cropped-Manta-y-Vilca-cuadro.jpg“Todas hemos sido pasadas” o “todas hemos sido pisadas” es lo que significa en español el título consignado arriba. Eso lo dijo hace tiempo una madre de un desaparecido en una reunión de mujeres quechua hablantes en Huamanga, Ayacucho. “Pasadas” es un eufemismo para referirse a “violadas”. Esa mujer, anciana, se refería a que las mujeres que buscaban a sus desaparecidos, a sus hijos detenidos en Los Cabitos, a sus esposos, en esa búsqueda fueron sometidas a violaciones sexuales o a violencia sexual. “Acá todas hemos sido pasadas pero no reclamamos por eso: tenemos vergüenza de que nos llamen “las pasadas” y por eso nos callamos”. ¡Cómo no tener vergüenza si en una de las canciones del carnaval cantan: “Yo no quiero estar/ con esa mujer/ sobras de Cabitos…”!

La señora Blanca nos confesó: “yo no era gente al día siguiente (de la violación sexual). Ellos vinieron a mi casa y entraron de noche en San José, arriba de Huanta, yo no salí con los otros para dormir en las cuevas porque ya estábamos cansadas. Me violaron a mí y a mis hijas, delante de todos, la mayor de 11 años quedó embarazada pero lo perdió… La menor tenía 9 años y tuvimos que llevarla a Lima. Pero han quedado medio locas…”. ¡Cuántas mujeres no se atreven a decir en voz alta que fueron violadas como Blanca: junto con sus hijas! Lamentablemente no es un caso único. El caso más difundido de violación sexual durante el conflicto armado, el de Giorgina Gamboa, es similar: ella tenía 16 años y quedó embarazada. Su madre también.

Me comentan que solo una vez capturaron a comuneros de Putis, los detuvieron en Los Cabitos, y no desaparecieron. Eran tres que se salvaron “milagrosamente”. El milagro fue una niña, hermana menor de uno de ellos, que fue entregada al inspector militar a cambio de que los suelten. Es sabido, además, que en zonas como Ayahuanco, los comuneros les llevaban a sus hermanas menores o primas o enamoradas a los militares para ser violadas y así podrían dejarlos en paz o permitirles mantenerse vivos. Eso sucedió en 1985, cuando el Jefe del Comando Político Militar era el general Mori. Hay mucho que investigar al respecto. Este viernes 8 de julio comienza el juicio oral histórico por el caso Manta, en el que hay denunciados varios militares que violaron sistemáticamente a mujeres de esa zona de Huancavelica durante 10 años en el contexto del conflicto.

“Nuestro dolor nos va a dar fuerza para poder luchar”.

Con la historia de Ayahuanco se comprende que en muchos lugares sean los varones quienes les piden y exigen a las mujeres que no confiesen que fueron violadas por los militares o por los senderistas: antes se pensaba que era por la vergüenza de no haberlas defendido, ahora podríamos afirmar que también se debe a que ellos fueron cómplices de las violaciones sexuales de las mujeres de su entorno.

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