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Esta es la historia de René Aziz, un emprendedor natural que fue creciendo, conquistando y tomando r i e s gos , teni endo subida s , momentos e stabl e s , pe ro tambi én ca ída s , como una montaña rus a , porque l a v ida empre s a r i a l puede a s eme j a rs e a un jue go me cáni co.

La tentación del fracaso

Es cierto que cuando uno hace lo que le apasiona, el mundo se ordena
a su favor, pero el camino está muchas veces lleno de pruebas de fuego.
Al empresario mexicano René Aziz siempre le interesaron los parques de
diversiones, y en ellos encontró su futuro empresarial. Su inicio fue como
jugando, pero llegó a facturar 50 millones de dólares.

“El (primer) juego me lo trajo una persona que lo vendía, y yo se lo compré
con el fin de iniciar un pequeño negocio”
. Fue así como logró tener en Mé-
xico tres parques temáticos.

Luego de lograr el éxito en su país a través del Grupo Mágico, como es
natural, le despertó el deseo de expandirse. Así que en el 2000, puso en
marcha una migración empresarial a Miami para crear un nuevo parque de
diversiones, al cual bautizó como Wannado City. El negocio operó durante cinco años con dificultades hasta que finalmente quebró. ¿Pero cómo
un parque de diversiones podría ser un fracaso en una ciudad tan agitada
como Miami? “Error fundamental: hicimos el proyecto muy grande y en un
mercado mediano”.

Antes de su funcionamiento, Aziz y sus socios encargaron un estudio de
mercado para asegurar el éxito de Wannado, porque sabían que ingresar
a un mercado ajeno al suyo tendría sus riesgos. Sin embargo, ciertas variables no habían sido tomadas en cuenta en dicho estudio. Uno era la capacidad del parque, el cual había sido diseñado para recibir a 500 mil niños
al año, pero la afluencia era de 300 mil niños. Otra variable fue el impacto
que tendría sobre el negocio la “cercanía” -a dos horas de distancia- de una
de las capitales del entretenimiento estadounidense, Orlando. “Era una
competencia importante. La gente se levanta a las 7 de la mañana y a las
9 ya está en Orlando. Entonces lo que parecía que no era competencia, sí
lo era”
. La figura de enfrentarse a un gigante fue decisiva para la quiebra, pues la gente estaba dispuesta a viajar esas dos horas porque la experiencia de Orlando prometía diversión asegurada.

“El negocio fue un éxito comercial, pero no un éxito financiero”. El proyecto estaba presupuestado en US$30 millones y terminó costando US$50 millones. Desde el primer día empezó generando perdidas. El negocio en Miami duró 5 años y en esa experiencia Aziz y sus socios perdieron un total de US$70 millones. No obstante, no sería su primer desaire empresarial. “El mercado tiene un tamaño, y llegamos a un punto en que no se podía hacer más”.

El juego del aprendizaje

En su presentación en la CADE Emprendedores 2011, organizado por IPAE,
René Aziz mostró ser reflexivo y tener un gran poder de recuperación ante
los fracasos:

“En los negocios siempre está el “juego del aprendizaje”, y más si vas a otro país”. Luego de cerrar su negocio en Miami, regresó a México con más inquietudes que tristezas. “lo que necesitaba era lograr el éxito en un mercado grande”, señala. Entonces, con las lecciones pasadas bien aprendidas René Aziz decide embarcarse en una nueva aventura, esta vez en Nueva York.

“La idea fue hacer un nuevo proyecto en un lugar de Estados Unidos con un
mercado mucho más grande, con menos competencia y con una dimensión
del proyecto más conservador”
. Y eso fue lo que hizo.

René Aziz se contactó con quienes debía, investigó el mercado, hizo los
planos y consiguió la autorización en el Centro Comercial respectivo. Como
si el “Goliat” Orlando no hubiera sido suficiente en su primera experiencia,
esta vez un nuevo gigante se le vino encima: la crisis financiera en Estados
Unidos.

“Cuando íbamos a abrir, se hablaba de la burbuja, pero la crisis aún estaba sin avisar”.

La caída del banco Lehman Brothers fue el punto sin retorno, y el hecho
que determinó la paralización definitiva del proyecto. Su nuevo negocio de
entretenimiento no pudo continuar porque ni siquiera el centro comercial
abrió. Aziz llama a estos momentos “the perfect storm”, que es cuando todo sale al revés, cuando la tormenta perfecta no deja escapatoria. Esta fue otra inversión perdida, que si le hubiera tocado vivir a alguien sin agallas emprendedoras, no hubiera podido soportarlo.

¿De qué manera vió Aziz este nuevo fracaso? “Cuando tú peleas por tus cosas y llegas al final y no se pudo, lo importante s saber entender que hiciste
hasta lo imposible por lograrlo y aprender de la experiencia”.

Nunca será posible saber si, sin la crisis financiera, su nueva cría empresarial hubiese tenido éxito. Pero como ya se dijo, una cualidad de Aziz es
su actitud frente al fracaso. Por eso, desde su espacio de intervención en
el CADE, sentencia la primera regla de lo que podría llamarse “el juego del
aprendizaje”:

“La importancia de saber rebotar en ocasiones adversas”.

Proyectos chicos, negocios grande

“El dinero no es el único patrimonio de una persona ni el más importante. El prestigio personal es el mejor patrimonio”, dice Aziz con experiencia y justa razón, antes de contarnos el éxito de su negocio actual.

Al haber perdido casi todos los recursos financieros que poseía en los proyectos anteriores, el emprendedor Aziz se vió en la obligación de regresar
a México, con toda la familia y con lo único que tenía: su prestigio profesional y su reconocida honradez. Esto fue decisivo para que un viejo amigo
-con el que compartía el mismo gusto por los juegos infantiles- lo buscara
para proponerle una sociedad e iniciar un nuevo proyecto. Hoy en día, con
18 locales en México, entre los que está un parque de diversiones recién
estrenado, René Aziz puede hablar con todo derecho del mejor paso para
iniciar un negocio.

“Ahora tomamos riesgos más medidos. Tenemos proyectos chicos, pero
para ser grandes”.
Las fuertes y no prósperas inversiones en Estados Unidos se lo enseñaron. Ahora confía en el crecimiento paulatino.

Su firma, Inversiones Moy, cuenta con varios proyectos para abrir más parques de diversiones, incluso con planes de salir al mercado internacional.
Sea cual fuera el futuro, el vagón de su montaña rusa empresarial va en
ascenso, pero eso no le impide saber que es probable que más adelante
haya un descenso:

“El fracaso es nuestra constante. No somos invencibles. La vida tiene subidas y bajadas, y cuando baja y baja, la actitud es importante. La incertidumbre, el riesgo y el fracaso son constantes en un negocio”.

Y es que, en esta montaña rusa del emprendedor, las caídas y la actitud son
parte de una cadena natural.

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