El día de hoy

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Hoy fue uno de esos días en que uno quiere marcar un hito. Porque todos hacemos lo que tenemos que hacer. Mezcla de sentimientos, sensaciones encontradas. Una carta que no hubiese querido escribir jamás. Pero había que hacerla, responder, aclarar, fijar posiciones. Duela a quien duela, enoje a quien enoje. Levantar la manito y decir: “yo soy”. Fue el regalo que me quise hacer hoy.

¡Qué mejor! Pues qué mejor que regalarse dignidad, valor y revaluarse así ante uno mismo. Descubrir que pasan los calendarios, pero la rebeldía persiste y las hormonas, en su sitio. Nada más vergonzante que traicionarse a uno mismo. Nada más revitalizante que probarse uno mismo que sigue estándo en pie.

Enfrentarse al poder, cuando lo consideramos injusto y arbitrario, siempre trae un costo. Fácil es decir que queremos cambiar un país. Pero miramos al costado cuando tenemos que hacer la bronca que nos toca, la directa y concreta. ¿Cuantos de los que despotrican contra “lo mal que están las cosas”, hacen algo concreto por mejorarlas? Decidirse a no mirar al costado, hay que tenerlo claro, como repito, tiene un costo.

La pregunta relevante entonces no es qué está mal – que ya lo sabemos – sino qué estamos dispuestos a hacer al respecto.

Para algunos, pasar del opinar al actuar, es la única manera de hacerse libre. Un imperativo desde adentro. No es un mérito, sino una necesidad vital. Libre de verdad, no libre cosméticamente.

La libertad de ser uno mismo y pensar libremente, tiene un alto precio. Pero lo pagaria con gusto mil veces nuevamente, si tuviera mil vidas mas.

Nadie puede ser rescatado. Uno se hace rescatar. No hay víctimas, sólo hay cómplices. Uno lo decide. Individualmente. Porque no hay responsabilidad social ni solidaridad social ni justicia social. Sólo hay responsabilidad individual, solidaridad voluntaria y justicia a secas. De nuevo, uno, y solamente uno, lo decide.

Hoy me puse a prueba una vez más. Porque los exámenes apenas empiezan en el colegio y en la universidad. Y he tenido que confrontarme con uno de los amores de mi vida. Mejor dicho, con quienes detentan el poder en una de las tres instituciones que realmente amo y la que más mía la siento. Pero precisamente, y paradógicamente, lo hice por lo que ella me enseñó. Porque si no lo hacía, no tendría el derecho de sentirme parte de ella.

Me ha dolido, pero me ha renacido también. Y lo que es más valioso para mí: me ha hecho revaluar mi auto-respeto. Al fin de cuentas, uno no es mejor peleador por los golpes que da, sino por las veces que es capaz de levantarse ante los golpes que recibe, para seguir un round más.

Todos hacemos lo que tenemos que hacer. Una y otra vez.

Dicen que la juventud es una enfermedad que se cura con los años. Pasar un año más de vida, a uno lo va haciendo más inmune. Pero si parte de esa juventud es la incapacidad para tolerar la prepotencia, la mediocridad, la hipocrecía intelectual, la injusticia y los totalitarismos, pues sinceramente, me siento todavía un poco “enfermo” de ella.

Este fue mi regalo, para hoy. Gracias Dios !!! Nunca lo olvidaré.

Feliz día. El día de hoy.

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Un pensamiento en “El día de hoy

  1. Jenny

    Qué bueno es encontrar personas que no se han curado de la enfermedad de la juventud aunque pasen los años, efectivamente es el mejor regalo que nos podemos dar a nosotros mismos, el ejercer nuestra libertad no siempre es fácil, ni sencillo, pero nos dignifica y fortalece.
    Hay decisiones difíciles que enfrentar, especialmente cuando involucran nuestros afectos, pero aunque duela rebelarse, qué bien se siente con uno mismo el haberlo hecho.
    ¡Felicitaciones!

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