Sentido político de la protesta

Sentido político de la protesta

Categoría : General

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Escenarios y salidas a la crisis

El derecho constitucional a la protesta ciudadana se encuentra fortalecida a partir de la sentencia del Tribunal Constitucional del expediente N.° 00009-2018-AI/TC, resuelta en julio del 2020.  Al amparo de este derecho la protesta social ha emergido producto del relevo que señala la Constitución, Manuel Merino de Lama, cuando el parlamento votó por 105 votos la moción que declara a Martín Vizcarra vacado de la Presidencia de la República por incapacidad permanente.

Lo que hay que señalar es que según el artículo 115 de la Constitución, si los vicepresidentes están impedidos de asumir la Presidencia de la República, el que asume es el Presidente del Congreso de la República con un único mandato: convocar a elecciones. Y, como el mandato es transitorio, el que el Presidente del parlamento asuma temporalmente la Presidencia de la República: “no implica la vacancia de su cargo de Presidente del Congreso ni de su condición de Congresista de la República”.

Ante estado de cosas se presentan varios escenarios. El primero, es que frente a la moción de vacancia de Vizcarra se presente otra que revierta la votación de 105 votos, y coloque todo a la situación del lunes 9 de noviembre, antes de la votación. Escenario difícil de concretar, por dos razones; un sector de las protestas quiere a Vizcarra devuelta a la Presidencia, pero otro sector ya no lo quiere. Además, eso significaría que el Congreso de la República, en su fragmentación política acepte establecer ese procedimiento.

El segundo escenario, es lo que se ha llamado el factor Paniagua.  Primero, identificar un congresista, un político, donde pesan más los intereses nacionales que los propios, eso era Paniagua. Segundo, convencer a Manuel Merino de Lama de renunciar  a la Presidencia del parlamento para colocar al congresista identificado en el cargo de Presidente del Congreso y dejarlo expedito para que asuma la presidencia de la República. Nombres existen, Carolina Lizárraga, Alberto de Belaúnde, Luis Roel, entre otros.

El problema principal en este segundo escenario es hacer ágil este proceso que una coyuntura como la del año 2000, con la renuncia por fax de Fujimori, si permitió acelerar procesos y erigir a Paniagua como presidente del gobierno de transición. Pero lo más importante que todos los grupos políticos retiren sus intereses políticos para hacer viable esta posibilidad. Un Congreso tan fragmentado y heterogéneo como el actual, lo hace más complicado.

El tercer escenario, es que el gobierno transitorio de Manuel Merino de Lama, con su presidente del Consejo de Ministros, Antero Flórez-Araoz, se mantengan con las normas y las Constitución en la mano establecer que estamos ante un gobierno que cuenta con toda la legalidad, y su análisis considera que estas protestas se irán disipando conforme pasen los días y se conforme un gabinete ministerial. Aunque, es perfectamente posible, que las protestas se incrementen en cantidad e intensidad, digan lo contrario sobre el sentir ciudadano.

Habría que recordarle a los que apuestan por este escenario que la democracia es forma y fondo. Importa cómo si se toman las decisiones de acuerdo al marco legal y constitucional, pero también importa, el contenido del mismo, y si esto va a generar externalidades positivas o negativas como señalan los economistas.

Por lo que, la vigencia y permanencia de este escenario está en función directa de la permanencia y la calidad de la protesta social.

Un cuarto escenario, es que ante las protestas que crecen se releve al gabinete Flórez-Araoz, y se promueva un proceso político que busque establecer un gabinete ministerial de consenso político y social que conduzca el gobierno de transición en los siete meses que restan para el cambio de gobierno. Ello, implicará que Merino, acepte, que las decisiones principales y la gestión pública del aparato público queda en manos del presidente del Consejo de Ministros y los ministros, hasta el 28 de julio de 2021.

Esta posibilidad, que configura casi un gabinete nacional de salvación nacional, si permitiría que algunas personalidades de diversas inclinaciones o posturas, salgan de sus cuarteles de invierno, y puedan decidirse por aceptar ser parte del servicio público hasta el cambio de gobierno.

La protesta social, para que sea más contundente necesita fijar un horizonte se salida a la crisis política y empujar en esa dirección las manifestaciones. A su vez, el gobierno transitorio de Merino si quiere un régimen de transición que adquiera legitimidad, necesita buscar salidas que no se queden en la formalidad de la norma, sino salidas políticas.

 

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