, lejana, cercana, se ha prolongado por mucho tiempo ya y aún no hay nada concreto, copia las clases en su cuaderno, ya quiere que acabe todo, vuelve a mirar, la clase no le llama la atención, no demasiado, se acabó.
Salgo del aula y me voy a los servicios, tengo que mojarme el cabello, necesito peinarme, verme en el espejo y volver al aula, ella ya no está, me siento, cojo un libro, alguien se acerca, conversamos, vuelvo a sonreír, no me percato de su llegada y la monotonía me vuelve a invadir, no sé acabar una conversación, tampoco se empezarla, pero se disfrutarla.
El timbre vuelve a sonar, todos vuelven a sus respectivos lugares, todos, él ya no se para, está cansado, ya van 4 horas, faltan 4 más, saca su cuaderno, ahora tocan letras, por lo menos los cursos de letras le agradan, ha escrito desde antes y sigue escribiendo, inclusive ahora está escribiendo, sentado, ya nada es lo mismo desde hace buen tiempo, le han trastornado por completo, ya no presta tanta atención a las cosas, ha cambiado mucho, yo ya no le reconozco, pero él si a mi.
Me distraigo un momento y pierdo el hilo de la clase, me será difícil retomarlo, pero ya estoy acostumbrado, tengo mucho sueño, ayer me quedé hasta tarde haciendo la TD y no he tenido mucho tiempo para descansar, si tan sólo pudiese usar mejor mi tiempo, todo sería mejor; tengo que copiar la clase, no quiero andar pidiendo prestado cuadernos, no es algo que yo haría, tengo mucho sueño, me recuesto en la carpeta, mi mente esta en blanco, me levanto, tengo que prestar atención a la clase, ahora mismo él está cansado, ahora mismo quiere dormir un poco, hoy se acostó a las 3 y media de la mañana y está muy cansado.
La observa, su vida se ha pasado así, observando, a veces piensa que es un observador, una especie de investigador que se dedica a observar las conductas humanas, la observa, conversa un poco, no le gusta estar callado, siempre tiene que abrir la boca aún así sea para equivocarse, escribe, ya no poemas, ya todo se ha calmado, él se ha calmado, termina de copiar la clase y la hora del almuerzo empieza, él no trae almuerzo, se queda en un rincón leyendo, se aburre, leer antes le llamaba la atención, ahora sólo le entretiene si es que el tema le gusta, de lo contrario lo deja de lado.
Me acercó, me siento, hablo, no digo nada importante, lo de rutina, no digo nada importante porqué no sé cómo decirlo, cojo mi libro y me pongo a estudiar, por segunda vez, preguntas sin sentido, rutina, sigo leyendo, me paro, camino, voy al fondo y me recuesto en la pared, tengo que estudiar, no soporto jalar un examen, no si he estudiado.
La última hora empieza, la esperanza vuelve a renacer, salir, ir a casa, quizás decir algo, quizás no decir nada, la expectativa aumenta, curiosamente ya no tengo sueño, copio lo mejor que puedo la clase y trato de prestar atención, los exámenes nos juntan otra vez, los resolvemos juntos, él y yo, somos uno otra vez, hay cosas que yo sé, que él no, y viceversa.
Salida, cada uno se va por su lado, yo espero, espero, pero no hay nadie a quien esperar, ya se han ido, camino hacia casa, alguien me acompañaba todos los días, pero hoy me he demorado mucho, él ya se ha ido, voy a los servicios, me peino y nos DIVIDIMOS:
//Salgo de los servicios, cruzo la pista y camino bordeando la acequia, la misma ruta que he hecho por 2 años, la misma ruta, la misma persona, no ha cambiado nada, desde que un mocoso de 14 años entro a la escuela, he crecido pero aún estoy solo, estoy tan solo y lo peor de todo es que creo que me lo merezco, ya no tiene sentido seguir esta ruta, no voy a ser capaz de decir lo que siento, y aunque lo diga, el tiempo ya se ha acabado, no tiene sentido seguir esta ruta, hoy no vuelvo a casa, hoy no vuelvo, mañana tampoco, no volverán a saber más de mi.//
//Él salió de los servicios, salió a su encuentro, no la encontró, ella ya se había ido, quiso seguirla, pero no conoce la ruta, la ha visto irse tantas veces, pero nunca la ha seguido, aún así decide aventurarse recorre lo poco de la ruta que conoce, la encuentra está sola, se acerca, pero algo se apodera de él, le inmoviliza, le aprieta, alguien le sujeta del brazo, no le deja avanzar y le susurra en el oído: Ya se acabó, este es tu final, aquí culmina todo. Un viento le envuelve, le ahoga, le asfixia, cae al suelo sin sentido, ya no hay futuro para él. //
Esa tarde llegué a casa muy cansado, con un fuerte dolor de cabeza, no recordaba nada de lo que había sucedido, al dejar mi bolso en la silla de mi dormitorio paso frente al espejo, no hay nadie, no hay reflejo, no me veo, un frío se apodera de mi cuerpo, uno desapareció, el otro se evaporó, sonrío, río, río como si fuese la última vez.
Había olvidado que no éramos uno, ni dos, sino muchos.
Y mi imagen volvió a surgir en el espejo.