Hay cosas para las que he aprendido que es bueno tomarse su tiempo y meditarlas. No lanzarse a dar recetas cuando los temas son complejos y no tienen salidas fáciles ni unilaterales. Ahora, después de mucho observar y meditar, llego a concluir que puede ser que el Perú avance, pero que lo hace muy lentamente.

Y que la única manera de darle aceleración a este proceso es cambiando una buena cantidad (no uno ni cinco, sino al menos veinte o treinta) de políticos vinculados a la toma de decisiones del más alto nivel de gobierno. Estas personas pueden estar en el Legislativo o el Ejecutivo, pero me queda clarísimo que no se encuentran hoy en los partidos políticos, ni siquiera en aquéllos que nos puedan parecer más “pro-modelo”.

Ahora comprendo que el desafío no es solo que en 2016 vuelva un gobierno serio al poder, sino que además, lleguen personas en suficiente número con las ideas revolucionarias para hacer las reformas pendientes de manera acelerada y extenderlas sobre dos períodos de gobierno (con elecciones y todo legal, por supuesto).

Esas personas, que no sé quienes son aun, esperemos que estén a la altura en el momento que la historia las convoque, si es que tienen que ser la avanzada en el nuevo Parlamento y el nuevo Ejecutivo . Y sean como parte de algunas opciones ya existentes que puedan ser sólidas electoralmente en un año y medio, o sean integrantes de una nueva alternativa que pueda surgir en los próximos meses, no con fines de ganar la elección, sino de poner a este grupo de personas en el primer plano de las decisiones que requiere el país.

Si esto último ocurre, aquí no termina la cosa, sino que sería el primer paso para construir una nueva vertiente política electoral que en el 2021 debiera apuntar a ganar la Presidencia del Perú dando inicio a la tercera centuria de vida republicana de nuestro pais.