INVICTUS: sobre la ilusión y el perdón de una nación
“Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. El fragmento del poema Invictus de John Henley es el principio que subyace a la película, del mismo nombre, que relata un fragmento de la vida de Nelson Mandela.
Una vez liberado de la prisión de Robben Island (donde permaneció 18 años) fue elegido presidente de Sudáfrica y tuvo como difícil pero necesaria misión, unificar a un Estado profundamente dividido entre blancos y negros debido al apartheid. Mandela era consciente que si no extinguía, o al menos, aminoraba la brecha existente entre ambos “bandos”, le sería imposible gobernar al pueblo sudafricano. Incluso, existía el riesgo de que estallara una guerra civil. Entonces, decide unirlos a través de una causa nacional, de un icono, de una ilusión que pudiese ser común. En este caso: el campeonato mundial de rugby que tendría como sede la propia Sudáfrica.
He allí la fortaleza y la debilidad de la película: mucho rugby y poco Mandela (sobre lo segundo). Pero yo diría que el director (Clint Eastwood) evitó la dispersión y se centró en la idea de cómo un simple juego se convierte en un instrumento para el éxito político de Nelson Mandela.
Sin embargo hay algo más, que es aún más importante: la presencia del perdón y la ilusión en el liderazgo de Mandela. Si él no lograba perdonar a sus verdugos, no podría infundir ese espíritu en su pueblo. Si no se hubiese ilusionado con una nación fuerte y unida, no habría logrado transmitir ese espíritu a los jugadores del equipo de rugby sudafricano, que pasó de mediocre y constante perdedor a campeón mundial. La nación entera empezó a fundirse en abrazos para celebrar la victoria, sin importar si eran negros o blancos, o si fueron amos o esclavos, o amigos o enemigos. La igualdad empezaba a sembrarse en el corazón de la población y ya no sólo se desprendía de las normas incomprensibles (para los votantes negros de Mandela) emitidas por el buen y confiable Madiba (que era como llamaban a Mandela).
La ilusión y el perdón fueron los ingredientes fundamentales para construir una Nación y edificar la alegría de sentirse ganadores por vez primera, como Estado, como personas, como seres humanos.
compartir un mismo sueño, es fundirnos hacia una misma meta…es ser país, es ser nación.
Los sueños se hacen realidad con sólo intentar alcanzarlos, gracias jane…..
Gracias a ti por comentar. Un abrazo.