El Perú está de luto, producto del apetito personal de parlamentarios sin valores, sin convicciones, sin ideales; personas que en su vida lo único que hicieron es nada y quisieron coronarse como congresistas, un título que hoy no tiene ningún valor.
Los peruanos afrontamos una innecesaria crisis política que terminó con al menos dos muertos, decenas de heridos y desaparecidos; insisto, por el actuar equívoco de la representación nacional. Y tras una reflexión puedo afirmar que no tenemos congresistas. Nuestra clase política fue cooptada por una corrupta clase empresarial, por un caudillo cuyo único fin es generar caos y partidos políticos en desintegración. Esta es la realidad a mi entender.
Los elegidos por Unión por el Perú (UPP), son los ilustres desconocidos: Rubén Ramos Zapana y Yessica Apaza Quispe, nunca representaron a Puno, son representantes Antauro Humala, un demente anarquista que solo le importa generar el caos y salir en libertad para continuar en su laberinto. Igual con Yvan Quispe Apaza elegido por Frente Amplio.
Orlando Arapa Roque de Acción Popular que parecía el más cuerdo de todos, terminó siendo un narciso que solo interesa él, su ego y sus ganas de figurar lanzando propuestas más risibles; un tipo sin convicciones ni formación política, un desastre para la región.
Irene Carcausto Huanca, elegida por APP, no representa ni a Azángaro ni a Puno, es una marioneta de César Acuña, un empresario que edificó su riqueza gracias a la mayor estafa de la educación superior y para continuar lucrando se metió a la política; un político a todas luces sin ninguna propuesta para el desarrollo del país.
Lo mejor que podrían hacer estos 5 congresistas, mal llamados representantes por Puno, es que renuncien a su cargo, lo hagan como último acto, que deponga su interés personal y nos devuelvan la confianza en la política.
Mi recomendación es que lo hagan para que sus hijos los recuerden como personas de bien, para que las futuras generaciones los recuerden como parlamentarios que tuvieron un poquito de decencia, un tanto de sentido común, una pizca de empatía con el sentir de la mayoría del pueblo puneño. ¡Háganlo!