Archivo de la categoría: Semestre 2007-II

Trabajos del taller de narrativa presentados durante el semestre 2007-II

Diego Vereau

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Hola, mi nombre es Diego A. Vereau Agreda. Estoy en mi cuarto ciclo de Estudios Generales Letras, yendo hacia la facultad de Psicología. En lo que respecta a mi relación con la literatura, se puede decir que sentí interés por ella gracias a mi padre, quien me solía leer historias de A. Conan Doyle y de Rudyard Kipling en lugar de los usuales cuentos infantiles, que leí mucho después. Aparte, por ser hijo único, y el único varón de mi generación en ese entonces, solía leer mucho y compartir mis ideas y opiniones con los adultos desde muy chico. ¿Porque intento escribir? Supongo que por la misma manera en la que estoy tratando de aprender a dibujar: para poder expresarme mejor, ya que siempre he sido un poco reservado en cuanto a mis opiniones y pensamientos, sobretodo desde la escuela. Aparte, he sido de tildado como un chico bastante creativo y con bastante imaginación por parte de familia, profesores e incluso algunos amigos, como cuando trate de narrar en papel una pelea con un jefe en un videojuego, el cual nunca termine, al igual que varios otras ideas que he dejado a medias con el tiempo debido a diversas razones. Bueno, me inscribí en este taller para, entre otras cosas, encontrar alguna manera de volver a retomarlas, y de paso, conocer algo más sobre la literatura, que solo estoy familiarizado con la mayoría de los conocidos. Sigue leyendo

Adriana Arce

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Mi relación con la literatura es, por decirlo de alguna manera, de amor-odio. Se me impuso la lectura desde muy temprana edad, pero la ser una imposición (y también porque leía a 2 por hora) le llegué a tomar cierto recelo e incluso disgusto a leer. Sin embargo, siempre me encantó escuchar historias (era fan número 1 del Cuenta Cuentos) y empecé de muy pequeña a inventar historias fantásticas de mundos llenos de magia y fantasías como para hacer de mi mundo privado un lugar más bello, más interesante. Más adelante, ya en secundaria, el recelo disminuyó y comencé a leer otras cosas que no fueran tareas de colegio, pero hasta este momento no se me había ocurrido escribir mis locas y disparatadas historias: mi pasión era la música, así que no le presté mucha atención. No recuerdo exactamente cuándo ni cómo empecé a escribir, solo se que cuando lo hice estaba fascinada. Tenía la oportunidad de decir cosas que no podía decir de otra manera, de contar la realidad que veía y expresar lo que no entendía o lo que quería hacer a los demás entender, o que simplemente quería sacar a la luz. Mi fascinación creció cuando descubrí que había gente a la que le gustaba lo que escribía y que en verdad había gente que escribía lo que a mi me gustaba leer. Por eso cuando entré a la universidad y vi el taller en la currícula, decidí entrar para perfeccionar esta forma en que hago ver al mundo la forma en que lo veo. Sigue leyendo

Giacomo Bassilio

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Sincerándome, escribir redime mis necesidades y, no sé si paradójicamente, también se instituye en otra necesidad. Escribir, para mí, nace en la liberación más espontánea de lo incontenible. Sin embargo, intuyo que escribir no es ni termina en esto, pues siempre que escribo también re-escribo. Y pido no se entienda esto lo más literalmente, intentaré transmitirme. Re-escribir no es un mero “volver a escribir”; uno ya re-escribe en el inmediato escribir, cuando lo inefable o inasible intenta transmitirse a través de la palabra. Quizás el mejor escribir sea el (silencio).
Creo o quiero creer que escribir es un hacer tan natural, cotidiano y hasta imperceptible, como respirar. Creo que esta manera de entender mi escribir se debe a que lo que más me agrada se resume en 2 palabras: “descubrir” e “imaginar”. Escribir y re-escribir son necesariamente uno cuando ambos descubren e imaginan, y, por supuesto, también reinventan. Reinventar es el destino de re-escribir.
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Tomás Osores

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Aquí voy. Desde un inicio leer fue un pasatiempo agradable. Horas sentado, pasando hojas, mirando, viajando en la mente de otros. Dostoievski, Sábato, Ribeyro, y más… grandes compañeros. Los libros me permitían conocer parte de la vida moviendo la cabeza. Eran otros tiempos. Luego la falta de tiempo cambio las cosas. Chau, libros. Así que la música fue el reemplazo. Esta me ayudo a apartarme un poco (desaparecer) mis días. La realidad comenzó a ser tan aplastante y dura que prefería irme a otras. Escapar de mis monstruos. La música era rápida y efectiva: alivio garantizado. Esta fue una segunda etapa, que terminó con La insoportable levedad del ser (Kundera). Las melodías fueron alcanzadas por las historias. Y es que pueda que existan canciones con las que nos identifiquemos, pero un libro que nos explica y conoce es un hito. Es posible crear nuestras propias realidades. Así, de mentirita. Por eso estoy de vuelta. Me he hecho fuerte. He decidido rebuscar. Extraer los monstruos que viven en mí por un rato. Vomitarlos para poder diseccionarlos y comprenderlos(me) mejor. Perdonarnos. Ojala pues, no? Sigue leyendo

Carla Mosquera

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Escribir me permite contactar con ideas y emociones que parten de mi sensibilidad a las circunstancias y los objetos que me rodean. En mi caso, el vehículo artístico que utilizo es la fotografía, ya que considero que me permite abstraer contenidos con mayor eficiencia. Considerando que mi relación con la realidad es más introvertida, especialmente cuando se trata de temáticas arraigadas en lo afectivo, la fotografía tanto como la literatura es un espacio donde me doy la libertad de ser, de actuar, de decidir y opinar. En realidad, tengo un deseo profundo de mostrar lo que pienso y siento a los otros pero nunca de forma directa, ya por lo poco práctico de entrar en un diálogo de lo inefable o por mis propias limitaciones en la apertura interpersonal. Quiero que el lector logre un acercamiento empático al mensaje, pensándose a sí mismo en relación a un otro, como yo, y así enriquecer su propia experiencia de vida. Por otro lado, yo también quiero jugar a ser ese otro y colocarme en situaciones y posiciones variadas en edad, sexo y procedencia, intentando comprender la naturaleza humana en su total complejidad. Sigue leyendo

Jaime Luis Díaz Riofrío

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Yo decidí entrar al taller de narrativa porque desde pequeño tenía la costumbre de contar todo lo que me pasaba a mí y a mis amigos, siendo mayormente mi confidente (o víctima) mi hermana mayor. Y encontré en este curso el instrumento necesario para poder expresar todas esas ideas almacenadas en mi cabeza, no solo de experiencias concretas, sino también dejando en libertad a la imaginación.
Ahora bien, dentro de esta clasificación del artista vista en clase, creo que en la actualidad cada quien puede tener la influencia de ambos estilos, donde se puede lograr ser un genio artístico al crear una obra cumbre o revolucionaria de su genero, como en el caso de Mozart, aunque no comparto esa característica de la creatividad infinita mezclada con la perfección que poseía en cada obra, de hecho no creo que exista una persona con tal capacidad.
Más bien, este déficit (por llamarlo de algún modo) se complementa con la libertad de poder manifestar nuestros pensamientos y concepciones, visto en “The wall”; ello crea una suerte de artista urbano, muy sensible a su entorno o realidad, y que encuentra en el arte ese escape que necesita y con el que otras personas también se identifican.

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Ludwing Cornejo Rivera

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Actualmente, mi relación con la literatura es muy escasa. Se limita a leer las frases que están en las combis, desde las más conocidas y educadas – “pague con sencillo”- hasta algunas obscenas -“subir solo peladitas”-, o la frase en el polo de alguien que se cruza por mi camino; los lunes “sagradamente” el PuntoEdu y ocasionalmente El Comercio. Y creo q se debe a que perdí la búsqueda de la belleza en las palabras, pues para mi el valor de una obra literaria, artística, etc. reside en su belleza quizá un poco en la innovación-como en el video de Amadeus- pero fundamentalmente en el significado de la apreciación individual que le damos a las obras. Es por esto, que ahora me estoy enfocando en encontrar nuevamente el interés de la belleza; incluso descubriendo diferentes tipos de belleza como las que hay en obras teatrales; aunque inconscientemente me hallo en la búsqueda de experiencias nuevas (culturalmente hablando). Sigue leyendo

Luis Fernando Muroya

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“¿Qué hace un químico en un curso netamente de letras?” Es lo que me preguntan constantemente mis amigos en ciencias. Vagamente les puedo responder que es porque me gusta escribir; y, luego de oír unas tímidas risas, volvemos a discutir sobre el ejercicio de cálculo que nadie puede resolver. Felizmente, cuento con amigos a quienes les gusta escribir poemas, y con ellos converso sobre la experiencia liberadora de escribir, sobre nuestros autores preferidos, etc. Son en esas conversaciones donde recuerdo todos los libros que han pasado por mis manos; sobre todo uno que me dejó marcado: Cien años de soledad del Gabo. Desde el complicado árbol genealógico de los Buendía, hasta el mensaje oculto de destrucción que tiene, esta maravillosa historia ha inspirado muchos cuentos que escribí luego de leerla. Realmente fue esta obra la que me hizo descubrir mi gusto por la literatura. Entonces, ¿por qué escribo? Sencillamente porque me gusta el sentir aquella sensación liberadora, de crear un mundo nuevo y aparentemente imposible, de manifestar aquello que siento y no puedo verbalizar, de hacer cantar al llamado demonio interno. Sigue leyendo

Diego Macassi Zavala

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En primer lugar, mi relación con la literatura es de sumo placer; no encuentro otro motivo por el que haya empezado a leer si no fuera por puro gusto, más allá de que a través de ella logre sensibilizarme y ser más reflexivo ante todo lo que pueda surtir la vida. La literatura es, según mi punto de vista, como una escuela de la vida, en la que podemos descubrir cosas sobre nuestra existencia y naturaleza que antes de coger un libro no podríamos; ya que, la literatura versa sobre el hombre en toda su gloria y decadencia pues no hay tema más maravilloso y escabroso a la vez. Por otro lado, es la única forma de escapar sin salir, de ir de un viaje fantástico a otro, mas considero que no es una forma de haber vivido aunque es lo más cerca que está de eso. En segundo lugar, he escrito porque tengo la necesidad de hacerlo, no es un impulso abrumador pero al menos llega a ser persuasivo. Mas parece que las ganas vinieron solas, faltando la habilidad para consumar el acto, lo que me dejó una insipidez al leer lo escrito por mi incipiente “bolígrafo”. No obstante, seguiré muriendo en el acto hasta que las ganas se vayan como vinieron.

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José Carlos Fernández

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Puedo decir que felizmente encontré en la literatura un tema con el que me puedo deleitar y al mismo tiempo identificar. Encuentro la oportunidad de recoger ideas y a la vez, desenvolver mi propia creatividad. No puedo decir que tenga un bagaje literario inmenso, pues mi interés en la lectura no surgió tan temprano, pero puedo decir que lo que he leído lo he disfrutado y seguramente lo que aun me queda por leer lo disfrutaré también, y más que eso no puedo pedir a la literatura. Echando una ojeada al creativo innovador que me encantaría encontrar dentro de mi, me doy con la sorpresa de que vivo muy felizmente una vida simple y sin muchos sobresaltos, muy opuesta a la de un típico artista: mi padre no murió en la segunda guerra mundial, mi madre no se escandaliza cuando le digo que voy a estudiar filosofía, ni tampoco disfruto tanto viendo la película de un hombre con las cejas cortadas destrozando una habitación con su guitarra, ni siento que haya una pared de prohibiciones en donde chocan mis sentimientos provocándome escribir. Y, sin embargo, escribo. No me parece que sea un genio con el don de producir, pues sino se me habría hecho más fácil escribir mis primeras líneas. Y sin embargo, escribo. Escribo muy poco y con esfuerzo, pero me parece que no es necesario tener un genio invaluable, ni atravesar un trastorno psicológico para escribir algo interesante, pues creo que de ideas preciosas están repletas todas las cabezas y que motivos de inspiración no faltarán nunca. Sigue leyendo