Autores como Drucker (2003), Senge (2002), Casado (2001), Davenport (2000), entre otros, refieren en sus estudios, como al encontrarnos en una era globalizada, priman la aceleración, los estilos de vida que subyacen a ella, y la modernidad tecnológica e informática que nos permiten acceder fácilmente a información en tiempo real; pudiendo ser ésta, una oportunidad para la conformación de redes de contacto ciberespacial. Según Tanaka (2011) la generación de la inteligencia colectiva constituiría en los tiempos actuales, el nuevo valor de una organización. El poder del conocimiento va quedando en segundo plano, si se trata de un proceso de gestión que releve el talento individual de las personas. En tanto existan conocimientos compartidos y generados en forma colectiva a través de las llamadas redes de contacto; estamos desarrollando entonces, procesos de gestión de la sabiduría.
La gestión de la sabiduría podría forjarse desde el aula como un trabajo colectivo e integral “lo que importa es el todo y no la suma de las partes”, (Collison, 2003:35). El aula se convierte en un espacio en el que los grupos humanos confluyen en oportunidades de reflexión y análisis. El mayor reto del docente es aceptar un cambio de paradigma desde su rol; despojarse de su ego centralizado en concepciones que lo conviertan en “el dueño de la verdad” o el que “tiene la última palabra” (Tanaka, 2011). El readaptarse a estas nuevas exigencias implicaría maestros con mayor flexibilidad y disposición al cambio continuo, ya que el mundo permanentemente replantea sus situaciones y la ciencia avanza en forma vertiginosa, (Chiavenato, 2004).
Es necesario intervenir en la formación continua de maestros para desarrollar mayores competencias y capacidades. Habrá que actuar desde la formación inicial de los docentes e intervenir en la capacitación y actualización de aquellos que ya se encuentren insertados en el sistema educativo (Bolívar, 1999). Se requieren maestros que sepan estimular la inteligencia colectiva orientada a la producción de nuevas ideas; propiciando en el aula espacios de creatividad, liderazgo y de reflexión crítica de una realidad inacabada y en permanente construcción (Hidalgo y Cuba, 1999).
A medida que los alumnos intercambien opiniones, posturas y aprendan a fundamentarlas en forma objetiva, se despejarán dudas y se entrará en un campo de sabiduría y claridad intelectual; lo cual es mucho más importante que hablar de la inteligencia o experticia de un solo individuo (Tanaka, 2011).
Urge replantear los paradigmas de enseñanza y aprendizaje, (Alvarez, 1999); buscar alternativas que configuren la didáctica pedagógica para desarrollar desde el aula habilidades de investigación, creatividad y propuestas de innovación o de resolución de los problemas existentes; hay que propiciar que las nuevas generaciones en su futuro rol de conductores sepan correr riesgos en base a la construcción de sabiduría.
Collison (2003) hace referencia de las redes de consecución y de capacitación, las primeras buscan alcanzar un propósito común mediante la utilización conjunta de conocimientos y su traducción en acciones que beneficien a la institución en el logro de resultados y las segundas se orientan a la mejora del rendimiento de los miembros mediante la puesta en común de conocimientos internos, externos y prácticas positivas.
Wenger (2001) y Senge (2000), sostienen que estas comunidades se asocian en forma comprometida para intercambiar información y conocimiento que facilitan la comunicación intergeneracional. Esto constituye una oportunidad para los docentes, cuando se les incluye espontáneamente como actores ejecutantes del intercambio en estas redes. Bien podríamos forjar aulas virtuales que consideren sistemas y redes sociales que aprovechen herramientas tan útiles como los blogs, foros virtuales, wikis, entre los más conocidos y que son parte de los ecosistemas planteados por Tanaka. Debemos aprovechar la orientación social que tienen estas redes ya que parten del interés de los alumnos y constituyen por ello el factor de significatividad tan preciado en los procesos pedagógicos de todo aprendizaje.
“Las comunidades son redes de lazos interpersonales que proporcionan sociabilidad, apoyo, información, un sentimiento de pertenencia y una identidad social” Castells (2001: p. 11). Las redes sociales desde el Internet, posibilitan la gestión de la sabiduría como producto de la inteligencia colectiva; ya que se estaría hablando de expertos en un determinado tema.
El docente se convierte en el mediador de procesos de aprendizaje compartido y tiene la misión de procurar en su didáctica oportunidades que desarrollen capacidades en los líderes del futuro. Ya que son precisamente, las nuevas generaciones quienes liderarán estos cambios (Tanaka, 2011).
La configuración de alumnos, nativos digitales y de maestros, inmigrantes digitales, es un factor a tener en cuenta y que explica el desfase de las nuevas generaciones en relación a quienes formalmente conducen las riendas del proceso formal en las aulas, (Prensky, 2001). El maestro necesita actualizarse y pulir sus habilidades en el manejo de la TICs y los recursos de Internet. Los alumnos llevan una gran ventaja ya que además, se autorregulan de manera espontánea cuando aprenden a utilizar y manejar los mismos.
Es tiempo de replantear los modelos educativos existentes y las intervenciones del docente en estos procesos. “La organización educativa se enfrenta al desafío de generar un nuevo tipo de acto pedagógico para un nuevo tipo de estudiante y sociedad, dejando atrás viejos modelos”. (UNESCO, 2002). Se requiere propiciar en ambientes de especialización docente reflexión conjunta y generación de actitudes proactivas que quieran emprender los nuevos retos.