El origen virreinal de Mejía

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En el 2021 alguien me sugirió que le preguntara a los antiguos dónde estaba Chule o por qué Mejía se llamaba así. Parece que ni el coronel Andía lo sabía hace más de 100 años. Extraviamos un puerto colonial por la cantidad de mudanzas en un mar Pacífico que en Arequipa deja de serlo. Y perdimos una estación de tren por nuestra acostumbrada desorganización y miopía nacional. «Perdí Mejía» podría consignarse como frase si recordamos que hasta hace un par de veranos seguíamos pensando que el topónimo del balneario venía de la voz mejillones.

Por viejos documentos de archivos sabemos que Chule fue la denominación prehispánica de La Ensenada, Mejía y Mollendo inclusive, no solo en la zona litoral, sino también en las lomas. No es claro dónde colindaba con Tambopalla que llamamos Tambo. Tampoco cuál fue el pueblo principal del valle cuando lo conocieron los conquistadores. Hace falta mayor arqueología comparativa entre las zonas de La Curva, El Arenal y Cocachacra.

Lo anterior es relevante porque están registradas 2 leguas entre el puerto desaparecido y unas chacras de maíz y trigo de Alonso de Cáceres en el Valle de Tambo. Es lo que le demora a una persona caminar 2 horas. El cronista Pedro Cieza de León dijo en 1553 que entre el puerto y el río se demoraba lo mismo; que es la distancia que uno camina de Mejía a la desembocadura, por más que se moviera un poco debido a encausamientos.

Rompecabezas para excelentes geógrafos que debatieron la ubicación del mítico puerto de Arequipa. Motivo que me tuvo 3 años añadiendo pistas. Quienes me conocen saben que voy dispuesto a ahogarme en mis proyectos. Aprendí incluso paleografía para buscar en archivos coloniales todo lo que dijera Chule o Mejía. Y me puse a estudiar las variaciones marinas, porque pensé lo que recién ahora suena obvio de tanto contar la idea: que la línea marina cambió por zonas y no mojó restos arqueológicos como la Cruz de Chule del siglo XVI que un poblador asegura fue hallada enterrada tras la irrigación junto a los pies de la quebrada de Chule. Tras investigación, al parecer sí fue acaparada por los franciscanos que la conservan en la Iglesia de San Francisco de Arequipa y que restauraron en 2022; lo doy a conocer con este artículo.

Volvamos al Valle del siglo XVI. Un par de documentos mencionan lagunas alrededor del río Tambo, no necesariamente son las mismas de hoy. En el XVII los jesuitas propusieron extender una acequia de regadío hasta la quebrada de Quialaque cuya propiedad colindaba con el mar, pero no lo consiguieron. Los papeles hacen pensar que tuvo que haber un canal prehispánico que pasaba al Norte del Boquerón y que formaba ya lagunas contribuyendo a las del delta del río. Es decir, se cultivaba alrededor del Boquerón y eso significa que pudo haber un asentamiento en esa zona que era considerada parte del Valle de Tambo. Espacio difuso con el vecino Chule del 1500s.

Responder la pregunta de por qué Mejía se llama así, ameritaba entender bien el siglo de Chule, el del encuentro de dos mundos diferentes que hoy constituyen el Perú. Parece novelesco que ese sea el escenario del capitán que firmaba Mexia. La j es usual en siglos posteriores, por ello México, como ejemplo. Las Pampas de Mexia -que unos pronunciaban Meshia y otros Mejia- estaban debajo y al Norte de la quebrada de Quialaque de los Jesuitas que la asimilaron sin poder llegar a irrigarla. El nombre corrió en el siglo XVIII a la Punta de Mejía que es un término naviero que significa entrante al mar como lo es el sector de La Isla. Al Norte estuvo el puerto de Chule no necesariamente en la principal quebrada de Mejía que conservó o condensó el topónimo. Por qué pierdes tanto tiempo en nombrecitos me dijo alguien, bueno, el lector inteligente podrá ir imaginando el viaje del libro Mexia.

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