Por Dawn Raffel
El editor de la revista Times reflexiona sobre el vínculo entre hermanos.
Un escritor explica por qué son tan valiosos los hermanos. Sabemos lo importantes que son nuestros padres y nuestra pareja. En cuanto a nuestros hijos, daríamos la vida por ellos. Pero existe un vínculo que subestimamos, dice Jeffrey Kluger, editor de la revista Time y autor del libro The Sibling Effect (“El efecto fraterno”).
“Desde el instante en que nacemos, nuestros hermanos y hermanas son nuestros aliados y nuestros cómplices”, escribe. “Modelan nuestra conducta y nos dan ejemplos aleccionadores”. Kluger tiene tres hermanos, y responde aquí algunas preguntas:
-¿Por qué valoramos menos a nuestros hermanos?
Son nuestros compañeros de juegos en los primeros años de vida y vamos perdiendo interés en ellos con el paso del tiempo, pero lo cierto es que sentimos un fuerte apego hacia la gente más cercana a nosotros. Eso pasa con los padres, pero los hermanos también están allí todo el tiempo. Incluso los padres más atentos son como los médicos al hacer sus rondas. Dicen: “Guarda ese juguete”, “No te volverá a pegar” o “La cena estará lista en 15 minutos”. Pero lo que los niños ven es una lucha de poderes: en casa se lucha por las cosas y hay agresiones. Las personas con quienes interactuamos en esos psicodramas se vuelven vitales en nuestro desarrollo.
-¿Cómo se manifiesta el favoritismo paterno en la edad adulta?
En realidad, puede beneficiar al hijo no favorecido, ya que lo hace esforzarse para recibir elogios. El hijo predilecto adquiere autoestima y seguridad rápidamente, mientras que el menos favorecido debe luchar. La mayoría de los hijos lo supera al crecer, pero cuando sus padres envejecen, los problemas
afloran. Si fue el hijo favorito y su hermana menor se convierte en la cuidadora de sus padres, tiene todo el derecho de indignarse si siempre se sintió relegada.
-¿Cómo cambia después el lazo fraterno?
Hay un distanciamiento entre los hermanos mientras se establecen como adultos. Concentran su energía en otras cosas, como el trabajo y los hijos, pero cuando termina esta etapa tienden a unirse otra vez, ahora para formar una familia extendida. Algunos de los momentos más felices que tenemos mis hermanos y yo son cuando nos reunimos todos y vemos lo que estamos creando genética y culturalmente. Uno puede vivir bien sin hermanos, pero si los tienes y no los disfruta, es una locura.
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