Se nos presentan frentes tan heterogéneos y con tanto énfasis en el avance tecnológico que
no podemos negarnos a aceptar la necesidad de un cambio en los paradigmas de enseñanza.
Es tal vez, tiempo de revolucionar nuestras primeras concepciones sobre el aprendizaje. Alguna vez hemos pensado que las teorías científico-pedagógicas pudieran desfasarse en el tiempo y en el modo de enseñar?
Luego, la polémica situación de familias disfuncionales o simplemente nuevos tipos de estructura familiar, que a estas alturas del milenio, son familias “normales”.
Los maestros aduciendo que “no pueden hacer nada si la familia no apoya”. Entonces… ¿dónde quedaron los expertos de la educación?, los que estudiaron para dedicarse a la formación escolar de una persona…
Este panorama, aparentemente devastador solo nos pone en claro que los maestros de hoy en día, los que buscamos y aceptamos profesionalizarnos y especializarnos para la enseñanza en las aulas, tenemos un reto increíble: El reto de “reconceptualizarnos”.
Si verdaderamente nos forjamos educadores y revisamos nuestra práctica, encontraremos puntos centrales, como saber si verdaderamente llegamos a nuestros alumnos o si nuestra didáctica les facilita el aprendizaje, o simplemente, si logramos que ellos sientan que les gusta asisitir a nuestra clase.
No podemos desviar nuestra atención a pensar en si recibimos o no ayuda de los padres, debemos actuar en los espacios que nos toca afrontar. A veces también debemos ser soporte familiar; pero brindar a un niño o joven estudiante la posibilidad de encontrar “una ventana de escape” o “una ventana de libertad y bienestar” es verdaderamente realizarnos como educadores.
En la medida en que sintamos encajar en este reto de educar y lo asumamos como nuestro, entonces nos sentiremos vivos, nos brillarán los ojos frente a aquello que vamos logrando, que vamos sintiendo nuestro, porque verdaderamente encajamos en él… EL RETO DE EDUCAR…