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Nos encontramos con tres personas que han navegado con éxito por las turbulentas aguas de la crisis financiera.
By Robert Keiner

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Que se llame crisis financiera, contracción de la economía o bancarrota, la mayor parte de Europa está pasando por el peor colapso de la economía en décadas. Sin embargo, mientras el aumento del paro, las quiebras y las suspensiones de pagos ocupan los titulares, muchos europeos están hallando nuevas formas de hacer frente y vencer a la recesión. En las páginas siguientes, tres personas comparten con nosotros sus lecciones de supervivencia.

Creer en uno mismo

Hoy, sentada en su pequeña oficina del centro de Lisboa, Patricia Dias reflexiona sobre la decisión que la llevó a montar su propia empresa pasado enero y declara “Ha sido el destino”.

El pasado año, la gran empresa de marketing y publicidad en la que había estado trabajando felizmente durante cinco años cayó víctima del empeoramiento de la economía en Portugal. Al tiempo que se agotaba el trabajo de la empresa, los directores dijeron a Dias y sus compañeros de trabajo que, como los tiempos eran difíciles, tendrían que recortarles casi un tercio el sueldo.

“Me encantaba el trabajo y la gente con la que trabajaba, así que me quedé, con la esperanza de que la empresa acabara pagándome lo que me debía”, dice Dias, de 32 años, casada y con un hijo. Pero no lo hicieron.

Peor aún, la empresa no pudo financiar ninguna indemnización por despido. En paro, por primera vez en su vida, Dias intentó ser optimista mientras buscaba un nuevo trabajo pero cada vez era más difícil encontrar uno. A pesar del empeño que ponía en buscar, no había trabajos adecuados para ella. “Me sentía inútil”, recuerda. “Cada vez estaba más apretada de dinero y no me gustaba la idea de vivir de las prestaciones del estado”.

“Da miedo ver que tu vida empieza a romperse en pedazos en tus narices y tus sueños de un futuro brillante, a hacerse añicos,” afirma.

Pero su marido Pedro nunca vaciló a la hora de apoyarla. “Si estaba depre, él me animaba”, recuerda.

“Dependía mucho de la familia y de los amigos.” El destino le brindó una oportunidad cuando conoció a una mujer con su misma mentalidad que le sugirió que unieran fuerzas y pusieran en marcha su propia empresa. Se dedicarían a promocionar chefs. Dias, por su experiencia en comunicación y planificación de eventos, encajaba a la perfección.

Poner en marcha una empresa significaba perder su prestación de desempleo que ascendía aproximadamente a dos tercios de su antiguo sueldo. “Pero mi marido sabía lo importante que era que yo tuviera un trabajo que me llenara y me animó para que siguiera adelante”, afirma Dias. ”Además, no soy el tipo de persona que puede estar sin hacer nada. Me gusta demasiado trabajar”.

Desde que comenzó con la Agencia de Chefs, nunca ha mirado hacia atrás.

“Empezamos con un cliente, pero ahora tenemos siete”, dice Dias. Recientemente, han contratado a un gestor de cuentas. Dias admite que poner en marcha un negocio puede ser aterrador. Cuando fundó la empresa se negó a ver las noticias de la televisión. “Había tantas noti­cias negativas sobre las empresas que quebraban, la economía que se debilitaba. Me propuse centrarme en lo positivo”, dice. Trabajaba muchas más horas que en el trabajo anterior pero no se quejaba. “Veo que es una inversión para mi futuro”, afirma. “Estoy invirtiendo en algo en lo que realmente creo – mi familia”.

Destacar de la multitud
Feilim Mac An Iomaire estaba desesperado. En agosto de 2010, a la vuelta de una estancia de un año en Australia donde trabajó como agente de viajes y coordinador de eventos, volvió a Irlanda con muchas esperanzas de encontrar un trabajo en ventas o marketing. “Sabía que sería duro en este inhóspito clima económico, pero al estar fuera me di cuenta de lo que amaba mi país. No quería tener que emigrar para encontrar trabajo como otros muchos de mis compatriotas se veían forzados a hacer.”

Este licenciado universitario de 26 años se mudó a vivir con sus padres en Galway y vivía de las prestaciones del estado que ascendían a 188 euros a la semana, mientras buscaba trabajo.

“Envié más de 200 currículums a posibles empresas pero apenas me respondieron” recuerda Mac An Iomaire. No es de extrañar dado que la tasa de desempleo en Irlanda del 14,4% es la tercera peor de la eurozona, después de España y Grecia. “Era frustrante y deprimente”, Tras ocho meses buscando empleo, había acabado con casi todos sus ahorros y estaba considerando la posibilidad de emigrar. “No veía otra opción”, dice. Lo peor de todo es que se culpaba a sí mismo. “Empecé a dudar Venciendo de mi propia valía”. Pero la familia y los amigos le apoyaban. Me alentaban para que no me rechazara personalmente”, recuerda. “Sabían por lo que estaba pasando”.

Después de leer que los agentes de contratación tan solo pasaban ocho segundos viendo cada CV; Mac An Iomaire tuvo una “idea revolucionaria” que cambiaría su vida. “Tenía que hacer algo con lo que me destacara sobre los demás solicitantes, dice. “Decidí promocionarme”.

Consiguió la ayuda de un diseñador. Unas semanas después, los trabajadores que acudían en coche diariamente a Dublín vieron una valla publicitaria gigante con una foto de Mac An Iomaire, que se apodaba “Irlandés en paro”, de pie, en la costa, mirando símbolos de GB, Australia, Canadá y los EE.UU. El titular decía “Sálvame de Emigrar”. En la parte inferior aparecía su dirección de correo electrónico. Los 2.000 euros que pagó por la valla publicitaria valieron la pena. Los medios de comunicación se hicieron eco de su historia y Mac An Iomaire fue entrevistado en Irlanda y en todo el mundo. “Realmente causó impacto”, dice. Recibió: menos del cinco por miles de mensajes de apoyo en sus cuentas de Facebook y Twitter.

Mejor aún, pudo hacer más de 20 entrevistas de trabajo que acabaron en cinco ofertas en firme. Aceptó un trabajo en el departamento de marketing y comunicación en la correduría de apuestas irlandesa Paddy Power. “Estoy en la luna”, dice Mac An Iomaire. “Ha sido como un sueño.”

¿Se puede sacar una lección de su original planteamiento de búsqueda de trabajo? “En estos tiempos tienes que pensar de forma creativa; tienes que hacerte notar ante los posibles empleadores,’ afirma el hombre que ya no tiene necesidad de llamarse “Irlandés en paro”.

Comenzar de nuevo
Trás más de 20 años como diseñador gráfico y director artístico autónomo de éxito, Davide Seminari, con oficina en Milán, recibió una oferta de trabajo que no pudo rechazar.

“En 2007, acepté un puesto de director artístico de una revista en una empresa editorial muy prestigiosa”, explica. “El trabajo era interesante, pagaban un buen sueldo y me gustaba tener un puesto fijo”.

El futuro parecía bueno. De hecho, Seminari estaba tan a gusto en su nuevo trabajo que se casó con su novia en junio de 2008. Sin embargo, unos pocos meses después, su mundo se derrumbó. En septiembre perdió el empleo. Fue a causa de una combinación de factores: la reorganización de la empresa, los recortes y el debilitamiento de la economía que golpeó a la industria editorial muy fuerte. “Estaba desolado. Ni siquiera lo vi venir”, afirma Davide de 48 años.

Empezó a buscar trabajo de diseñador gráfico director artístico pero las revistas estaban cerrando y no contrataban a nadie. Incluso se había agotado el trabajo como freelancer. Tras meses buscando trabajo sin éxito, Seminari se sentía desesperanzado. “Estaba realmente desanimado. Me seguía preguntando cómo ~ me había pasado eso a mí”. Su mujer y su familia nunca dejaron de apoyarle. “Me seguían animando cuando me veían deprimido”, afirma. “Estaban ahí para apoyarme”.

Entonces tuvo su momento de “¡Eureka!”. Como él mismo dice “Tenía que buscar un nuevo comienzo – algo que me apasionara”.
Él y su hermano Giovanni, director de restaurante, decidieron investigar la posibilidad de abrir su propia cafetería. Su padre y su abuelo habían regentado restaurantes, así que el catering era una tradición familiar. Se matricularon en un programa subvencionado por el estado, de reeducación en gestión de restaurantes y buscaron un local adecuado.

A mediados de 2009, los hermanos encontraron una pequeña cafetería en el distrito empresarial de Milán. “Tenía una buena tradición y una gran clientela”, afirma Seminario “Solo le faltaba nuestra pasión”.

Dos años después, Seminari explica que sus nuevas tareas son agotadoras pero alentadoras. Compara el proceso de aprendizaje de dirigir un restaurante como el aprendizaje de un nuevo idioma. “Tengo que estar pendiente de los gastos, del bruto y del neto”. Aunque parece muy alejado de su pasado como director artístico de la revista, no es así: “Uso todo lo que aprendí, desde mi sentido del diseño para decorar el restaurante y cómo presentar los platos de la mejor manera”.

Reflexiona sobre cómo llevó a cabo esta exitosa transición. “Nunca pierdas el entusiasmo ni la confianza en ti mismo. Muéstrate dispuesto a buscar el apoyo de tu familia y tus amigos”, dice. “Y no hay que tener miedo al cambio. Sonríe. Disfruta de la vida – y ¡tómate una buena taza de café!”.

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