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Los trazos de la naturaleza. A propósito de huaycos e inundaciones

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Los trazos de la naturaleza 

(Sobre las inundaciones y huaycos)

A propósito de las inundaciones, huaycos y desbordes de los ríos que afectan a miles de compatriotas que han perdido sus bienes muebles, viviendas y, en algunos casos, la vida, conviene ver estas pérdidas bajo la mirada del sentido autocrítico social, el bien común y la prevención como herramienta básica para que el hecho repetitivo no sea olvidado fácilmente y nuevas generaciones vuelvan a sufrir las consecuencias de inundaciones por lluvia, lodo y huaycos, que bien pueden ser prevenidos.

Nuestro desierto costero se encuentra bajo la sombra de una cordillera amplia y accidentada que, cuando llueve en las partes medias o bajas de los cerros, el agua que discurre por sus laderas se acumula y baja con fuerza inusitada buscando el mar o hasta agotarse en la arena misma, arrasando previamente con todo aquello que encuentra en su camino.  Esto ha sido así desde el inicio de los tiempos.

Las huellas de su paso las notamos en el suelo que pisamos, lugar en el que la naturaleza traza sus enredados giros y deja sus rastros como una alerta para los que quieran ver y no ignorar el curso habitual de sus corrientes; caso contrario, el impacto podría tener consecuencias brutales para todos aquellos que edificaron sus viviendas en el lecho seco de un río o quebrada que hace décadas no se mostraban activos.

La falta de lluvias por largos periodos de tiempo nos impide ver de manera directa el discurrir del agua, sin embargo la memoria colectiva avisa mediante la transmisión oral de mensajes informativos dando cuenta de esa realidad a través de los nombres de algunos lugares que los describen, como:  río seco, quebrada seca, laguna seca, pozo oscuro, el aguajal, cabeza de cuenca, ciudad errante, Huaycoloro.  No se trata de una composición semántica caprichosa sino de la descripción de algún hecho de la naturaleza

Las autoridades locales, desarrolladores inmobiliarios, autoridades del Estado encargadas de saneamiento físico legal de viviendas y todo aquél que algo tenga que ver con la edificación de viviendas no debe perder de vista la necesidad de contar con una proyección de riesgo cada vez que pretenden ocupar un área de terreno con fines de vivienda, especialmente identificando las zonas que resultarían inundadas o dañadas por los efectos de las lluvias, huaycos o desbordes de ríos; de tal manera que se prioricen para vivienda las partes altas o, en su caso, se realicen los trabajos de prevención y mitigación de riesgos que reduzcan al mínimo los efectos de estos fenómenos en la vida de la población.

Corresponde a los seres humanos adaptarnos a la naturaleza y lograr obtener de ella las mayores ventajas de sus manifestaciones recurrentes como las lluvias así como también en los casos extremos, como es la aparición del Fenómeno “El Niño” que trae abundante agua y lluvias cada cierto período de tiempo.  Por ello, debemos aprovechar los períodos de relativa calma para construir los reservorios, acueductos y depósitos de agua, que nos permitan contar con ella durante la época de sequía.  Para lugares desérticos, como nuestra Costa, la lluvia debería ser una bendición y su máximo aprovechamiento una política de Estado que se aplique en todos los niveles.

La conciencia social y enfoque de bien común, para enfrentar de mejor manera estos procesos de lluvias abundantes, como pasa durante el fenómeno de El Niño, se genera ahora a partir de la necesidad de evitar su impacto negativo antes que, de un proceso de difusión y educación constante sobre estos peligros.

Que este sea el punto de partida para que los pobladores en general y los ciudadanos de las zonas más afectadas por este fenómeno climático, en particular, exijan a las autoridades locales, regionales y nacionales, interés real en la ejecución de la infraestructura necesaria para mitigar los riesgos de inundación y para el aprovechamiento del agua que nos llega en abundancia cada cierto tiempo.

Para ello deberían servir, por ejemplo, las reuniones para discutir la distribución de presupuesto participativo, y que éstas logren asignar recursos a labores de prevención por riesgos de desastre.   De igual forma, exigir de manera concreta que las propuestas de quienes aspiren a gobernar la ciudad o el país, expresen acciones para reubicar a la población en riesgo, la generación de nuevo suelo urbano así como de la infraestructura necesaria que permita el tránsito sin mayores interrupciones cuando se presente otro fenómeno similar.

Resulta necesario enfocarnos en los problemas reales que requieren una solución específica y concreta.  Resulta política y moralmente reprobable que, en un país con tantos riesgos de desastres identificados y, lo que es peor, con el dinero suficiente asignado para labores de prevención general nacional, por acción u omisión, no se realice las obras necesarias en el tiempo oportuno, ya sea por incompetencia o corrupción.  Es tan responsable quien no ejecuta la obra que debe ejecutarse, como quien selecciona estos inútiles.  A nivel de gestión, la autoridad que selecciona otras autoridades para que ejecuten determinadas acciones u obras, tiene también responsabilidad por esa designación.

A nivel de acción política, es responsable el gobernante que no gobierna y no ejecuta sus tareas, así como el elector que lo elige.

Las fuentes de agua, como los ríos, nevados o lagunas, son un estímulo fundamental para el crecimiento de sociedades al permitir el desarrollo de la agricultura y otras actividades que sirven de motor para la generación de trabajo y nuevos puestos de empleo, necesarios para el crecimiento económico y satisfacción de las necesidades elementales en el desarrollo de la vida.

Enfoquémonos en el aprovechamiento de las oportunidades que nos brinda la naturaleza, no sin antes aceptar los riesgos asociados a su desafío y buscar mitigarlos o reducirlos para que no afecte de manera dramática a los más vulnerables, lo cual resulta irrazonable por el solo hecho de no tener en cuenta los trazos que ella deja.

 

Marzo de 2023