Estuve recordando que muchos años atrás leí el famoso libro “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” de Stephen Covey y me pareció interesante adaptar sus valiosos consejos a las actividades diarias de los emprendedores, ya que esto les permitiría alcanzar logros importantes porque, en muchos casos, los malos hábitos de nuestra vida cotidiana nos impiden surgir e impiden que surjan nuestros emprendimientos.
Hay que recordar que cada creencia, cada acción, cada hábito y cada emprendimiento comienza en nuestro pensamiento y se hace sostenible por nuestra voluntad, constancia y determinación. Nuestros hábitos son el software de nuestra vida y éstos determinan nuestras acciones automáticas, nuestras respuestas subconscientes.
El primer hábito señalado por Covey se refiere a la Proactividad. ¿Te imaginas a un emprendedor que no sea proactivo? Eso casi imposible.
Un emprendedor debe ser proactivo, porque las diferentes etapas del emprendimiento iniciado van a requerir que el individuo asuma diferentes roles con distintos grados de complejidad y para ello no solo se requieren habilidades, destrezas y competencias sobre emprendimiento, sino que van a ser demandados grandes dosis de disposición para asumir retos.
Un emprendedor debe tener la disposición de asumir nuevos desafíos constantemente, porque en general, por más planificado que sea un emprendedor, el ambiente natural del emprendimiento es la incertidumbre. En este tipo de ambientes como el que caracteriza a Venezuela en esta época, se debe tener un alto nivel de conciencia y una conducta de responsabilidad, comprendiendo muy bien sus frustraciones y realizaciones, los retos por asumir y sus consecuentes respuestas, además de comprender y dominar su ambición.
El segundo hábito fue llamado por Covey como así: Empiece con el fin en la mente. Obviamente si un emprendedor no tiene idea de hacia dónde quiere llegar, mucho menos podrá iniciar la trayectoria con alguna posibilidad mínima de dar en el blanco.
Se requiere ser el primer líder de uno mismo y comprender que el destino de uno como persona y el de nuestro emprendimiento, en gran medida dependen de nuestras acciones, por lo que es necesario comprender e internalizar el por qué de la existencia de nuestro emprendimiento y su misión de fondo, más allá de la mera generación de riquezas. También es indispensable que el emprendedor comprenda e internalice la visión de futuro de su proyecto.
Por supuesto, un emprendedor eficaz no podría serlo si no establece un Orden claro en las prioridades. De eso se trata el tercer hábito definido por Covey. Debemos encontrar las diferencias entre lo importante y lo urgente porque esto es determinante para definir la prioridad y la calidad de las decisiones que se tomen a diario y así hacer más productiva la existencia y el desempeño de nuestro emprendimiento.
El autor define como urgente a las actividades que requieren acciones inmediatas y como importantes a aquellas actividades que se relacionan directamente con los resultados. De esta forma, en el desarrollo diario de nuestras actividades nos toparemos con actividades que en estado de crisis serán simultáneamente urgentes e importantes, otras que serán importantes, pero no urgentes, por lo que la administración del emprendimiento estará siendo proactiva. Estos son los cuadrantes en los que un emprendedor debe mantener su gestión continua de las actividades claves, porque de esa forma se pueden definir los objetivos y metas en el corto, mediano y largo plazo, aunque en la Venezuela actual, caracterizada por cambios constantes en el entorno económico, político, jurídico y social, las planificaciones tienden a proyectarse simplemente a mediano plazo.
Procurar y garantizar el beneficio de todos los relacionados al emprendimiento es una de las principales tareas del emprendedor que actúa de buena fe y se toma su proyecto en serio. Si algunas de las partes sale perjudicada, el emprendimiento se hará inviable. Covey definió el cuarto hábito como Piense en ganar-ganar.
Siempre, en cualquier relación personal, laboral o comercial, el beneficio mutuo debe ser la premisa. Esto contribuye a equilibrar las relaciones humanas y a alcanzar la satisfacción colectiva.
Está suficientemente demostrado y documentado que no comprender y no actuar en concordancia con este principio, es la principal causa de grandes fracasos y conflictos sociales, políticos y comerciales.
El quinto hábito definido por Covey nos indica que se debe procurar primero comprender y después ser comprendido. Sabiamente, el autor define la suprema importancia de la comunicación y con ello podemos entender que si un emprendedor no hace una lectura clara sobre las necesidades de sus potenciales clientes o usuarios, no podrá definir su propuesta de valor, ni su producto mínimo viable. Es determinante identificar claramente, con elevado nivel de precisión, las necesidades que debemos satisfacer a nuestros clientes en el presente y en el futuro. Después de allí, estamos en condiciones de hacernos escuchar, exponiendo nuestra propuesta y dándole más oportunidades a nuestro emprendimiento.
Hacer sinergia es el penúltimo de los siete hábitos. Al comprender la importancia de alcanzar resultados superiores a los alcanzados individualmente cuando se está trabajando colectivamente de forma eficaz, se logran resultados aún mayores. Simplemente hay que entender que el resultado del trabajo colectivo es superior al trabajo individual, pero solo cuando se hace bien.
Cuando estamos emprendiendo, no todos los trabajos colectivos se hacen bien, por lo que no todos los procesos que se creen sinérgicos necesariamente lo sean. De allí la importancia de mantenerse proactivo y adaptado continuamente nuestra gerencia sobre el proyecto, innovando, creciendo, dándole nuevos enfoques al emprendimiento, pero con la firme intención de obtener conocimientos validados.
El séptimo hábito descrito por Covey consiste en afilar la sierra o en tomar un descanso reparador para poder observar desde otra óptica nuestro emprendimiento y sus distintas aristas, originando esto la posibilidad de hacer ajustes, de redefinir objetivos y metas y de ampliar la visión del proyecto. Si no podemos redefinirnos sobre la marcha, reinventarnos, hacer reingeniería de nuestro emprendimiento basados en los constantes cambios del entorno, nuestro emprendimiento tendrá pocas posibilidades de sobrevivir.
Internalizar de forma personal los siete hábitos definidos por Stephen Covey es una necesidad para muchas personas, pero estoy seguro de que aplicarlos en el desarrollo y evolución de un emprendimiento representa un hecho que marcará la diferencia entre la evolución continua o la muerte de nuestro negocio o proyecto.
Escrito por Simón Alberto Milá de la Roca Giménez
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