Cuentos

MILAGROS EUCARISTICOS

Fuente: Santa María Micaela del Santísimo Sacramento del Padre Angel Peña.

Historia 1

 “La hermana Corazón de María manifestó: Cuando la sierva de Dios pasó por Zaragoza para la fundación de Barcelona le dio don Manuel Drouda como limosna un bolsillo en forma de sombrero de seda negro y encarnado, lleno de monedas de oro… Madre Sacramento empleaba aquel dinero en los gastos necesarios y cuando estuvo vacío lo dobló y guardó en su pupitre, cuya llave llevaba siempre consigo. Al día siguiente, cuando abrió dicho pupitre, halló el bolsillo lleno otra vez de la misma clase de moneda; al momento me lo enseñó y como yo sabía del modo que lo guardó y nadie había podido poner allí aquel dinero, mi sorpresa y alegría fue extremada porque lo consideré como cosa admirable y maravillosa. Dimos gracias a Dios muy conmovidas por el modo prodigioso que nos socorría. Este acto se repitió muchas veces. Tenía yo tal confianza y júbilo que, cuando se vaciaba el bolsillo, deseaba vivamente llegase el día siguiente para ver repetido el prodigio que Dios nuestro Señor obraba con mi santa Madre…”

 Historia 2

“…Un día eran ya las 11 y no había nada en casa para comer 70 personas que éramos. Como Dios ha puesto en mi corazón una muy grande fe que el Señor no nos dejaría sin comer, no dije nada a nadie de que no tenía un cuarto y todo era llamar a mi cuarto, y como yo no quería me dijeran a lo que venían, pues bien conocía era para decirme no sabían qué hacer sin dinero, eran ya las 12 y lloraba yo al pie del altar, y di unos golpecitos a la puerta del sagrario: “Señor y mi Dios, mira que no tenemos qué comer”. Y le decía: “Estoy tan conforme que si no es esta casa para gloria tuya, se deshaga antes que ofenderte en ella. Mira, Señor mío, ya ves que el Colegio no está hoy en estado de que se les diga no hay qué comer, se irán todas y las maestras”. Yo lloraba amargamente, pero muy conforme. Estando en esto, llaman a la puerta, y era un religioso que venía de Filipinas, que deseaba ver la casa. La vio toda muy bien y le dijo admirado a Isabel, que se la enseñaba: “¿Con qué se mantiene todo esto?”. Con los bienes de la Superiora y no alcanzan, que es lo peor, y vive con grandes apuros. Y no se atrevió a decirle más. “¿Puedo ver a la Superiora?”. “Sí, señor”. Entró a mi despacho, y sentí en el momento que de este señor se valía Dios para enviarme el socorro. Me hizo un elogio de lo bien que le pareció todo, y me dijo quería tener parte en la obra tan grande de la salvación de estas almas; me dio un papel, creo con dos onzas, 640 reales. Se fue y yo mandé por arroz, huevos, pescado, y a la una tenía el Colegio una comida muy buena y de su gusto (…).

No sólo fue esta vez la que llamé la puerta del sagrario, sino que en otra ocasión tenía yo necesidad de pagar cuentas y no tenía dinero, y llamé afligida a la puerta del sagrario: “Señor, en prueba de que es tuya la obra, mándame dinero”. Y llegó una limosna que cubría la necesidad, y esto se ha repetido de mil maneras distintas…”

SAN MARTÍN DE PORRES Y EL MILAGRO DE SU SANTIDAD

Fuente:
El Comercio, pág. A10, domingo 6 de mayo de 2012

 

Antonio Cabrera Pérez – Camacho, relata lo que le ocurrió el 25 de Agosto de 1956: “Estaba en Garachico [Santa Cruz de Tenerife, España] de vacaciones. Era un niño extremadamente travieso y paseaba con otro niño que llevaba un jabón. Se lo quité y lo lancé a una casa en construcción. Él se puso a llorar y decía que su papá no se lo perdonaría. Le dije “no te preocupes que lo busco”. Empecé a trepar por la fachada y al llegar a la azotea se desprendió un bloque de unos 30 kilos. Caí a la calle y encima me cayó el bloque. Mi pierna izquierda quedó destrozada, era un amasijo” (…) Me llevaron a la clínica Capote. No circulaba la sangre y la pierna empezó a gangrenarse. Me sacaban trozos de carne putrefactos” (…) El 31 de agosto los médicos (…) decidieron amputar la pierna ante la inminente septicemia …El 1 de setiembre llegó una visita providencial. “Vino de Las Palmas un pariente, Adolfo Luque. Él le dijo a mi madre Berta: “Aquí ya no hay nada que hacer, solo rezar. Soy muy devoto del beato Martín de Porres y le tengo mucha fe. Quiero darte esta estampita porque lo único que queda es rezar”. Mi madre, muy religiosa, me puso la imagen en la pierna y toda la noche estuvo rezando. Al día siguiente, cuando vinieron los médicos para llevarme al quirófano, me quitaron el vendaje y se quedaron asustados porque encontraron un cambio radical. Había circulación de la sangre y dijeron que no había que amputar nada…

El informe del doctor [Miguel] López lo confirma: el 2 de setiembre, al hacer la cura preparatoria para la amputación programada para esta tarde, se observó una mejoría que parecía insólita, inexplicable. La mejoría fue tal que el 7 de setiembre Antonio era dado de alta (…) “Las declaraciones del doctor Ángel Capote (…) venían de una ateo reconocido. El decía que desde un punto de vista médico no había explicación alguna para lo sucedido. Y Ángel murió como un cristiano extraordinario porque a raíz de lo que vio se convirtió”.

A raíz de este milagro el 6 de mayo de 1962, luego de rigurosas investigaciones de la Iglesia Católica, con la participación de enviados de Roma – que duraron 6 años – y de declarar la curación como un milagro oficial, el Papa Juan XXIII convirtió al beato Martín de Porres en santo. La fiesta de este Santo peruano se celebra el 3 de noviembre de cada año.

 

El MILAGRO EUCARISTICO DE LANCIANO

Fuente:
http://webcatolicodejavier.org/lanciano.html
http://www.adorasi.com/temas/milagro-eucaristico-lanciano.php
El Milagro Eucarístico de Lanciano
http://www.panvivo.com.ar/Milagros/lanciano.htm

 

Cuenta la historia que en el año 700 (siglo VIII), en la Iglesia llamada en ese entonces de San Legonziano, en Lanciano, Italia, un monje de la Orden de San Basilio, pasaba un tiempo de prueba en su fe, dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía y oraba constantemente para librarse de esas dudas. Una mañana, mientras celebraba la Santa Misa, después de la consagración, vio como la Santa Hostia se convirtió en un pedazo de carne y el vino en sangre viva. La carne se mantuvo intacta, pero la sangre se coaguló en cinco partículas de diferentes tamaños y formas irregulares.

Luego de diversas investigaciones y análisis de laboratorios realizados en 1971 y 1981, se determinó que la carne y sangre de Lanciano son humanas. La carne y la sangre son del mismo grupo sanguíneo (AB) y la carne está constituida por tejido muscular del corazón (miocardio). Otro detalle inexplicable es que las partículas de sangre coaguladas, tienen cada una exactamente el mismo peso que las cinco partículas juntas, cualquier combinación pesa en total lo mismo, una pesa lo mismo que dos o cinco, dos pesan lo mismo que tres o cuatro, etc. Adicionalmente, no hay explicación científica para la conservación a lo largo de 12 siglos, de la carne y sangre de Lanciano sin el uso de ningún preservativo, sustancias conservantes, antisépticas, antifermentativas y momificantes.

El primero y más grande de los milagros Eucarísticos, el Milagro de Lanciano se conserva en la Iglesia de San Francisco en la localidad de Lanciano, la carne de Cristo está expuesta en una custodia y su sangre coagulada en un cáliz de cristal. Las reliquias de Lanciano son veneradas el día de su fiesta, el último domingo de octubre.

 

ANGEL DE LA GUARDA

Fuente: Angeles en Acción del Padre Angel Peña.

 

Historia 1:

“…El padre José Julio Martínez relata dos sucesos históricos que le contó una señorita de la Institución Teresiana, profesora de un colegio de Castilla (España) (…) Necesitaba viajar de Burgos a Madrid, llevando maleta y dos paquetes de libros bastante pesados. Como era época en que los trenes circulaban llenos de viajeros, tuvo cierto miedo de viajar con aquel equipaje tan pesado y quizás sin encontrar un sitio vacío. Entonces, le rogó a su angel custodio: Vete a la estación, pues voy con el tiempo escaso, y ayúdame a encontrar un asiento vacío.

Cuando entró en el andén, ya estaba el tren preparado y lleno de viajeros. Pero desde una ventanilla, salió hacia ella una voz amable que le decía: Señorita, va usted muy cargada. Ahora bajo a ayudarle a subir sus cosas.

Era un señor algo anciano, de mirada transparente y bondadosa, que se acercó a ella sonriente, como si la hubiera conocido de tiempos antiguos y la ayudó a subir los paquetes y después le dijo que había un asiento para ella. Él le dijo:
– Yo no voy en este tren. Yo me encontraba paseando por el andén y se me ocurrió que acaso llegaría alguna persona tarde sin encontrar un sitio para sentarse. Entonces, tuve la buena idea de subir al tren y ocupar un asiento. Así que este asiento espara Ud. Adiós, señorita, y buen viaje.
Y aquel ancianito, con su bondadosa sonrisa y mirada dulce, se despidió de la teresiana y se perdió entre la gente. Ella sólo pudo decir: Gracias, ángel de mi guarda”

Fuente: Angeles de aquí y de allá del Padre Angel Peña.

Historia 2:

“…Sucedió que uno de los alumnos [de Don Bosco] trabajaba pocos días después de peón de albañil en la construcción de una casa. Iba y venía sobre el andamio para prestar sus servicios. De improviso, se rompen unos soportes, siente que los tablones, sobre los que se encontraba con otros dos compañeros, fallan bajo sus pies. Se da cuenta, al crujir el andamiaje, que no es posible ponerse a salvo. El andamio se desarma y entre tablones, piedras y ladrillos, cae desde el cuarto piso a la calle.
Caer desde aquella altura y morir al golpe era lo mismo. Pero nuestro joven, se acordó de las palabras de Don Bosco e invocó con toda su alma al ángel de la guarda:
-Angel mío, ayúdame.

Y el ángel lo ayudó (…) Cuando acudió la gente, creyéndole muerto, se puso en pie, totalmente sano y sin el menor rasguño. Más aún, volvió a subir a lo alto de donde había caído para ayudar en el trabajo de reparación. Al domingo siguiente, contaba a sus compañeros asombrados lo que le había sucedido, dando fe de que la promesa de Don Bosco se había cumplido… […En vuestras penas y desgracias, materiales o espirituales, acudid al ángel con plena confianza y él os ayudará…]LA VIRGEN DEL PILAR: EL MILAGRO DE CALANDA

Fuente: Milagros Vivientes del Padre Angel Peña.

LA
…Miguel Juan Pellicer era un joven de 20 años, que había abandonado Calanda, su lugar de nacimiento, para ir a trabajar a Castellón de la Plana en las fértiles tierras del antiguo reino de Valencia. En los campos de Castellón estaba trabajando como bracero de su tío materno Jaime Blasco. Un día de finales de julio de 1637, cuando regresaba a la hacienda de sus familiares, conduciendo dos mulas, que arrastraban un chirrión, un tipo de carro de tan sólo dos ruedas y que iba cargado con trigo, se cayó (…) de la grupa de la mula sobre la que iba montado..una de las ruedas del carro (…) le pasó sobre la pierna derecha, por debajo de la rodilla fracturándole la tibia en su parte central (…)
En el hospital de Valencia permaneció Miguel Juan tan sólo cinco días, durante los cuales le aplicaron algunos remedios que no aprovecharon. Deseando regresar a su tierra y, sobre todo, ir a vivir bajo la protección de la Virgen del Pilar en Zaragoza, se puso en camino (…) Miguel Juan llegó finalmente a Zaragoza a principios de octubre de 1637. (…) consiguió ser admitido en el Real Hospital de Nuestra Señora de Gracia. (…) Los médicos determinaron que, dado el avanzado estado de la gangrena y la ineficacia de los tratamientos aplicados durante los primeros días de estancia en el hospital, el único medio de salvarle la vida era amputarle la pierna. (…) A mediados de octubre, fueron los cirujanos Estanga y Millaruelo los que practicaron la amputación, cortando la pierna derecha “cuatro dedos más debajo de la rodilla”, procediendo inmediatamente a la cauterización (…) Después de haber pasado el otoño y el invierno en el hospital, en la primavera de 1638 salió de allí definitivamente. Tras despedirlo, la adminsitración lo proveyó de “pierna de palo y muleta”.
…El joven era muy devoto y cada mañana asistía con devoción a la misa en la santa Capilla, donde se encuentra la imagen de la Virgen del Pilar. Y cada día, al limpiar los servidores las ochenta lámparas que ardían en la capilla de la Virgen, les pedía un poco de aceite para restregarse el muñon de la pierna. (…) en la primavera de 1640 decidió ir a visitar a sus padres a Calanda, pues no los había visto desde hacía tres años. (…) El 29 de marzo (…) se pasó el día en el campo de su padre, haciendo nueve cargas de estiércol en una gran espuerta colocada a lomos de un jumento. Al atardecer, estaba muy cansado por el esfuerzo y con un dolor en el muñon más fuerte que el habitual. Por eso, se fue a dormir temprano.
Entre las diez y media y las once de la noche, la madre de Miguel Juan entró con un candil en la mano en la habitación. Inmediatamente, notó (…) “una fragancia y un olor suave nunca acostumbrados allí” (…) María Blasco de Pellicer, de 45 años de edad, sorprendida por aquellas emanaciones de perfume, levantó el candil para ver la posición en que se encontraba su hijo. Pudo comprobar que dormía profundamente. Pero también advirtió, y creyó que era un error, dada la escasa luz existente, que por fuera de la capa, demasiado corta para ser utilizada como manta, no sobresalía un pie sino los dos (…) Inmediatamente, la mujer llamó a su marido, que se había entretenido en la cocina, para que viniera a esclarecer la situación. Acudió el hombre y retiró la capa, descubriendo algo increíble: aquellos dos pies cruzados pertenecían a su Miguel Juan (…) Cuando sus padres le pidieron que les dijera cómo había sido aquello, el joven respondió que no sabía cómo había sido. No obstante, añadió que, cuando lo despertaron, se hallaba soñando “que estaba en la santa capilla de Ntra. Sra. del Pilar de Zaragoza, untándose la pierna derecha con el aceite de una lámpara, como lo había hecho cuando estaba en ella”…No dudó un instante en atribuir su curación a la intercesión de la Virgen de Zaragoza.
Es interesante anotar que la pierna milagrosa era su misma pierna, pues tenía la cicatriz originada por la rueda del carro, que le había fracturado la tibia (…)

LA PROVIDENCIA DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA

Fuente: Teresa de Calcuta.Una entrega sin medida de Teresio Bosco.

 

Historia 1:
“En el Centro de Asistencia, en Calcuta, un día recibieron otros veinte niños. En el almuerzo, su apetito voraz acabó con la provisión de arroz. Para la comida de la tarde no había nada. Es ya la hora de encender el fuego, pero ¿qué se pondrá en la olla?
La Madre Teresa sonríe. Quizás recuerda las palabras que en circunstancias semejantes decía Cottolengo: “Ahora se verá si la Casa es Mía o de la Providencia”. Desde la puerta de la entrada se adelantan tres personas, una señora con dos hombres cargados con dos pesados sacos. La señora, desconocida, se dirige a la primera hermana que ve: “He querido traerles un poco de arroz. ¿Les viene bien?.
Historia 2:
“Septiembre de 1963. En Agra, las hermanas de la Madre Teresa han abierto otro Centro de Caridad. De allí una hermana telefonea en términos dramáticos:
– Madre, cueste lo que cueste debemos abrir una casa para niños abandonados, que en esta zona mueren en asombrosa cantidad todos los días.
– Y cuánto se necesita para abrirla?
– Serían necesarias unas cincuenta mil rupias…
– Sí, entiendo, hermana – responde la Madre Teresa -. Pero no sé dónde poder encontrarlas…
Pocos minutos después suena otra vez el teléfono. Es la redacción de un diario de Calcuta. Comunican a la Madre Teresa que el Gobierno de Filipinas le ha asignado el premio Magsaysay, que la reconoce como “la mujer de Asia”. La Madre no tiene la más mínima idea en qué consiste ese premio. Pregunta:
-¿Se trata de dinero?
-Sí, cerca de cincuenta mil rupias
El redactor del diario queda de una pieza al escuchar decir a la religiosa:
-Entonces es señal cierta de que Dios quiere la casa para los niños abandonados de Agra.”
Historia 3:
“En Calcuta atendemos diariamente varios miles de personas. Si un día no cocinamos, no podemos comer. Recuerdo que un día una hermana vino a decirme:
-Madre, no hay arroz para el viernes y el sábado. Tenemos que decírselo a la gente.
Me quedé sorprendida, porque en 25 años, nunca había tenido que escuchar algo parecido.
El viernes en la mañana, hacia las nueve, llegó un camión cargado con miles de pancitos.
Nadie en Calcuta supo por qué el Gobierno había cerrado los colegios: pero el hecho se verificó y nos mandaron todo el pan. Durante dos días nuestra gente pudo comer pan hasta saciarse.
Yo adiviné por qué Dios hizo cerrar los colegios: quería que nuestra gente supiera que ellos eran más importantes que el pasto, que los pájaros y que las flores del campo; eran sus predilectos.”

 

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