Un General del Ejército (r) y congresista, Edwin Donayre, se disfraza con peluca, dice ser sordomudo para que no puedan escucharle la voz y reconocerlo y se adentra en la aventura de destruirle la vida a una joven funcionaria del Lugar de la Memoria – LUM para que quede constancia que en ese museo se hace “apología al terrorismo”. El ex congresista por el partido APP durante el nefasto congreso 2016-2019 ahora está preso con una sentencia de ocho años por el delito de malversación de fondos de su institución.
En ese entonces una ministra de Estado, Patricia Balbuena, asistió aburrida a la Comisión de Cultura del Congreso donde fue fustigada con comentarios de los congresistas francamente ignorantes sobre el LUM, congresistas que no conocen el espacio, y ella solo atinó a ser políticamente correcta y a funcionar como funcionaria, cuando debería haber defendido a su sector con una clara posición política. Esa es la respuesta timorata al terruquismo histérico y a la apología de la imbecilidad.
¿Qué es el terruquismo histérico? Es el conjunto de terruqueos en cien decibeles desplegados por una serie de “influencers”, periodistas y ex policías o militares, generalmente hijos o hijastros del fujimorismo, que pretenden negar los crímenes y violaciones a los derechos humanos que las fuerzas del orden llevaron a cabo durante los años 80-2000.
¿Cuál es la función del terruquismo histérico? Sin duda levantar una agenda que, de por sí, ha devenido en desuso porque en estos momentos, además del VRAEM, el terrorismo como estrategia no es un recurso de grupo político alguno. Y estamos diciendo claramente que el terrorismo es una estrategia.
No se trata de una condición de ningún partido de izquierda ni de ningún grupo marxista. El terrorismo ha sido usado por Sendero Luminoso, el MRTA, pero también, por grupos totalmente disímiles, como el Estado Islámico o Boko Haram, dos grupos musulmanes ultraconservadores. De los diez grupos terroristas más temidos en la actualidad, ocho son fundamentalistas islámicos y solo dos tienen algún vínculo con el marxismo como las FARC o el IRA, hoy no operativos excepto por sus remanentes.
El terruqueo es pues la acción coordinada del terruquismo: hoy por hoy el objetivo no es solo la izquierda democrática sino también deslizar una narrativa que permita la continuidad de la impunidad. El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y de Sitios de Entierro – RENADE ha identificado con nombre y apellido a 20.329 personas desaparecidas entre 1980 y 2000. El Registro Único de Víctimas ha identificado a 5 mil peruanas y algunos peruanos que sufrieron violación y violencia sexual por soldados, senderistas, emerretistas, ronderos, marinos y sinchis.
¿Cuántas personas están detenidas por violadores sexuales en el ámbito del conflicto armado o del terrorismo como prefieren decir los terruqueadores? En treinta años solo una persona ha sido sentenciada por violación sexual a MMB, estudiante universitaria de La Cantuta detenida y torturada, que producto de la violación tuvo una hija (véase post en este mismo blog). Esa sentencia dada en 2017 solo es para autor mediato. ¡¡La impunidad es prácticamente del 99%!!
El negacionismo se viene con todo; la idea es acusar a cuantos puedan de apología al terrorismo: al Museo de ANFASEP, al proyecto de declarar santuario a La Hoyada (al costado del cuartel Los Cabitos en Ayacucho), al Yalpana Wasi, a los sitios de memoria, etc. No lo van a lograr: ¡quienes tenemos memoria y luchamos por la verdad no lo podemos permitir!
Post originalmente publicado en La República, 22 de mayo del 2018, modificado y adaptado para este blog.
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