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Sección: Marketing | Categoría: Marketing
por: Miriam Simcovich

Dentro de la enorme cantidad de locales comerciales y la variedad de ofertas de productos existentes hoy en la ciudad, algunos nos invitan a quedarnos. Ya sea para consumir ahí mismo (en el caso de un comercio gastronómico, por ejemplo), para recorrer los estantes y mesas interiores eligiendo qué llevar, o simplemente por la magia de permanecer, pertenecer o -lo mas importante- consumir. Esto no es casualidad, sino que se debe a una cuidadosa organización del espacio y otros elementos, que hacen que el cliente desee entrar, estar y principalmente volver.

En los negocios más exitosos, cada aspecto se diseña pensando en el cliente: la mercancía y la manera de exponerla; la parte gráfica (etiquetas, packaging); la ambientación, la temperatura ambiente, la música que acompaña mientras se permanece en ese espacio, y hasta el entrenamiento de la fuerza de ventas. Cada elemento completa y promueve otros, y es la combinación de todos estos factores lo que “añade valor” a lo que ofrecemos y hace funcionar la idea.

La solución es crear un espacio con un diseño simple e inteligente, planificando cada aspecto desde el inicio. Esto transmite consistencia, algo que se extiende a la actitud positiva de todos los vendedores, a las etiquetas de las prendas, a la señalización, las campañas, la organización del producto, la ambientación de los locales, las vidrieras y todo el material auxiliar. Todos los detalles ayudan a definir un mensaje.

Para poder lograr espacios comerciales atractivos y finalmente lograr el objetivo final – que es provocar el deseo y la compra – se deben tener en cuenta diversos aspectos:

– Decoración: El local es el espacio donde el cliente finalmente vivirá la experiencia de compra. Cuanto más cercano, propio y acogedor lo sienta, mayor será el grado de relación que generará con la marca y el propio comercio.

– Proyecto: Lo ideal es poseer un proyecto integral desde la arquitectura, la decoración, la exhibición de productos como desde la etiqueta, bolsas, etc. Desde lo general a lo particular, todos los elementos deberían responder a una idea.

– Idea: Proyectar, concretar y mantener una idea fuerte, sostenible en el tiempo, con una consistencia que se vea en cada uno de los elementos que componen el espacio, y hagan que la marca tenga una identidad propia.

– Diseño: El diseño es un valor agregado que hace a la diferencia, que suma identidad y aporta un compromiso sobre la marca y el local.

– Equilibrio: Todos los elementos compositivos, como el color, texturas e iluminación deberán convivir en equilibrio, para brindar una sensación armónica y lograr un efecto positivo hacia el cliente.

– Percepción del color: El estudio del significado del color es imprescindible, para poder lograr un efecto positivo y lograr transmitir la intención dentro y fuera del local.

– Movimiento: es uno de los elementos compositivos que se utilizan para llamar la atención del cliente, desde la vidriera y el acceso como en el interior del local.

Partir de una idea simple, fácil de relatar, de entender, de recorrer y de exponer es asegurarse que el cliente entenderá nuestro mensaje.

Para lograr uno de esos espacios donde el cliente se siente cómodo y desee volver, se deberá por sobre todo lo mencionado aplicar el sentido común y fundamentalmente mantener estos conceptos a lo largo del tiempo. La marca debe estar viva y los locales transmitir dinamismo y vitalidad en cada uno de los detalles y organización del espacio comercial. No perder de vista estos recursos y llevarlos a cabo diariamente es la mejor inversión que podemos realizar para que nuestros comercios sean un éxito.

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