El cambio Constitucional:

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Tomar la decisión de cambiar la Constitución tiene cierta dosis de aventura y de realismo. Será realista en la medida que responda a necesidades concretas y que el cambio resulte impostergable. Será aventurera porque, aun cuando se tenga una idea de lo que se quiere, nunca se sabe que resultará.
La propuesta de cambio constitucional genera, casi siempre, un llamado inmediato al debate, a la polémica, al enfrentamiento político. Quien lo plantea sabe, o debería saber, que recibirá respuestas inmediatas a favor o en contra y, si el momento no es propicio para la propuesta, mucha indiferencia.
Cuando la sociedad no se encuentra conforme con una constitución, la propuesta de cambio es un polvorín a la espera de una chispa que lo encienda, con la esperanza de una nueva correlación de fuerzas, un nuevo orden en la distribución del poder y del manejo económico. Por el contrario, si la sociedad (la mayor parte de ella, quiero decir) se encuentra conforme con la constitución vigente o le es indiferente las modificaciones, porque siente que no le ayudará a vivir mejor, los esfuerzos por cambiarla pueden quedar sólo en eso.
La Constitución es un pacto político, pero también es sentimiento individual y colectivo. Muchos ciudadanos ignoran lo que la Constitución señala pero, ciertamente, al vivir bajo un régimen constitucional, sienten si éste les permite o no desarrollarse libremente o si les permite vivir en paz; generándose cierta empatía entre el ciudadano y una norma que no conocen pero que sienten o, de cierta manera, “intuyen”.
El cambio de la constitución de 1979, por un presidente elegido bajo las reglas que dicha norma establecía, y que no respetó el procedimiento para su modificación, respondió a una realidad concreta, caracterizada por el desorden social, económico, político y moral. La anarquía es una fuerza imponente para empujar cambios en el pacto social.
En la actualidad, nos regimos por una constitución bajo la cual se eligió un nuevo presidente, cuyo gobierno plantea reformas constitucionales. ¿Cuáles son las reformas que se plantean y hasta qué punto estas reformas resultan necesarias?. No lo sabremos sino hasta tener las propuestas concretas. Mientras tanto, más que de realismo en la aplicación de propuestas que acomoden mejor el pacto social, parecería que se trata de una aventura más.

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