Ya pasadas las fechas de fin de año y la euforia del nuevo, vale la pena no olvidar que en 2013 hubieron muchos hechos que perjudicaron la economía nacional, y en particular, numerosas declaraciones del jefe de Estado.

En el año que pasó, lo único positivo fue el hecho de que pese al bajo crecimiento, nos mantuvimos como una de las economías que más está creciendo en Latinoamérica. Sin embargo, en el plano negativo, existieron muchos comentarios de parte del Presidente que propiciaron el cese de las inversiones tanto del exterior como nacionales. No tengo duda que entre las muchas declaraciones inadecuadas, las principales fueron el tema de las “vacas flacas”, la alusión a la crisis así como la denominada “reelección conyugal”. Fueron misiles tierra-aire a la inversión privada.

Y para completar un año nefasto en intervenciones públicas, en entrevista a dos periodistas a pocos días de terminar el año, las declaraciones del presidente Ollanta Humala acerca del proyecto minero Conga y su especial énfasis al decir que “es intrascendente para la historia del Perú”, incrementó todavía más ese “ruido” a la inversión privada. Da la impresión de que no terminó de entender el problema de fondo. Y es una muestra más de lo poco convencido que está el Presidente de las ventajas de promover dicha inversión.

En realidad se necesita “meter el acelerador” en este tema y sobre todo un mayor convencimiento del gobierno y del jefe de Estado para potenciar el crecimiento y por ende volver a ubicarnos entre los principales países que registran un alto PBI. ¿Y si pensamos en un zar de la inversión privada?

Con esto se incrementaría el poder adquisitivo de la población y por ende mejoraría la calidad de vida de los peruanos. Porque el crecimiento sí sirve. No es cierto que sirve solamente para los ricos. Vieja falacia de los antiliberales latinoamericanos. Sirve, pero para que sea más útil, tiene que ser más alto que el magro 5% que estamos logrando para 2013 y que empieza a proyectarse desde la esfera oficial para el año 2014.

Humala debe meter el “acelerador” y no hacer “ruido” a la inversión privada. Pero empieza el año haciendo todo lo contrario. Su acometida contra medios de comunicación interviniendo en un tema de litigio privado para optar por una de las partes, introduce más y más ruido.