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Por SUSANNAH MEADOWS

Dos hermanas huérfanas, separadas al nacer, logran encontrarse.

Esta historia es mejor que la de un amor a primera vista. Dos personas anhelaban encontrarse, aunque bien podrían no haberlo conseguido jamás. Se sentían conectadas, aunque podrían no haberse tocado nunca. Hasta les habían dado el mismo nombre de pila, a pesar de que sus familias no se conocían.

Cuando Meredith Grace Rittenhouse y Meredith Ellen Harrington finalmente fueron presentadas, el amor ya era casi irrelevante. Su vínculo era más misterioso, más fundamental. Las Merediths son gemelas fraternas (mellizas) chinas que fueron adoptadas por dos familias estadounidenses distintas. Las niñas se encontraron hace siete años, cuando tenían cuatro, y no se han separado desde entonces.

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Fue en un día de principios de diciembre en Jiangmen, China, cuando la madre biológica de Meredith Grace se despidió de su recién nacida. Meredith Grace fue acogida por el Instituto de Bienestar Social de la ciudad de Jiangmen, el 8 de diciembre de 1999. Los administradores calcularon que tenía una semana de edad y que había nacido el 1 de diciembre. Unas semanas después encontraron a otra bebé en las cercanías. Se calculó que su fecha de nacimiento era el 16 de diciembre.

Durante nueve meses, las dos nenas vivieron en el orfanato. Hasta donde lo saben sus familias adoptivas, no había razón para sospechar que las bebés abandonadas eran mellizas. Cuando tenía 10 meses, Meredith Grace se mudó a su nuevo hogar en los suburbios de Chicago con Jim y Susan Rittenhouse. Meredith se adaptó bien a la vida en los Estados Unidos, pero estaba obsesionada con la idea de las hermanas. Solía contarle a su maestra de preescolar de la que tenía en China; sus padres interpretaron esto como un deseo de tener una hermana.

Un mes antes de que los Rittenhouse adoptaran a Meredith Grace, Leigh Anne y Mike Harrington le pusieron a su hijita el nombre de Meredith Ellen y se la llevaron a vivir a su casa en Birmingham, Alabama. Meredith Ellen era más tranquila que la hermana de Chicago cuya existencia aún desconocía. Y pasó por periodos de melancolía, en los que decía a sus padres: “Me siento muy sola. Ojalá tuviera una hermana”.

Cuando Meredith cumplió tres años, Leigh Ann y Mike decidieron darle una; adoptaron a Ally, también de China, pero de una ciudad distinta. En Chicago, los Rittenhouse estaban considerando adoptar a una hermana para Meredith cuando una publicación en un foro de Yahoo llamó la atención de Jim. Estaba leyendo un tablero de mensajes iniciado por su esposa para conectar a los padres que habían adoptado niños en el Instituto de Bienestar Social de la Ciudad de Jiangmen alrededor del mismo tiempo. Jim movió el mouse hacia el enlace e hizo clic. Allí, en su pantalla, se veía lo que parecía ser la cara de su propia hija.

En poco tiempo, las familias estaban intercambiando fotos e historias. Una prueba de ADN a la postre dijo a los dos padres lo que ya sabían.
Aquí había dos niñitas con el mismo ADN a las que se estaba criando aparte.

Meredith Grace le fue presentada a su hermana en el estacionamiento de un hotel de Birmingham. A las niñas se les dijo sólo que venían del mismo orfanato.

Días antes, las nenas de cuatro años habían hablado por teléfono. Antes de colgar, Meredith Grace le susurró “te amo” a la hermana a la que nunca había visto.

Las niñas dieron vueltas una en torno de la otra sólo un momento. Cuando finalmente se separaron después de ese primer abrazo, se tomaron de la mano, Meredith Grace a la izquierda y Meredith Ellen a la derecha. La segunda le dijo a la primera: “Creo que nacimos juntas”. El corolario del júbilo de las Merediths al encontrarse es la desolación por tener que separarse otra vez después de las visitas. El dolor dio paso a las rabietas; “las peores de cuantas he visto en toda su vida”, escribió Jim Rittenhouse en su diario on line después de la primera reunión de las niñas.

Desde esa primera reunión hace casi seis años —las niñas tienen hoy once— se han visto unas doce veces. Entre visitas no hablan por teléfono porque eso las entristece mucho. Pero Meredith Grace les ha dicho a sus padres que piensa en Sissy, como se dicen una a otra, diez veces al día. Las visitas se organizan por necesidad, cuando la nostalgia se vuelve insoportable (un momento, dicen las madres, que cada niña experimenta al mismo tiempo). Meredith Grace se pone de un humor negro. Meredith Ellen llora a veces a la noche, diciendo: “Extraño a Sissy”.

Y así van las cosas para las familias de las gemelas, que se encuentran en una especie de matrimonio arreglado con un grupo de desconocidos. El dinero extra se destina a comprar pasajes de avión entre Chicago y Birmingham. Las vacaciones familiares se pasan en las casas suburbanas de unos u otros, que están separadas por 1.100 kilómetros. Pero tanto para los Rittenhouse como para los Harrington, la alegría de ver a las niñas juntas es mayor que las dificultades de hacer que se encuentren. Han logrado crear una relación cálida y respetuosa.

Pese al estrés emocional que padecen todos, ambas Merediths dicen que se sienten completas ahora que se han encontrado. Meredith Grace adquirió más confianza en sí misma, dice su madre. Hizo frente a su miedo a los perros porque su hermana tenía cinco, y venció su aversión a meter la cara bajo el agua porque su gemela podía hacerlo. La tristeza de Meredith Ellen desapareció y ahora compite en eventos ecuestres.

Sus visitas están repletas de actividades: saltar sobre un puf, cantar con karaoke, hacerse cosquillas, jugar al Uno, darse codazos, compartir auriculares, posar para tomarse fotos, jugar a las escondidas, darse almohadazos, hamacarse, reírse, nadar, cavar agujeros en el arenero. Pero, no todos los segundos son de felicidad. Como todas las hermanas, se enojan una con la otra: “¿Quieres dejar de hacer eso?”, y la frase clásica entre hermanos: “¿Por qué no desapareces?”.

Hace siete años, Meredith Grace dibujó su ideal de casa: dos residencias de dos pisos contiguas para sus familias, y las habitaciones de las niñas conectadas por una puerta. Su idea más reciente para hacer que los Harrington se muden a una casa en su barrio. Aunque los Rittenhouse y los Harrington han considerado vivir más cerca unos de otros, por ahora las niñas tendrán que conformarse con visitas, como un reciente viaje juntas a Disneyworld. Mientras esperaban en fila para hacer el paseo de los Piratas del Caribe, Meredith Grace empezó a sentir miedo. Cuando su barco se acercó, la niña se subió y se sentó entre su papá y su mamá, mientras Meredith Ellen compartía otro asiento con su familia. Pero en cuanto partieron, Meredith Grace corrió a donde estaba sentada su gemela y se apretó junto a ella para que la reconfortara. Allí, junto a Meredith Ellen, era precisamente donde debía estar.

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