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Muerte en Musa Karusha[1]

Por: Rubén Villasante

Mujeres kandozi

Resumen

Un personaje desconocido ingresa al territorio del pueblo kandozi, es un nativo kechua desarraigado, solitario y montaraz, quien se hace pasar por curandero, pero los kandozi en vez de curarse se enferman y hasta mueren. Los kandozi lo invitan a retirarse de su territorio, pero él se niega y los amenaza con “comerles como piraña”.

Entre seis u ocho apus kandozi se reúnen para determinar qué hacer con el intruso. La reunión es una sesión de ayahuasca. En las visiones que genera el brebaje determinan realizar el “tistama machiritamanda” o “cancelación de daños a tu familia”. La visión también les indica que “el que tiene más poder” es quién debe ejecutar la acción, aquel apu que tiene la mayor cantidad de hijos vivos, el que tiene capacidad de conseguir el adecuado y suficiente alimento diario[2] para mantener una familia numerosa, el que conoce y domina bien “los poderes del monte”. Witia tiene ocho hijos y cría otros ocho hijos huérfanos de su hermana muerta.

Witia con dos acompañantes, ataviados de guerra, en horas de la madrugada, se dirigen a Birisacocha, lugar donde la visión de la sesión de ayahuasca les ha mostrado se halla el brujo. Cuando el brujo se pone de pie, un certero disparo con una escopeta “hechiza” acaba con su vida. Witia nunca tuvo problemas ni contacto previo con el brujo. En él recayó la responsabilidad por designios culturales.

La tensión constante con los pobladores de un pueblo mestizo, asentado en el río Pastaza, en las afueras del Musa Karusha, con secuestros de por medio, determinan la captura y encarcelamiento del inculpado.

 

En medio del gran lago amazónico, el Musa Karusha (foto propia)

 

  1. Los daños y la eliminación del brujo

Entre los meses de mayo a julio[3] del 2004, un personaje desconocido, solitario, hace su ingreso al territorio kandozi y recorre el Musa Karusha[4] y afluentes, un hombre de aproximadamente 55 años de edad, solo, sin familia, sin mujer, sin hijos. Lleva consigo sólo su “retrocarga” y su machete. No conoce a nadie, duerme en el monte, prepara e ingiere ayahuasca y jugo de tabaco. Intenta comunicarse con los kandozi afirmando ser curandero. Adopta la denominación de “Klint”. Algunos kandozi les llevan a sus hijos “aireaditos” para que le cure. Klint hace sus icaros, usa vegetales, pero los niños no se sanan. Sus terapias no tienen eficacia. Ocurre una vez, otra vez, otra y otra más. Muchas veces. Los kandozi lo empiezan a mirar con sospecha. Él, Klint, se relaciona con una familia de la comunidad de Nuevo Belén, les dice que son su familia, pues tienen un apellido parecido. Ahí recibe alimentos y se relaciona de alguna manera. Participa de reuniones, bebe masato, se embriaga y en estado ebrio habla diciendo que es brujo; los kandozi miran de soslayo, pero sus sospechas se incrementan. Luego lo asocian con casos raros que empiezan a ocurrir en las comunidades kandozi: personas que han estado en contacto o han recibido alguna influencia del Klint, se enferman y hasta mueren. Cuando esto ocurre, algunos jefes kandozi le piden a Klint que se retire del territorio kandozi, que se vaya, que ya no lo quieren tener por ahí. Pero él se resiste, los desafía, los amedrenta, les dice que nada pueden hacer contra él, que él es brujo y que “les va a comer como piraña”. Esta declaración se constituye en una amenaza temible para los kandozi. Todos son pescadores, todos están permanentemente en el agua… “la piraña te come vivo… de una heridita chiquitita, te empieza a comer vivo…” son sus atemorizadas expresiones.

Los kandozi hablan hasta de seis personas que han fallecido por la brujería de Klint. Cuentan del caso del señor Mando, quien salía de la cocha luego de haber pescado para la cena de su familia, y se dirigía a su casa. Se le aparece Klint y le pide pescado, éste le niega, señalando que sólo está llevando para su familia. Entonces el brujo lo amenaza: “no me quieres dar tu pescadito, quieres comer solito, ya verás lo que te va a pasar”. El señor Mando se va a su casa, cuenta a su familia lo ocurrido y nadie dice nada y esa tarde ocurre lo temido: al comer el pescado se atraganta con una espina, se atora de manera tan grave que no logran socorrerlo y muere. Esto genera una gran conmoción en la familia, en la comunidad y en general en el pueblo kandozi. El temor y la preocupación crecen. Varios de los hombres mayores, líderes, jefes, personas que tienen poder, toman ayahuasca para tener una visión que les permita entender qué está pasando y qué deben hacer. Vuelven a insistirle a Klint que abandone el territorio kandozi. No sólo hace oídos sordos, sino que se ríe de los kandozi.

Un caso dramático y determinante es el de Kárusa[5]. Kárusa era una mujer de 30 años aproximadamente, madre de seis hijos y se encontraba embarazada. Una tarde ella se encontraba lavando en el río. Sola. Tranquila. Cuando en eso siente que alguien “le cosquillea en su espalda”. Se asusta por el contacto; voltea su rostro y se encuentra, cara a cara, con Klint, quien había llegado sigilosamente por detrás con su canoa. Presa de pánico, se levanta abruptamente y se va corriendo a su casa. A partir de ese momento la señora empieza a enfermarse, dicen que “siente fuertes dolores en la cintura y tiene problemas para orinar”. Sus familiares la llevan donde un curandero kandozi para que la vea, éste al examinarla le pregunta: “¿alguien te ha tocado tu espalda?… Te han hecho un daño muy fuerte y yo no te puedo curar.” La familia lo lleva donde otro curandero kandozi, quien también confirma que la mujer esta con brujería y que tampoco la puede curar. Kárusa se sigue agravando. Su estado de malestar coincide con la llegada a la zona de la Ministra de Salud, Pilar Mazzetti, y de la Primera Dama Eliane Karp, quienes han llegado a la zona para conocer in situ el problema endémico de la Hepatitis B que afecta a los pueblos kandozi y shapra. Ambas, se encuentran con el caso de la señora Kárusa. La ministra Mazzetti ordena “que la trasladen a la señora al Puesto de Musa Karusha, para que la vea el médico, y si es necesario que la trasladen hasta al hospital de San Lorenzo.” Se cumple este traslado hasta San Lorenzo, pero no logran curarla. Entonces la trasladan al hospital de Yurimaguas, pero tampoco resuelven el problema. Deciden trasladarla al hospital de Tarapoto, sin embargo, la señora se sigue agravando, y es una mujer gestante, tiene cobertura por el Sistema Integrado de Salud – SIS, se decide entonces evacuarla a Lima, al Instituto de la Madre y el Niño. En este establecimiento de salud de Lima, Kárusa muere el 9 de noviembre de 2004. Llevaba ocho meses de gestación, su bebé es salvado, pero es un bebé prematuro y lo tienen que tener en una incubadora, y por tanto se queda bajo cuidados médicos. El cadáver de Kárusa es enviado de retorno hasta su comunidad, Nuevo Yarina. Ahí, en su casa, está enterrada.[6] La señora ha dejado seis hijos huérfanos. Preguntamos si la señora no ha muerto con Hepatitis B, que es un mal endémico entre los kandozi. Su esposo muestra el carné de vacunas con sus dosis completas de hace dos años. Estaba protegida para la Hepatitis B. Además, manifestaron que los síntomas de Kárusa no eran los síntomas de la Hepatitis B.

Esta muerte es la gota determinante para el curso de las acciones para la eliminación del brujo.

Entre un grupo de seis u ocho[7] kandozi se reúnen para compartir las visiones tenidas con ayahuasca y jugo de tabaco, y la visión fue aplicar el tistama machiritananda como la única alternativa era la eliminación del brujo, no podía ser que el brujo siga haciendo daño, que siga matando a más kandozis, hay que restablecer la paz y la tranquilidad. Entonces, quienes han tenido mayor claridad en las visiones, quienes tienen más prestigio, quienes tienen más poder, asumen la responsabilidad de realizar lo que en la visión ya se les ha manifestado. Asumen la responsabilidad sin necesidad siquiera que nadie lo verbalice. Es un designio que todos comprenden y aceptan. Son los criterios de validación propios de los kandozi. Tres del grupo, concurrirán a realizar el mandato recibido a través de las visiones, “no puede ser que por culpa de un brujo este muriendo gente kandozi, estén muriendo madres, dejando tantos huérfanos… A cuantos más va a seguir matando… ¡No puede ser! Los kandozi tenemos nuestras leyes, tistama machiritananda, tenemos nuestras costumbres.” Sabían que Klint estaba por Birisacocha, así lo habían visionado. Se dirigen ahí de madrugada, con los rostros pintados para la ocasión, también llevan consigo sus amuletos. Vuelven a compartir sus visiones, se conocen, se reconocen, no es necesario que nadie diga nada, saben quién es el mejor cazador, saben quién es el que tiene más poder, saben quién es el que tiene el mayor número de hijos vivos, al que no se le ha muerto ningún hijo, el que inclusive está criando ocho hijos huérfanos de su hermana muerta. No es necesario que nadie lo diga…

Witia con un certero balazo de retrocarga, en el lado izquierdo y superior de la espalda, elimina al brujo Klint. En la necropsia de ley que se le practicó al occiso se señala que le encontraron “nueve perdigones de bala calibre 16… uno de ellos le había atravesado la aorta”.

La supuesta familia de Klint, la familia de apellido parecido, decide enterrarlo en el mismo lugar de los hechos. Cavan un hoyo, lo envuelven con un plástico y lo entierran. No era propiamente su familia. De serlo, lo habrían llevado a enterrar en las cercanías de su casa. Sin embargo, alguna vez les había comentado que tenía una tía y un sobrino que vivía en Ullpayacu, un centro poblado menor en la ribera del río Pastaza. Klint era un nativo kechua, de alguna comunidad del Alto Pastaza, Mamboyacu es una de las vagas referencias. En las zonas marginales de Ullpayacu viven otros kechuas desarraigados de sus comunidades. La tía de Klint, doña Etelvina, al ser enterada de los hechos, no consideró ingresar al territorio kandozi para recoger el cadáver, tampoco consideró realizar denuncia alguna, ni nunca lo hizo. Doña Etelvina, confirma que los kandozi “varias veces le han dicho que se vaya, sí… no ha hecho caso”, dice.

Según varios testimonios de los kandozi, este no sería el primer caso que ocurre de la eliminación de un brujo, las imprecisas referencias señalan que serían por lo menos cuatro casos de brujos que han sido eliminados por los kandozi. El Juez de Paz de la localidad de Ullpayacu confirma esta versión. Él señala que hay informaciones que circulan de por lo menos seis casos que han ocurrido en tiempos no muy lejanos, pero a él sólo le consta un caso, que ocurrió hace algo más de dos años, en el que una persona a la que se acusaba de brujo fue muerto y enterrado por los kandozi y nunca se realizó ningún proceso. Afirma también que, basándose en esta información, los vecinos de Ullpayacu actuaron coaccionando a los estudiantes y líderes kandozi.

 

  1. La tensión indígenas mestizos

En las comunidades kandozi, alrededor del Musa Karusha, con sus casas en pequeños claros, rodeados de un tupido bosque. Pensaba cómo es que la policía había capturado a Witia, pues ya estaba preso en Yurimaguas. Solo podía haber ingresado un poco en aquel laberinto de vegetación y hubiera sido imposible que lo puedan ubicar. Pero en su captura concurren dramáticamente los odios y tensiones, los desencuentros y asimetrías sociales y culturales que enfrenta nuestra sociedad como herencia colonial.

Ullpayacu, capital del distrito de Pastaza, tiene la categoría de centro poblado menor y es considerado un pueblo “mestizo”. Un buen número de sus pobladores, sobre todo los de mayor poder económico, se dedican al comercio de pescado. La principal fuente de pescado se halla en territorio kandozi, en el Musa Karusha y en el más de un centenar de cochas que existen alrededor de este gran lago. Los comerciantes de Ullpayacu anhelan extraer todo el pescado posible del Musa Karusha, sin control ni responsabilidad. Los kandozi controlan el acceso al lago y la extracción de pescado. Hay, por tanto, un escenario de tensión permanente.

 

Haciendo secar pescado en la comunidad Musa Karusha

Un comerciante de pescado de Ullpayacu se encontraba en el Musa Karusha, extrayendo pescado en una embarcación equipada con sal y frigorífico, cuando fue abordado por los vigías kandozi. Intentó presionar, gritó, amenazó e intentó amedrentar a los vigías haciendo un disparo al aire con su “retrocarga”. Pésimo mensaje. Los varones kandozi siempre están armados, no dejan su “retrocarga” ni siquiera cuando acompañan a sus parejas al puesto de salud. Ante el disparo del comerciante de Ullpayacu, éste recibió como respuesta un disparo en la pierna. Herido, tuvo que salir del territorio kandozi. Ya en Ullpayacu se quejó y organizó toda una movilización, para enfrentar a los nativos kandozi. Soliviantó los ánimos, los resentimientos y rencores contra los indígenas. Alguien informó también de la muerte de Klint, y los de Ullpayacu lo asumieron también como su causa. Mejor motivo era tener un muerto que un herido. En general los nativos kechuas, que viven como marginales en Ullpayacu, nunca han recibido gestos de solidaridad de los otros ciudadanos de la localidad. Por ello presentaron a Klint como “un mestizo muerto por los indígenas” y que ya no podían ni debían tolerar más esa situación. Dijeron que “hay que poner en su sitio a esos nativos”.

Ullpayacu cuenta con un colegio secundario, en el cual estudian siete adolescentes kandozi. Asimismo, en el momento del peritaje, en su calidad de Centro Poblado Menor cuenta con una Municipalidad Delegada y uno de sus regidores es también un kandozi.

Las diferentes versiones señalan que un grupo de gente, encabezados por el Juez de Paz, el Teniente Gobernador, el Director del Colegio (donde estudiaban los adolescentes kandozi), y otros personajes de la localidad, toman como rehenes a los siete estudiantes kandozi y al regidor kandozi, los llevan a la plaza pública y los mantienen en ese lugar por un período entre 24 a 48 horas, sin comida y sin agua, a la intemperie, bajo la vigilancia de un tumulto de gente. Los amenazaban con matarlos si es que no entregaban a los dos nativos que habían disparado contra los “dos mestizos”. Los rehenes desconocían los hechos, además en su condición de rehenes nada podían hacer. La situación cada vez se tornaba más tensa. Cuando escuchan el motor de un deslizador saliendo del Musa Karusha. Inmediatamente abordan sus deslizadores, le cierran el paso y asaltan el deslizador. En dicha embarcación se encontraba el dirigente kandozi líder de CORPI (Coordinadora Regional de Pueblos Indígenas). Lo cogen a él y a sus dos acompañantes, y lo llevan a la plaza, para incrementar a once el número de rehenes. Prosigue el barullo y las amenazas, y esta vez les dicen que les van a prender fuego. Los de Ullpayacu ya se han comunicado con la policía de San Lorenzo y una delegación policial ya está en camino.

Los rehenes, sobre todo el líder de CORPI y el regidor, negocian ingresar al territorio kandozi y hablar con los que han disparado para que se entreguen. Así lo hacen. Ingresan con la policía, hablan con las personas que han hecho los disparos. La policía se concentra en el homicidio y dejan de lado al herido. Así,  Witia es convencido de ir a conversar con la policía hasta San Lorenzo. Le prometen que la organización atenderá su caso.

Witia es trasladado hasta el penal de Yurimaguas. Hasta el día de la entrevista (12/ENE/2005) se encontraba ahí, detenido. Estaba deprimido y confundido. En el penal no habla con nadie, él no sabe hablar castellano y nadie habla kandozi. No sabe dónde se encuentra, no entiende porque se encuentra lejos de su casa, lejos de su familia, lejos de sus hijos. La acción realizada, tistama machiritananda, de eliminación del brujo, que han desarrollado en su pueblo, en la cual él ha sido un protagonista accidental, estaba orientada a restituir la paz y la tranquilidad en su pueblo, por ello, él esperaría obtener mayor poder, mayor prestigio, mayor reconocimiento. Él no ha tenido relaciones personales que le hayan generado odios o resentimientos contra el occiso. Él ha participado impelido por designios culturales, en cumplimiento de las pautas culturales que establecen el comportamiento correcto.

 

  1. La identidad cultural de Witia

Witia es natural de la comunidad nativa de Nuevo Yarina, perteneciente a la etnia kandozi. Es hijo de Acumbari con Irunlli[8]. En la actualidad estima que tiene 35 años de edad, todos los cuales los ha vivido en el territorio kandozi y bajo la formación e influencia de las pautas culturales kandozi.

Witia tiene como lengua materna el kandozi. Es el único idioma que habla, no habla ni entiende castellano. Tampoco ha recibido ningún tipo de educación formal escolarizada ofrecida por el Estado Peruano. No sabe leer ni escribir.

Witia ha recibido íntegramente educación y formación kandozi, bajo las pautas culturales kandozi. Ha aprendido a tener visiones ingiriendo ayahuasca o jugo de tabaco. Su padre le ha enseñado además muchos secretos del bosque, para que pueda llegar a ser un buen mitayero, es decir alguien que es capaz de conseguir los alimentos adecuados y suficientes para su familia.

Witia tiene dos esposas, Piripa y Aracena. Con Piripa tiene cuatro hijos: Yandare, Tirisa, Secunda y Kárusa. Con Aracena también tiene cuatro hijos: Tomasa, Cachay, Tanin y Matihua; pero además Aracena al momento de la entrevista (11/ENE/2005) tenía un parto inminente, con el que ya debe haberse incrementado a nueve el número de sus hijos. Ninguno de sus hijos se le ha muerto. Además, también tiene a su cargo ocho hijos de una hermana muerta. Toda esta situación forma parte importante de los elementos que constituyen poder y prestigio entre los kandozi.

 

Familia de Witia. Foto propia

 

El hijo mayor de Witia tiene alrededor de nueve años. A esa edad aún no puede salir a cazar al monte. La señora Piripa dice que solo salen a “redear”, que sólo con pescado se están alimentando. Sin embargo, señalando a una de sus hijas pequeñas, de alrededor de dos años, dice: “ella no sabe comer pescado, así wawita solo comen perdiz, ¿quién para que le traiga ahora?”

 

  1. La organización social de los Kandozi

Según sus líderes, existen 26 comunidades kandozi. Estas están asentadas en los ríos Chuinda y Chapuli, que desembocan en el Musa Karusha, del cual sale el río Rimachi que es un afluente del río Pastaza. Pertenecen al distrito del Pastaza, provincia de Datem del Marañón, Región Loreto.

 

Tutaychizi siyang xan matama. Corona con esterilla interior de tamshi (bejuco) cubierta con plumas de tucán. Lleva como adornos wanepuch tanasuruchtama, colgantes confeccionados con plumas de tucán, guacamayo rojo y azul, y pava (Penelope jacquacu), además de waruwaru wasitpingchi, élitros de escarabajo que terminan con un mechón de cabello. Col. PFMB. (Billy Hare / Roberto Huarcaya. en El Ojo verde. Cosmovisiones amazónicas. 2004. P. 137)

 

Las comunidades de los kandozi tal vez se encuentran entre las que mayor dificultad presenta en cuanto a su accesibilidad física en todo el territorio peruano. Para acceder a ellas, el recorrido que se tuvo que realizar ha sido el siguiente. Partir por vía aérea de Iquitos a Tarapoto, de ahí bajar por vía terrestre hasta la ciudad de Yurimaguas. En esta ciudad esperar que haya buen tiempo para viajar en avioneta hasta la localidad de San Lorenzo. De ahí tener que proseguir el viaje por vía fluvial, con un bote con motor fuera de borda de 60 HP. San Lorenzo se encuentra a orillas del río Marañón, navegamos de bajada hasta la boca del río Pastaza, ingresamos de surcada por este río, hasta la boca del río Rimachi, seguimos aguas arriba por el río Rimachi hasta llegar a la comunidad Musa Karusha en la boca del gran lago del mismo nombre. Al día siguiente retomamos el viaje en deslizador, ingresamos al lago, atravesamos el lago e ingresamos por el río Chuinda hasta llegar a la comunidad de Nuevo Yarina, con una parada en la comunidad Nuevo Belén.

Los líderes kandozi estiman que su población total estaría alrededor de 3,500 habitantes. Dicen que las poblaciones de las comunidades son pequeñas, ninguna llega a superar los 150 habitantes, de 20 a 25 familias.

En el siguiente gráfico se muestra la representación gráfica de la realidad institucional de una comunidad kandozi de Nuevo Belén[9].

 

Mapa institucional de la comunidad Nuevo Belén (elaboración propia)

 

El círculo grande representa a la comunidad, los círculos pequeños internos representan las autoridades e instituciones propias de la comunidad. Y los círculos pequeños externos representan las instituciones foráneas que llegan a la comunidad. Y podemos apreciar que son más las instituciones que llegan que las que tienen internamente. A simple vista podría notarse que la única institución propia es el apu, pues tanto el pastor como el promotor se presumen son respuestas a influencias externas. Sin embargo, con una investigación más profunda podría determinarse que, tal vez, hasta la existencia del apu es por influencia foránea. Las instituciones que llegan a Nuevo Belén están relacionadas con proyectos preventivos de la Hepatitis B, con proyectos de manejo de los recursos de su medio ambiente y la supervisión de escuelas bilingües.

En las comunidades kandozi no se realizan asambleas comunales. Al apu no se le elige por votación ni por aclamación. Quien ejerce el cargo de apu es alguien a quien, por su edad, por su experiencia, por el “poder que tiene” (poder que emana de haber obtenido buenas visiones con ayahuasca o jugo de tabaco, de conocer y dominar los “poderes del monte”, como al lagarto, al tigre y a los árboles grandes como la simbuna (lupuna); y también porque tiene una familia numerosa, con el menor número de hijos muertos. Entonces el cargo de apu recae en alguien que a través de su vida ha ido mostrando aptitudes válidas desde la perspectiva kandozi. Pero este apu tiene poco poder para determinar qué es lo que se puede o debe realizar como comunidad.

Entre los kandozi predomina la organización familiar por encima de la organización comunitaria. La vida de los kandozi se organiza y se desarrolla a partir de los núcleos o conglomerados familiares, clanes familiares. Las familias son grandes y numerosas y mantienen lazos de unión muy estrechos. Es a partir de la familia que se desarrollan las diversas actividades de la vida de los kandozi.

Cuando muere una persona kandozi… “No hay masato, no hay borrachera. Todo es puro sentimientos nada más. Ahí lloran las mujeres, lloran los hombres… entre los hombres conversando así lloran. Contando su vida de lo que ha pasado, lloran. Así amanecemos. Al siguiente día, ya cuando es el momento, está enterrándose. Nadie toma. ¿Quién para que convide, pues? Puro familia estamos, puro familia están llorando. ¿Quién para que convide el agasajo?” (Pobladores de Nuevo Belén).

 

Canoa – féretro (foto propia)

Ya vimos más adelante que sus muertos quedan siempre muy cerca del hogar. Los kandozi piensan que aún después de muertos la familia debe estar siempre cerca y unida.

Otro hecho importante en la vida de los kandozi es que en ninguna comunidad existen calabozos. No existe la experiencia ni la noción de enclaustramiento, encierro o cárcel, ni siquiera como referencias de terceros. Inclusive sus casas tampoco tienen paredes. Ellos viven libres en el monte. Entonces, lo que le está pasando a Witia, encerrado en un espacio pequeño, dentro de una construcción rara, en un pueblo extraño y lejano, está causando una conmoción enorme en el pueblo kandozi. Nos lo han repetido reiterativamente, “es la primera vez en la historia de los kandozi que alguien está encerrado.”

 

  1. Las visiones con ayahuasca[10]

 

Ayahuasca: la liana del muerto. Imagen tomada de https://lavozdeperu.com/wp-content/uploads/2018/08/Estudio-sobre-Ayahuasca.jpg

 

Muchos pueblos a nivel mundial utilizan una serie de plantas que contienen sustancias psicoactivas que les permiten tener percepciones más allá de lo que se logra en estado “normal”. En la India se usan hongos, en México el peyote y en el Perú, en la sierra norte se usa el cactus San Pedro, y en la Amazonía se utiliza ayahuasca, entre otras sustancias.

Varios pueblos indígenas de la Amazonía usan ayahuasca para obtener lo que los kandozi indican como visiones. Estas visiones constituyen verdaderas formas de conocimiento para estos pueblos. Es a partir de la ingesta de ayahuasca que los chamanes pueden llegar a conocer las virtudes y usos de las plantas; pueden también recorrer el pasado y acceder al futuro. Igualmente pueden saber quién tiene envidia, mala voluntad y ser potencialmente dañino.

Brebaje de ayahuasca

Entre los kandozi esta es la forma normal como se valida y convalida conocimientos y augurios. No todas la personas llegan a tener visiones, sólo los que logran superar las duras pruebas de entrenamiento. Quien nunca llega a tener visión, tampoco pondrá en duda la visión de los otros.

Han manifestado reiteradas veces que lo que Witia ha realizado no es un crimen, sino más bien ha “cancelado” futuros crímenes. Nos han señalado que ello en kandozi lo denominan como “tistama machiritamanda” o “cancelación de daños a tu familia” para lograr el restablecimiento de la paz y la tranquilidad.

 

  1. Argumentos del peritaje

Witia es un nativo kandozi. Es originario de una comunidad nativa kandozi, sus 35 años de vida han transcurrido dentro de los territorios y ambientes culturales kandozi. Su padre y su madre son de origen kandozi. Habla exclusivamente el idioma kandozi, no habla ni entiende el español. No ha recibido ningún grado de instrucción ni formación en la educación formal escolarizada y occidental. Conoce y practica las costumbres kandozi. Además, se auto reconoce como nativo kandozi e igualmente así lo reconocen todas las personas de su entorno. Entonces, existe información suficiente para afirmar con certeza que Witia es un nativo kandozi.

En la comisión de los hechos imputados, homicidio simple en agravio de Klint, Witia ha actuado condicionado por las costumbres de la cultura kandozi. El hecho que él admita sin remordimientos haber disparado contra el agraviado, el hecho que no ha tenido conflictos personales con la víctima y ni siquiera mayores vínculos; el hecho que él haya sido la persona que ha tenido la mejor visión con la ingesta de ayahuasca y/o con jugo de tabaco; el hecho que se le reconoce tener “mayor poder” por tener el mayor número de hijos vivos, por tener la capacidad de mantener a sus dos esposas, a sus ocho hijos y a los ocho hijos huérfanos de su hermana; son en conjunto hechos que han determinado que recaiga en él la responsabilidad de ejecutar el disparo para el cumplimiento de la tistama machiritamanda o culminación de los daños y peligros que las familias kandozi venían padeciendo, y así restablecer la paz y la tranquilidad en su pueblo. Todos estos hechos dan la certeza que, los parámetros culturales con los que Witia ha actuado en la comisión de los hechos, son correspondientes con los parámetros de las costumbres kandozi de protección frente a las agresiones de brujos externos.

En el área del territorio kandozi existe información de hechos similares, es decir, de muertes de supuestos brujos, que nunca han llegado a tener procesos judiciales. Hechos que son reconocidos por los nativos kandozi, como también por los mestizos de Ullpayacu.

Se ha recogido reminiscencias de ancestrales rencillas entre las etnias kandozi y kechua. Algunos elementos hacen presumir que un “curandero” de un determinado grupo étnico, puede ser considerado eventualmente como “brujo” por un grupo étnico vecino y rival.

Se ha obtenido información sobre relaciones tensas entre los “mestizos” de Ullpayacu con los integrantes del pueblo kandozi. El acceso y control de los recursos (peces, madera, animales del monte) son la causa fundamental. Los kandozi mantienen el control de los recursos de su territorio, conseguido a través de tenaces luchas frente a un dominio que existía con el antiguo Ministerio de Pesquería y en su momento también con una base militar del Ejército Peruano.

El tema de la accesibilidad, como se dijo, tal vez sea una de las más complicadas a nivel nacional. Los kandozi viven aún en una situación de fuerte aislamiento. Para un kandozi cualquiera resulta muy difícil, cuando no imposible, salir de su comunidad e interactuar con otros ciudadanos con pautas culturales diferentes. Escuchando atentamente la grabación de los testimonios, expresados en kandozi, se puede apreciar que existen muy pocos préstamos lingüísticos. Es decir, hay muy pocas palabras del idioma español que se han incorporado en su léxico.

 

  1. Más allá del caso

La débil presencia de instituciones del Estado revela también la grave situación de exclusión en la que se hallan las poblaciones originarias como los kandozi, que van desde las percepciones prejuiciosas de la alteridad, hasta las instrumentos jurídicos superestructurales que no recogen el ethos de los pueblos originarios.

Las pericias antropológicas se basan en el débil y confuso artículo 15 del Código Penal, del error culturalmente condicionado, que dice:

El que por su cultura o costumbres comete un hecho punible sin poder comprender el carácter delictuoso de su acto o determinarse de acuerdo a esa comprensión, será eximido de responsabilidad. Cuando por igual razón, esa posibilidad se halla disminuida, se atenuará la pena. (Artículo 15°. Código Penal vigente).

El caso desarrollado concuerda con este artículo del Código Penal. Su tratamiento requiere la realización de una pericia antropológica, pero a la vez se requiere fortalecer las capacidades de los operadores jurídicos: jueces, fiscales, policía nacional, abogados, personal del INPE, etc., en el manejo de la interculturalidad, a nivel conceptual, metodológico y actitudinal, para que no sea un mero “saludo a la bandera” sino para avanzar hacia una interculturalidad jurídica.

Documentos judiciales del proceso revelan la dificultad de aprehender el caso. La coacción ejercida por autoridades y personajes de la localidad de Ullpayacu se entrecruza de manera confusa con los hechos del presunto homicidio. Asimismo, se observa que desde el inicio el Juez señala la necesidad de contar con información especializada para el abordaje del caso: la pericia antropológica. Igualmente, podemos apreciar el reconocimiento del derecho al uso del idioma materno por parte de los ciudadanos indígenas, pero también no dejan de aparecer las dificultades para su adecuada y eficaz utilización, porque no hay personas con un mínimo nivel de formación para este tipo de actuaciones.

En los documentos judiciales se señala que Klint es un mestizo de la localidad de Ullpayacu. Se ha identificado que se trata de un nativo kechua, que vivió algún período, en situación marginal, en la localidad de Ullpayacu.

Con la información expuesta, se dio cumplimiento al requerimiento judicial de un juez de Yurimaguas de “determinar la pertenencia o no a comunidades nativas, el grado cultural del inculpado en lo que respecta al medio donde vive y las costumbres del mismo.”

Sin embargo, yendo a aspectos más estructurales, la actual Constitución Política del Perú en su artículo 2, numeral 19 reconoce que “Toda persona tiene derecho a su identidad étnica y cultural. El estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la Nación. Todo peruano tiene derecho a usar su propio idioma ante cualquier autoridad mediante un intérprete.” Además, el Estado ha suscrito un cúmulo de normas, convenios y compromisos internacionales que protegen los derechos indígenas. Sin embargo, ni el artículo de la Constitución ni los convenios internacionales tienen un reglamento de aplicación.[11] Todo indica que el sistema ha sido amañado desde el comienzo, pues, bajo este sistema, se hacen diferencias pero para inferiorizar y si proponen igualdad es para descaracterizar[12].

El anhelo es que se haga las diferencias para incluir los ethos de los pueblos originarios en la Constitución Política y demás instrumentos jurídicos y que se invoque la igualdad para brindar la misma oportunidad a todos y para el respeto de los derechos fundamentales.

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GLOSARIO

Aireadito: síndrome de un niño que padece los efectos de un mal aire.

Alagan: lugares que se inundan por la crecida de los ríos o por las lluvias.

Apu: autoridad de las comunidades amazónicas.

Ayahuasca: planta enredadera del cual se elabora un brebaje de efectos psicodélicos.

Hechiza: escopeta elaborada artesanalmente.

Icaros: cantos que el maestro ayahuasquero realiza en una sesión de ayahuasca.

Masato: bebida elabora a base de yuca.

Mitayero: persona que domina bien los poderes del bosque y es hábil para conseguir alimentos.

Poner la trampa: poner redes en los ríos para atrapar peces. También le dicen redear.

Restinga: montículos elevados donde no llega a inundar el agua ni con la creciente de los ríos.

Retrocarga: escopeta de perdigones, por lo general de fabricación artesanal.

Simbuna: lupuna, el árbol más alto de la Amazonía. Su copa sobresale el dosel del bosque.

Visión: revelaciones tenidas de manera individual y/o colectivas bajo la ingesta de ayahuasca y/o jugo de tabaco.

 

NOTAS

[1] El presente documento es una adaptación del “Capítulo 5: Nativo kandozi inculpado de homicidio simple” del Informe Profesional titulado “¿Inculpado? ¿No es el que no tiene culpa? Peritajes antropológicos en la Amazonía Peruana. Presentado ante la Pontificia Universidad Católica del Perú para optar el título de Licenciado en Antropología.

[2] En las comunidades de la Amazonía las familias tienen dos comidas al día, en la mañana, alrededor de las ocho y en la tarde a eso de las cinco. El padre de familia sale todos los días al monte, a las tres de la mañana, a conseguir los alimentos para el día. No trae más de lo que van a consumir en el día, pues el calor la humedad y los insectos no permiten guardar alimentos de un día para otro.

[3] El cálculo del tiempo no es exacto, porque los kandozi no contabilizan el tiempo con el calendario gregoriano que nos rige en las ciudades. Ellos manejan el tiempo con la observación del movimiento del sol, la luna y las estrellas: “(…) cuando alguien se va al monte, le dice a su familia: ‘cuando el sol alumbre el amanecer por encima de ese árbol, voy a llegar’. Entonces su familia ya sabe cuánto va demorar.”

[4] Musa Karusha es el nombre del lago más grande de la Amazonía, 80 km2 aprox. En los mapas geográficos aparece con el nombre de Lago Rimachi. Este lago constituye el corazón del territorio kandozi. Es por ello que el pueblo kandozi reivindica su nombre denominándolo Musa Karusha. Musa significa lago en lengua kandozi, y Karusha es el nombre del primer personaje kandozi que empezó a vivir en la entrada del lago.

[5] Kárusa, nombre tomado de: http://tipishca.blogspot.com/2016/03/Kárusa-y-el-lago-musa-karusha-leyenda.html

[6] Entre los kandozi las costumbres funerarias es que se lavan los utensilios de cocina de la mujer muerta, se los ubica en un altillo especialmente construido para ello, y nadie más los vuelve a utilizar. El cuerpo es puesto en una canoa que ya está en desuso, se le recorta los extremos, al tamaño del muerto, se ponen tapas de madera en ambos extremos, pero la parte superior solo la cubren con plásticos. Luego la entierran debajo de la tarima de pona, tarima sobre la cual toda la familia duerme todas las noches. Presumiblemente el entierro es a poca profundidad, pues en el momento de la entrevista en dicho hogar, el olor putrefacto del cadáver se levantaba por oleadas. Sin embargo, este tipo de entierros sólo se realizan en las comunidades que no se inundan, en las comunidades “de altura”. En las comunidades que se “alagan” (inundan) los muertos no se entierran. Construyen una pequeña barbacoa al lado de la casa, donde -con el soporte de unos horcones- es colocada la canoa-féretro. Debajo de ello colocan un brasero, a manera de sahumerio, para mitigar los olores y ahuyentar insectos. Si la vieja canoa utilizada tiene agujeros, por estos escurrirá los líquidos del cadáver y hasta caerán por él los gusanos. Además, si es época de vaciante, el suelo estará seco y en dicho piso viven las gallinas que picotean y comen estos efluvios necróticos.

[7] De las diferentes referencias que hemos recogido no se puede determinar con exactitud el número de participantes, puede ser que no todos participaron de toda la reunión de intercambio de visiones.

[8] Irunlli: nombre tomado de El Ojo Verde.

[9] Este gráfico es el diagrama de Venn, de la Teoría de Conjuntos, que se utiliza como una técnica participativa para obtener un mapa institucional de las comunidades.

[10] El ayahuasca comenzó a ser utilizado en la zona del Putumayo, en la zona fronteriza entre Perú, Ecuador y Colombia, y luego se expandió a otras regiones durante la época del caucho, principalmente en la selva ecuatoriana, la selva norte y central del Perú y la selva sur de Colombia. En otros lugares, como la selva sur peruana, recién ha llegado a finales del siglo XX. Sin embargo, existen muchas sustancias psicotrópicas que se usan en la Amazonía: toé y datura (Brugmansia sp), hongos y muchas otras plantas. El tabaco también puede tener propiedades psicotrópicas, dependiendo cómo se usen. (Referencia personal de Óscar Espinoza)

[11] El único convenio internacional que cuenta con un Reglamento es el Convenio 169 de la OIT sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y Tribales en países independientes (1989). Debido a este Reglamento es obligatorio la realización de la consulta previa cuando las medidas políticas, proyectos o acciones que realice o autorice el Estado pueden afectar de alguna manera a los pueblos indígenas.

[12] Inferiorizar y Descaracterizar son conceptos desarrollados por Boaventura de Souza Santos en “La refundación del estado en América Latina”, 2010.

 

 

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