En la actualidad existen innumerables manifestaciones de la situación docente en nuestro país. ¿Es que será necesario que los docentes nos replanteamos en nuestro papel formador?, ¿en qué medida hemos respondido responsablemente a los desafíos de las transformaciones y avances de esta post modernidad?
Urge echar un vistazo desde la profesión docente a la efectividad de nuestra labor. Las encuestas y resultados emitidos por organismos internacionalmente reconocidos, nos ubican en sitiales inferiores y nada envidiables.
¿Qué debemos hacer? Necesitamos reflexionar, tomar consciencia y decidirnos en una renovación acerca de nuestros modos de plantear la pedagogía y la formación desde las aulas.
Ya no es posible limitar nuestro papel al cumplimiento de programaciones “diversificadas” o instauradas por proyectos educativos no profundizados, no entendidos o tal vez impuestos por las instituciones de las cuales formamos parte.
Hay que involucrarnos y “ponernos la camiseta” del proyecto educativo, hay que replantear estrategias desde la familia. La realidad lo exige y no podemos estar desfasados. Urge entonces que innovemos desde la reflexión de los principios de nuestra profesión docente.
Empecemos ya, pareciera decirnos el inconsciente y la sensatez. Basta ya de de adoptar una posición “pasiva” y estática. Los cambios se fomentan desde nuestra propia actitud. Sin revanchismos, ni manifestaciones absurdas de “desequilibrio”; no se trata de formar sindicatos… de tomar las armas… se trata de actuar desde nuestra propia situación particular… se trata de una transformación docente, desde la lectura del desafío actual que acelera su paso y ante el cual no debemos estar pasivos.
La transformación docente una necesidad
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