Category: Desde adentro

Play me, I’m yours

Muy arriba, el cielo fue testigo de su inmensa pesadumbre. Minutos atrás, fracasó buscando oídos para su plática. Al darse cuenta que Lima se dejaba llevar por los violentos preparativos a los feriados de Semana Santa, decidió oponerse con una lenta caminata a la casa de sus padres.

Se armó con múltiples pensamientos y cruzó una avenida Paseo de la República carente de sus habituales vehículos. La avanzada noche ya había devorado a los peatones indiferentes, insistentes vendedores ambulantes y jóvenes lustrabotas. Sin ellos, las calles del Centro Financiero lucían moribundas.

Dejó atrás la avenida Juan de Arona mientras desmenuzaba los elementos de su vacío panorama. Unos pasos y de pronto, en plena acera, vio un objeto que no encajaba con los usuales ternos ni sastres del gris San Isidro: Un piano multicolor.

Al llegar a su lado, sin pensarlo dos veces, buscó un lugar en el taburete y se deslizó sobre las teclas blancas. Encontró su nota “si” y comenzó a fundirse en “El himno de la alegría”.

Poco a poco, fue dibujándole un tranquilizante fondo musical a la avenida Las Begonias que tenía al frente.

Sus dedos bailaron en un tono muy infantil. Recuerdos de un aprendizaje musical invadieron su mente. Lejanos pero bellos instantes que esperaron pacientes aparecer con esa canción.

Cuando acabó, escuchó unos cálidos aplausos de una pareja detrás de él. Se puso de pie y agradeció tímidamente las amables palmas. Aunque sus orejas ardían rubor, invitó a los jóvenes a disfrutar el bello instrumento musical.

Decidió continuar raudo su camino hacia la avenida Javier Prado. Pronto, con una sonrisa contagiada, entendió que “El himno de la alegría” había realizado su cometido. Leer más

Habitaciones vacías

Pareciera que Juliana también se ha llevado todo tipo de música a Brasil. Rock, pop, indie. Desde hace una semana no se escucha algo en el departamento. A esta altura ya debe haberse instalado en Río por completo. Hoy, le toca volar a Luiz.

 

Luiz utiliza las últimas horas en Zenith Street para empacar y desechar lo que no sirve. Debe admitirlo, es muy desordenado.

Con el equipaje listo, espera al taxista que lo llevará al aeropuerto. Lo único que no ha guardado es la laptop con la cual coordina los detalles de su llegada. Le emociona pensar que casi está en casa.

Abajo, el vehículo aparece. Sube las maletas y con la mochila en mano, enrumba al Louis Armstrong.

El aeropuerto posee tantas tiendas que entretiene la espera más larga. Agota su último cash comprando unos pines en The House of Blues.

El reloj le indica un par de horas para el vuelo.

– Well, I guess I have to go inside now -le dice.

– Yes… It’s time to fly -responde-. I’ll visit both of you very soon.

– Yeah! Visit us! You know that you’ll have a nice place at Rio.

– Don’t worry, I have your e-mail. I’ll be in touch.

– All right. Take care, bro!

– Thanks for everything, dude -se despide agradecido.

Un abrazo y Luiz ingresa a ese portal al que solo pueden acceder los que realmente viajan.

 

Aún de día, toma un bus que lo lleva por Airline Drive. En la ventana, los árboles se transforman en una línea verde por la velocidad del transporte. Como si tuviera absoluto control sobre sus recuerdos, recrea al gusto innumerables momentos con los amigos que ha ganado en los últimos meses.

El bus lo deja unos 50 minutos cerca de Zenith Street. Se detiene en el Krispy Kreme de Clearview Parkway por unos donuts glaseados y continúa su viaje en compañía del atardecer.

Llega al piso. El departamento parece un verdadero ataúd.

Se sienta en el único sillón rojo de la sala y observa a su alrededor. La alfombra que ya olvidó su blancura, los adornos navideños hechos por los brasileños, las puertas abiertas de las habitaciones vacías, un mensaje en el refrigerador.

Se da cuenta de la soledad que lo rodea. Todos los demás se han ido y la sombra de cualquier objeto dibuja trazos de melancolía.

Bien sabe, no los va a ver en mucho tiempo. Sinceramente… los va a extrañar.

Se reincorpora. Decide invitar a la resignación a pasar la noche, le toca alistar sus maletas a él también.

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Dos tipos de personas

Y entonces, con el mar delante, una voz infantil le susurra lo que siempre le ha gustado creer:

Existen dos tipos de personas en este planeta, las que crean cosas y las que siguen a las primeras -continúa-. Siempre te ha gustado encontrarte en el grupo creativo. Y vaya que tienes muchísima suerte por poseer esa peculiar genialidad a tu lado. Sin duda, te ha permitido realizar cosas extraordinarias en el pasado.

Unas gaviotas lo despiertan y lejos, aún se pregunta si pronto podrá volver realmente.

 
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Contraste

Juan es un pata bien peruano, más peruano que el ceviche, dice él. Juan va a todos los partidos que Perú enfrenta con otros países para demostrar que él sí se pone la camiseta. Pero Juan tiene un problema en la garganta, constantemente escupe al suelo. A veces delante de mucha gente o a veces, a solas. Mira, ahí va: Juan hace ese sonido en la garganta, escupe, se limpia los labios con la muñeca y ahora se siente mejor.

 

Juan tiene una tía llamada Doris, ella tiene un hijo llamado Marcos. A Doris le gusta llevar a pasear a Marcos al parque del vencindario todas las tardes luego de, prácticamente, hacerle la tareas. Hoy, Juan está atrasado en el curso de Geografía. Mientras él se divierte, ella aprovecha para copiar del cuaderno de la chancona María. A veces Marcos “no se aguanta” y necesita ir al baño urgente. Ahí atrás del árbol, le indica Doris siempre. Marcos obedece porque sus amigos lo siguen esperando para jugar a las chapadas.

 

Marcos tiene un tío llamado Pepe. Pepe es bien bacán según aseguran los que lo conocen. Él disfruta de los domingos playeros con sus patas, las flacas y las infaltables “rubias” bien heladas. Pepe siempre regresa a casa con las manos vacías: las botellas de cerveza se quedan envueltas de arena sintiendo el frío mar limeño que va y viene. ¿No decía? Pepe es bien bacán.

 

***

 

Juan es un joven bien peruano, más peruano que la causa, dice él. Juan va a todos los partidos que Perú enfrenta con otros países para demostrar que él sí se pone la camiseta. Pero Juan tiene un problema con la garganta, por eso siempre carga un pañuelo para escupir. Si son viajes largos, prefiere pañuelos de papel. Los guarda en su bolsillo y los bota en cuanto ve el tacho más cercano. Juan siempre estará ahí, para alentar a su blanquiroja.

 

Juan tiene una tía llamada Doris, ella tiene un hijo llamado Marcos. A Doris le gusta llevar a pasear a Marcos al parque del vencindario todas las tardes luego de, prácticamente, hacerle la tareas. Hoy, Juan está atrasado en el curso de Historia. Mientras él se divierte, ella aprovecha para copiar del cuaderno de la chancona María. Marcos le advierte las ganas por un baño y le sugiere que como la semana pasada, podría orinar ahí al ladito. Ningún hijo mío se comportará como un perro que orina donde quiere, Doris le gritó. Marcos tuvo que regresar a casa mientras Doris seguía copiando la clase. La próxima vez voy al ñoba antes de venir, piensa mientras sabe que la nueva ronda de las chapadas ha comenzado sin él.

 

Marcos tiene un tío llamado Pepe. Pepe es bien bacán según aseguran los que lo conocen. Él disfruta de los domingos playeros con sus patas, las flacas y las infaltables “rubias” bien heladas. Pepe ahora guarda las botellas de chelas en las mismas bolsas en las cuales fueron traídas. Se las va a regalar a doña Juana, la recicladora del barrio. Pepe nunca dejó de ser bacán: sus patas y las flacas siempre lo rodean. Incluso, ellos le ayudan a guardar las botellas en las bolsas y meterlas en la cajuela del carro. Leer más

The Wish List

Yo quiero:
Ser el mejor de mi colegio
Ingresar a la PUCP
Ser abogado
– Abrir un centro de asesoría legal gratuita
– Viajar a Europa
– Ser alcalde de mi distrito
– Que alguna calle, avenida o jirón lleve mi nombre Leer más

Un mes

Hace un mes se fue mi abuelo:

Mingo, el piurano, decide partir a la costa para retornar su odisea marítima. Bien pije, agradece. Despide a Anchash con mucho cariño: extrañará el hermoso paisaje y sobre todo a su cholita, la Virginia.

Mira azul inestable. No sabe si el mar es el que se mueve o es el buque en el que se encuentra. Relájate, la brisa lo que lo roza le sugiere disfrutar el insistente sol. No queda más tiempo para juegos. Sigue las instrucciones de su capitán. No, no es una persona, es un escudo. Un símbolo que significa algo más grande que él: su bello Perú.

Se detiene en Ecuador. Atacar o morir, le enseñaron. No recuerda bien cómo acabó pero ganaron los peruanos. Ahora, Lima lo espera.

El aroma del océano Pacífico. Mira el horizonte. Está solo, no hay nadie en el buque, siente. Sólo él y los pocos días para pisar puerto. Saca la guitarra y viene la inspiración. Un valsecito para celebrar en el recorrido no viene mal.

El calor de su cholita lo recibe en el Callao. Un cielo limpio y despejado le revela que hay mucho por hacer. Ladrillo por ladrillo, ya está una pared. Sus pequeños hijos le imitan, le pasan los demás ladrillos y ya terminaron casa.

Se despide: volverá pronto, promete. Lo recibe otro buque, otro jefe y otros tripulantes. Esta vez será el panadero del buque. Moldea la masa, la estira. Un poco de ajonjolí y al horno. Humeantes y crocantes, salen los largos panes.

Mira el reloj y ya se ha detenido. No sabe cuánto tiempo ha estado en el buque. Recuerda puertos, sí, recuerda puertos que no puede tocar. Recuerda suelo. Recuerda hogar. Recuerda familia. Recuerda que sus hijos ya deben haber crecido bastante. Recuerda que tres de ellos se quedaron en Estados Unidos.

Ya ve Manhattan. Sí que es gigante, la Libertad, piensa. No puede salir de buque, el itinerario es inamovible. El vapor ya indica nuevo viaje. Cierra los ojos y los ve. Ellos tan jóvenes e inmaduros, tienen mucho por aprender.

Sus tres hijos están ahí, lo sabe. Se despide. Ellos, en su mente, también.
Estados Unidos, todo el mundo habla de ese país y del sueño americano. Todos menos él: hogar, hogar pronto.

La punta del buque genera una división en la superficie del mar. Se crean ondas que desaparecen luego de poco. Mingo las mira y cree encontrar algo diferente en cada una de ellas. Se confunden y vuelven al oleaje grupal.

Ya casi llega, y la Virginia lo espera. Ya casi llega, y la puerta de su casa chalaca abierta. Ya casi llega, y la soledad lo acompaña. Ya casi llega, y la melancolía que trastorna. Ya casi llega, y la fiebre comienza. Ya casi llega, y necesita un bastón. Ya casi llega, y no puede articular lo que piensa. Ya casi llega, y los nietos le cantan. Ya casi llega, y los bisnietos le abrazan. Ya casi llega, y las hijas que lo rodean en lágrimas. Ya casi llega, y el cielo no es más que el fluorescente del hospital Naval. Ya casi llega, y siente el cansancio. Ya casi llega, y la Virginia le llama sonriente… “Ven chancho, ahora sí. Tienes tus maletas listas ¿no?”.

Al fin… al fin llega el piurano Mingo y feliz se reúne con su cholita, para siempre.

In memoriam de Domingo Espinoza Quevedo. Leer más

Pedro Paquete

Querido Peter,

Una amiga nuestra nos ha contado,
Que en Perú vive una persona muy estresada.
Que estudia día y noche enteras
Así, haciendo crecer mucho su cerebro.

Ella se preocupa si la bolsa de café venezolano no alcanza,
Dar energía, para libros y danza.
Como en una yunza con hachas y arboles,
O en la uni, cuando estés rodeado de admiradores.

Eres muy inteligente y con sueños increíbles
Por lo cual Hester te nos recomendó.
Incluirte en nuestro libro de niños dulces y malos,
De los que van a España y los que reciben regalos.

El cinco de diciembre es nuestro gran fiesta,
Cuando bajamos del chimenea a dejar muy modesta
Poemas, cajas y cartones.
Con recomendaciones de convivencia u otras anotaciones.

Debajo del papel de color brillante,
Hay escondida un regalo verdaderamente interesante.
Que se abren al día de mi gran salida
De vuelta a España… no muy preferida.

Un año entero en la fabrica de deseos,
Con autoridad sobre los niños malos y sus dedos.
A construir trenes y autos, ponis y Barbies,
Computadoras, cámaras y libros de artes.

Este año quiero dar una vuelta por tu residencia,
En consideracion del aprecio derivado de la correspondencia
Entre tú y una holandesa lejanos y cerca
Pronto probablemente de nuevo en Latín América.

Soy el patrón de los niños belgas y holandés
Naturalmente preocupado por todos sus trivialidades.
Un dedo cortado, un corazón roto, yo lo curo.
Pero lo que necesito de ti, no sé bien cómo, yo dudo.

¿Como resolver la falta insolucionable?
Mi caballo leal Amerigo no es culpable.
Se perderá en las calles de Lima.
¿Cómo asegurar que visitamos tu chimenea y no la del vecino?

Este mensaje es una petición de direcciones,
Para ayudar Pedro Paquete en repartir nuestros creaciones.
En tu casa, tu espíritu y tu boca,
Para que tu día de san Nicolas sea maravilloso.

Saludos,
San Nicolas y sus Pedros negros.

Por Hester, mi bella holandesa Leer más

El mensajero

Lleva en una mano un complejo aparato que lo eleva al espacio exterior, mientras que su otra mano siempre sostiene un sencillo pero cómodo cojín -creemos que sirve para hacerle más confortable el aterrizaje ¿cómo será realmente?-. Nosotros le damos cartas, escritas con mucho cariño a nuestros seres queridos, aquellos que extrañamos, que se fueron al cielo y ya no podemos ver.

 

Soy un intermediario, me dicen “el ángel”. Pero no hago más que otorgar las cartas que me encargan a los cuerpos celestiales. No tengo un lugar propio, soy del cielo y de la tierra.

 

Ha regresado y desde hace días está armada la fila de remitentes, todos con un sobre en la mano. Él nunca niega su misión, se lleva nuestras emociones. Y aunque nunca sabremos si realmente los llega a repartir, siempre la esperanza (que nuestras plegarias sean leídas) estará en la próxima fila que aguarde su nueva llegada.

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Recuerda…

La persona más importante en tu vida, eres tú. Nadie más

H.B.

Cuando los problemas acaben, cuando la marea se calme, al final siempre vas a quedar solamente tú en tu vida. Y la misma vida te pedirá cuentas, ¿qué has hecho contigo? ¿Realmente vale la pena dañarse en este momento por cierto dolor efímero? Piénsalo dos veces, por favor. Recuerda lo importante que eres para ti.

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Siempre, cada día, se aprende algo nuevo

Reeza

Un día le tocó trabajar de cajero a este personaje, ¿qué es lo que ganaste realmente, estudiante de leyes? Aprender, eso fue. Cada día siempre hay algo nuevo por aprender. El mundo es muy grande y el tiempo muy poco para todo ello, aprovéchalo al máximo. Leer más

Ufología

Ayer perdí a mi hermano mayor, se lo llevaron unos extraterrestres. Se lo llevaron lejos de la tierra, a una odisea de circular éxtasis y al aparente placer de distorsionadas constelaciones.

Sí, ayer perdí a mi hermano mayor, se lo llevaron unos extraterrestres. Leer más

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