Conversando con Mama Geno: El Origen de los Nevados Huascaran y Huandoy
Esta vez Mama Geno y Yo, visitamos la villa de Pachacamac con el objetivo de comer un Picante de Cuy al estilo Ancashino. Durante el recorrido como es mi costumbre le pedí que me narre uno de esos cuentos andinos que tienen mucha sabiduría. Mama Geno me dijo: Hijo ya los años me están jugando mal y no recuerdo bien muchos de los cuentos que me contaba tu abuelita Clavelina. Luego de un silencio largo, sus ojos brillaron y me dijo, hijo recuerdo una romántica historia de los tiempos incaicos, seguro que te va a gustar y comenzó:
En los tiempos que el Imperio Inca expandía sus dominios. En el Callejón de Huaylas había una tribu laboriosa y pacífica que vivía armoniosamente con las tribus vecinas. Eran conocidos como los Yungas. Cierto día llegó a la tribu un soldado gravemente herido de una tribu vecina con un mensaje para el Jefe de los Yungas. Se hizo la entrevista y en ella, el soldado manifestó que unos guerreros de origen cusqueño habían saqueado su pueblo, matando y violando sin piedad y que estos cusqueños caminaban con dirección a esta tribu, y recomendaba prepararse para recibirlos.
El gran Jefe Yunga quedó sorprendido y se preguntaba si podía hacerle frente a un enemigo tan poderoso. El soldado herido le había contado cosas monstruosas sobre los cusqueños que ahora caminaban hacia la tribu. Se tenía que tomar una acción, luego de meditarlo con cuidado, el gran Jefe ordenó a sus mejores guerreros ir en busca del Jefe de los cusqueños y negociar una política de paz. Así fue y días después, los soldados volvieron con Huáscar- el guerrero más reconocido de la tribu cusqueña- quien había sido encargado por el Inca realizar la invasion de forma pacífica, luego de arduas negociaciones, los acuerdos fueron aceptados y el soldado Huáscar se compremetio quedarse en la Tribu Yunga hasta que el ejercito cusqueño arribara.
El Jefe de los Yungas le concedió la mejor habitación, mejor comida y mejor vestimenta, todo iba perfecto y la relación entre el Jefe Yunga y el soldado Huascar era amical, sin embargo cierto día mientras Huascar paseaba por los jardines de la casa del Jefe Yunga, observo a una bella muchacha jugando en el pozo de agua de la casa. El cusqueño quedó prendido, inmediatamente averiguó su nombre. Se llamaba Huandy y era la hija del mismísimo gran jefe.
Huascar estaba preocupado por mirar con amor a la hija del Jefe Yunga, luego se entero que el amor era correspondido, ya que Huandy tambien miraba con amor a Huascar. Se conocieron por primera vez una tarde que ella le llevó los alimentos. Conversaron, se enamoraron y acordaron encontrarse en la orilla del río, cuando la noche estuviera en su apogeo. Sucedió tal y como lo planearon. Aquella noche se entregaron al amor y se prometieron el uno al otro no abandonarse jamás. Huandy sabia que su padre no la dejaría que este amor floresca pues Huascar era un saldado de una Tribu invasora. Si de verdad querían que ese amor se eternizara debían huir, y debían hacerlo cuanto antes y asi fue y cierta noche huyeron, pero no llegaron muy lejos.
El gran jefe ya estaba al tanto de los sucesos, decepcionado de la poca deferencia del invitado para con su cortesía y de la desobediencia extrema de su hija, dejó que escaparan para luego atraparlos en el camino y mostrarles ahí su verdadera furia. Y así sucedio, los atrapó, los humilló y los ató a palos colocados a cierta distancia, desde donde uno podía ver al otro, de manera que sufran por no poder continuar estar juntos, pasaron los días y nadie ayudaba a la pareja. Huascar y Huandy solo se miraban y juraban amor eterno. Lloraron tanto que las lágrimas comenzaron a formar pequeños surcos en la tierra. Cierto día Huascar se dio cuenta que las surcos de lagrimas se habían unido formando un pequeño charco y gritando de alegría le dijo a Huandy que siga llorando que el también hará lo mismo, de manera que este charco sea el símbolo de la unión de dos personas que se aman, el pequeño charco hoy es una gran laguna llamada la Laguna de Llanganuco. Lloraron tanto que comenzaron a secarse y Huascar juró entonces vengarse algún día de la Tribu que no les permitieron ser felices.
Al ver tanto amor, el dios Wiracocha se compadeció de ellos y apoyó en la venganza de Huáscar. Lluvias, trueno, rayos y granizo fue lo que envió a la tribu Yunga, y fue tanta y por tanto tiempo que cubrió a los cadáveres, convirtiéndolos así en los nevados Huascarán (por Huáscar) y Huandoy (por Huandy). Pero la venganza no quedó ahí: en 1970, el Huascarán dejó caer 10000 toneladas de hielo sobre los pueblos de los descendientes de las tribus de antaño, cumpliendo con ello su promesa de venganza.
Según dicen, se cree que en 100 ó 200 años los nevados se quedarán sin nieve y Huáscar y Huandy revivirán y se encontrarán nuevamente, pero esta vez ya para toda la eternidad.
Manuel, una envidia sana tener a tu mama viva y que que te transporte a tus momentos de niño
me encanto