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Sección: Marketing | Categoría: Marketing
por: Dr. Daniel H. Casais

Hace unos meses fui testigo de cómo una PyME con gran potencial de crecimiento en toda Latinoamérica quebró su inercia y posiblemente su posibilidad de crecimiento por cuestiones ajenas al mix de marketing. Solo sucedió que el líder se “quemo” y eso fue suficiente para perder el rumbo.

¿Alguna vez se ha sentido o ha visto a su gente con pérdida de interés en su labor; indiferencia o sencillamente pérdida del sentido de responsabilidad…e incluso ver como aparecen procesos de depresión pudiendo ser estos profundos?

En ese caso, quizás Ud. y/o su personal se encuentren afectados por el síndrome de “burnout” o “síndrome de desgaste profesional” o de manera más simple y moderna…”síndrome de quemarse por el trabajo”.

Este síndrome -descripto en los 70´ por el psiquiatra H. Freudenberger- se lo caracteriza con la presencia de altos niveles de despersonalización, agotamiento emocional y baja realización personal.

Si bien su aparición se vincula a factores culturales, ambientales y personales, el bournot se produce cuando se presenta sobrecarga de trabajo, presiones económicas, elevada competencia, una labor de poca o nula satisfacción y fracasan los mecanismos compensatorios de adaptación ante labores de constante estrés haciendo que a estos factores se los perciba inconscientemente como un amenaza y por tanto, se disparan mecanismos defensivos que generan consecuencias negativas para el organismo.

Cabe aclarar que el burnout difiere del afamado y típico estrés (exigir al cuerpo y mente y saturarlos en sus límites normales) el cual se relaciona con múltiples causas de la vida en general. El burnout “es una figura asociada al estrés laboral” y se caracteriza por que la persona tiene parámetros fisiológicos elevadísimos y no se da cuenta de ello. Es como si se hubiera habituado a sentirse mal y ya no lo percibe, lo cual lo hace en sí mismo un diagnóstico peligroso”.

Lo grave es que, como todo síndrome (conjunto sintomático propios de una enfermedad), tiene implicancias en la vida de la persona y de su entorno; de allí su relevancia.

Tal es así, que el síndrome ha sido calificado por la OMS (Org. Mundial de la Salud) como epidemia de escala mundial y se corresponde a un trastorno adaptativo crónico y la OIT (Org. Internacional del Trabajo) lo definió como “una enfermedad peligrosa para las economías industrializadas y en vías de desarrollo, que perjudica la producción al afectar la salud física y mental de los trabajadores”.

Si piensa que Ud. y su gente esta fuera de esta situación solo considere que el 82% de de la fuerza laboral se encuentra insatisfecha con su trabajo, de ellos, el 63% esta buscando cambiar del mismo, un 10% lo toma como una cuestión temporal hasta que logre desarrollar su propio emprendimiento y el 9% dice que, a pesar de no gustarle, se conforma (sondeo efectuado a 3.100 personas por Trabajando.com). Otros estudios señalan que el 30% de la población sufre de burnout en forma grave y de manera leve el número sube al 50%.

Si a esto le agrega que, según H. Freudenberger, este síndrome resulta peligroso dado su posible transmisión por contagio (y según Savicki, Seidman y Zager; con potenciales efectos epidémicos) a sus compañeros de trabajo desarrollando en ellos desesperación, cinismo, depresión, etc. con lo que deviene en baja productividad; incremento de fallas, accidentes y errores, ausentismo, etc., podrá observar lo delicado del tema.

El burnout es un proceso acumulativo que respeta cuatro fases o etapas:

1. Idealismo y entusiasmo. Alto nivel de compromiso con el trabajo y expectativas muy elevadas sobre el mismo. Sobrecarga de trabajo por hipervaloración de la propia capacidad con desconocimiento de los límites internos y externos.

2. Estancamiento. La toma de conciencia de la exagerada expectativa genera desilusión, reduce la actividad del individuo; se quiebra la idealización y se desmotiva. Se siente la necesidad imperiosa de efectuar cambios incluyendo en lo laboral.

3. Apatía. Ante la imposibilidad de lograr las expectativas, la persona paraliza su actividad, se vuelve apática y demuestra una total falta de interés por su labor. Conjuntamente comienza a evidenciarse síntomas a nivel emocional, conductual y físicos. También se presentan conductas evasivas tanto en el contacto con los compañeros así como con el trabajo e incluso profesión.

4. Distanciamiento. Es una situación crónica produciendo un sentido de vació total lo que puede llevar a un distanciamiento emocional y una desvalorización profesional (y personal). Se presenta la antítesis de la 1ra. Etapa pasando del idealismo y gran compromiso al evitar labores y clientes pero, aún así, intenta no perder el trabajo pensando que aún no siendo lo deseado, lo que recibe de este, compensa su insatisfacción.

¿Pero como saber si su gente o usted esta dentro del síndrome?

Básicamente la persona manifiesta un gran cambio en sus hábitos, tanto de alimentación, de recreación y de descanso así como un cambio drástico en la manera de actuar frente a la actividad laboral y se evidencia claramente una gran desmotivación, falta de ganas y compromiso, escaso o nulo deseo de involucramiento.

Se sufre un gran cansancio con una gran falta de energía en relación al trabajo a efectuar. El trabajo empieza a ser una carga con connotaciones negativas.

El afectado, ante su impotencia y desesperanza, en lugar de buscar ayuda, expresarse y resolver las causas, se despersonaliza mostrando una gran hiperactividad que solo incrementa su gran cansancio y frustración con la consecuente irritabilidad y violencia para con su contexto inmediato -incluido el orden familiar-.

Por último, a fin de intentar revertir la situación, la persona se retira de toda actividad que no sea la laboral alcanzando aislarse de su entorno familiar y social, perdiendo sus ideales y entrando en un modelo de autorreclusión.

Visto el peligro y a fin de evitarlo se recomienda:

• Prestar atención a la calidad en el sueño.
• Cuidar la alimentación en cuanto a la cantidad, calidad y periodicidad.
• Trabajar intensamente pero no más de 8 hs. diarias. Pueden existir situaciones de momento pero esto debe ser la excepción.
• Hacer pausas periódicas y efectuar ejercicios para favorecer la circulación, oxigenación, relajación y el distenderse.
• No almorzar mientras se esta trabajando.
• Llevar a cabo actividad física en forma regular.
• Mantener vínculos sociales.
• Permitirse ratos de ocio vinculados a nada en especial o momentos de esparcimiento.

Y si dirige una empresa y quiere evitar pagar los costos que implica que su gente caiga en un burnout, piense en:

• Mejorar la comunicación interpersonal.
• Clarificar roles, responsabilidades, objetivos y tiempos.
• Cuidar el clima laboral.
• Aplicar incentivos y reconocimientos.
• Llevar a cabo programas de pausas activas (movimientos en el puesto de trabajo).
• Cuidar los tiempos, el lugar de descanso y alimentación de su gente.
• Intentar vincular los objetivos de la empresa con los de su personal a tono individual.

El empresario PyME suele pensar que su vida y la de su empresa están lejos de estas situaciones extremas, pero es un craso error pues estos se nutren de grandes expectativas para poder enfrentar los desafíos y problemas que le plantea el contexto con los limitados recursos que dispone y esto deviene en fuetes tensiones y muchas veces frustraciones por no poderse plasmar las metas propuestas.

Al respecto, considere lo dicho por la psicóloga C. Maslach y el Dr. M. Leiter “el mundo del trabajo es una arena agresiva en la cual el individuo trata de sobrevivir”…y el burnout…deviene del sentirse fallar en ese intento.

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