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‘Die guten zeiten (los buenos tiempos)’ por Diego Cebreros

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Eran unos diez, quince, veinte cuerpos esparcidos entre la nieve, sobre una capa roja de sangre y en medio de un claro de árboles negros y muertos. Y más allá, un soldado cojo y cansado, salpicado de sangre y con la escopeta al hombro. Con el brazo bueno sostenía el brazo herido, y la pierna sana servia de apoyo mientras esperaba encontrar un refugio. Después de un día, una noche, y un día más, vagando por entre el bosque y la nieve y el rastro de sangre que dejaba a su paso, encontró una cabaña. Era pequeña y se encontraba fuera del bosque, y tenía una chimenea y un cerco de madera. El soldado se apresuró en llegar, cojeando, muy malherido, con hambre y con frío. Al llegar, tocó la puerta muchísimas veces, pero no salió nadie. Volvió a tocar, y obtuvo el mismo resultado. Desesperado, recorrió los alrededores y reviso todas las ventanas, pero no vio a nadie. Casi desfalleciendo, intentó romper la puerta con la pierna buena, pero ésta no cedió. Luego, aun más desesperado, tomó la escopeta y rompió las ventanas. Dentro de la casa no había nadie, ni comida, ni agua, nada. Sentía arder sus manos, por los vidrios de la ventana. Luego sintió más hambre, y frío en las manos, que aun ardían. Y después de un momento, cuando ya no se le ocurrió hacer otra cosa más que sentarse en el piso, de espaldas a la pared, dejó el arma a un lado, cerró los ojos, y ahí se quedó.
Y luego despertó. Estaba en una cama muy suave, arropado entre las sabanas. Su uniforme estaba sobre una silla, a su lado, y ahora solo podía ver que tenía puesta una camisa blanca y holgada. Cuando se dio cuenta de su situación, unas lágrimas recorrieron su rostro por la felicidad y, más tranquilo, se acurrucó y volvió a dormir. Soñó con ella, de hace muchísimo tiempo atrás. Antes del ejército, de la muerte, del cansancio, cuando solo había colegio y la nieve era para jugar, no para enterrar cuerpos.

Al salir el sol, me costó mucho trabajo levantarme, por el frío que hacía. Había nevado toda la noche, y la ropa que puse a secar estaba húmeda esparcida. Me pasé toda la mañana recogiéndola y colgándola de nuevo, y más tarde fui al pozo para sacar agua, pero estaba congelada, así que bajé al pueblo para conseguir un poco, y de paso comprar todo lo necesario. Había muy poca gente en la plaza, de seguro muy flojos o muy perezosos para salir, con el frío que hacía. Cuando compré todo lo que pude, me dirigí a mi cabaña, pero luego se escuchó un ruido ensordecedor. En el horizonte, se veía una estela de humo muy alta, así que me asuste y apreté el paso. Mientras caminaba, se escuchaban explosiones y disparos, pero muy lejos. Yo llegué a mi cabaña y rece para que no ocurra nada malo. Cerré todas las puertas y ventanas y me escondí un momento en mi habitación. Tenía miedo de prender la radio y, después de un momento, los disparos y las explosiones cesaron. Luego tomé una siesta, no quería saber nada de lo que ocurría en el exterior, con lo asustada que estaba. A mi lado, vi la foto de mi marido y mi hijo mayor. Me daba lastima pensar en ellos pero no podía evitarlo. Tome la foto entre mis brazos y me cubrí con las sabanas. Me sentía más a gusto estando ahí, en la oscuridad, donde solo había lugar para mí y la foto. Luego me puse a llorar.

No recordaba cuantas veces había dormido y despertado, y tratado de dormir otra vez. Le dolía un costado de la cabeza de tanto estar recostado, y al final se despertó y se puso el uniforme. Antes de abrir la puerta, tomo la escopeta y se la puso al hombro, luego pensó en lo que iría a pasar, en quién estaría del otro lado de la puerta y qué iría a decir. ¿Qué habría hecho si, al abrir la puerta, se hubiese encontrado con ella, ahí, en ese país extranjero, sin ningún motivo aparente? Abrió la puerta y salió. Después de pasar un corredor, vio a una mujer frente a la cocina, preparando sopa o guiso. Él no supo qué decir, y solo atinó a alzar la mano y saludar, con una sonrisa torcida. La mujer también lo saludó y le explicó lo que había pasado. Dijo que lo había encontrado recostado sobre la pared, debajo de una ventana rota, y que se había encargado de tratar sus heridas. También dijo que habían pasado unos 3 días desde eso y que podía quedarse a comer si quería. El soldado aceptó con gusto y se disculpó por todas las molestias que había causado, y dijo que en cuanto se recupere, repararía la ventana por la que había entrado. La mujer aceptó y ambos comieron tranquilamente sobre la mesa, mientras escuchaban la radio y se enteraban de las noticias. Cuando terminaron, la mujer lavó los platos, y le dijo al soldado que podía descansar si lo deseaba. El soldado acepto y durmió un par de horas más. Luego, la mujer se acercó a él y limpio sus heridas de nuevo.

Cuando desperté, salí de la cama y preparé el almuerzo. Aun hacía un poco de frío, pero ya había dormido mucho ese día y no quería desperdiciar el tiempo. Luego prendí la radio para enterarme de lo sucedido, pero no comentaron nada del incidente. El ejercito de nuestro país se había rendido y las tropas del bando enemigo habían atravesado la frontera. Los precios de los alimentos subían y el gobierno consideraba repartir bonos de alimentos. Yo sabía que los bonos no llegarían hasta nuestro pueblo y que solo se concentrarían en la capital. Luego pensé nuevamente en mi esposo y mi hijo mayor, peleando en la guerra. No pude evitar llorar de nuevo. Ni siquiera se enrolaron en el ejército y, de estar muertos, no habría ningún tipo de compensación. Lo mas seguro es que me marche de aquí y me lleve las pocas pertenencias que me quedan. Estaba muy abatida, pensando en ellos, en mi futuro, ya no tenía ganas de vivir. El almuerzo se estaba cocinando en la cacerola, pero yo no estaba pendiente de él. Quería volver a la cama de nuevo, echarme y no despertar. Comí lo poco que había cocinado y regresé a la cama, sin importarme el frío que hacía. Ya no me importaba nada.

La mujer que cuido del soldado parecía muy triste, y a él le dio mucha lastima. Tenía el cabello oscuro y unos ojos muy bonitos, y parecía que en otras épocas había sido una joven muy atractiva. Ella le contó al soldado que su marido y sus hijos peleaban en la guerra, pero como parte de la resistencia. A él le dio mucha lastima, siendo del bando contrario. Le pregunto por qué es que cuidaba de él, y ella le dijo que estaba muy sola en la cabaña y necesitaba de un hombre que la ayude. El soldado aceptó y le dijo que cuidaría de ella de la misma forma en que ella lo trató a él, y la mujer aceptó.

Ese día tuve un sueño muy extraño. Soñé que estaba en la ciudad del bando enemigo, pero vi que era muy fría y solitaria. No había árboles ni flores ni colores de ningún tipo, sino que solo veía edificios fríos y muy altos, con puertas enormes y personas haciendo fila para entrar. Y las personas se veían tristes y cansadas, y mientras me acercaba, me iba haciendo más y más pequeña, hasta volver a ser una niña, con el cabello ondulado y el cerquillo recogido. Luego empecé a llorar, porque no había nadie que se encargara de mí, y mientras lloraba, todas las puertas temblaban, y mi voz cambiaba y sonaba muy extraño, como si rompiera vidrios con ella. Luego desperté, llorando cómo la niña que había sido. Sentí una corriente de aire en las piernas, pero no le di importancia. Luego salí de la cama y encontré a un hombre, un soldado, recostado sobre la pared, bajo una ventana rota. Estaba muy malherido y tenía cortes en la mano, de la que emanaba un hilo de sangre. Era un hombre alto, con el cabello plateado y ligeramente largo, y una escopeta a su lado. No supe qué hacer en ese momento. Era uno de los soldados del ejercito enemigo, pues tenía ese uniforme gris, como en el sueño que tuve.

Una vez que el soldado se hubo recuperado, se quedó un tiempo con la mujer que lo atendió y la ayudó en todo lo que pudo. Reparó la ventana por la que entró y le entregó algunos objetos para que los vendiera en el pueblo. Le dio dinero de su país, que era más valioso y difícil de conseguir, y con él compraban los víveres que necesitaban. Le dio todo lo que tenía en su mochila, excepto esa carta de hacia tanto tiempo, de ella, de poco antes del ejercito y de los edificios grises y las banderas rojas. El único testimonio de tiempos más alegres y más divertidos, y al mismo tiempo de cosas tan tristes.

Ya ha sido mucho tiempo desde que el soldado vive conmigo. Se levanta temprano y corta leña para la noche. Con el dinero que me entregó, compre muchos alimentos y comimos como nunca antes. Es bueno y muy amable, no como la descripción que dan en la radio. Y también es muy atractivo. El único problema es que a veces no podemos entendernos del todo, pues su lengua es muy diferente de la mía. Pero por lo general no tenemos problemas con eso y todas las tardes, antes de comer, cuenta historias de su país. Una noche, antes de dormir, el soldado dijo que se sentía a gusto conmigo, y que esperaba poder quedarse aquí. Yo no supe qué decirle, pues aun pensaba en mi esposo y mi hijo, y le dijo que lo mejor sería no hablar del tema por el momento.

Al pasar los días, la guerra se encrudecía más, y la ocupación del bando enemigo se extendía por gran parte del continente. Un día, un pelotón del bando enemigo llegó al pueblo y reunió a todos los habitantes. El soldado fue descubierto como desertor y se lo llevaron en una camioneta, junto con la mujer que lo había recogido.
Siento miedo por lo que pueda pasar, por mi, y por esta mujer. La Schutzstaffel llegará en cualquier momento, y me descubrirán, por mi acento o por algún soplón. Deben de haberse enterado del pelotón que asesine. No me importa, pero en verdad lo siento por esta mujer. Ha sido buena conmigo, pero no he hecho más que empeorar su situación. Ojala y algún día pueda perdonarme, pero es que es idéntica a ella, con esos ojos enormes y el cabello negro. Se la van a llevar, como a mi, y la quemaran, igual que a ella. ¿Volveremos a vernos? No lo se, es tan triste todo esto. Quizá la hice feliz, nunca me lo dijo, pero vi esa foto, de su esposo y su hijo. Soy idéntico a ellos. Es extraño, pero parecía que no era ella quien cuidaba de mí, sino a la inversa, como en busca de tiempos mejores, tal vez igual que yo.
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‘Lugar llamado Kindberg’ por Julio Cortázar

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kindberg

[…]Lina al borde de la carretera a la salida del bosque en el crepúsculo, qué lugar para hacer auto-stop y sin embargo ya, otro poco de sopa osita, cómame que necesita salvarse de una angina, el pelo todavía húmedo pero ya chimenea crepitando… tengo una carta para nos hippies de Copenhague, unos dibujos que me dio Cecilia en Santiago, me dijo que son tipos estupendos, el biombo de raso y Lina colgando la ropa mojada, volcando indescritible la mochila… kleenex botones anteojos negros cajas de cartón Pablo Neruda paquetitos higiénicos plano de Alemania, tengo hambre, Marcelo me gusta tu nombre suena bien y tengo hambre, entonces vamos a comer, total para ducha ya tuviste bastante, después acabás de arreglar esa mochila, Lina levantando la cabeza bruscamente, mirándolo: Yo no arreglo nunca nada, para qué, la mochila es como yo y este viaje y la política, todo mezclado y qué importa. Mocosa, pensó Marcelo calambre, casi cosquilla (darle las aspirinas a la altura del café, efecto más rápido) pero a ella le molestaban esas distancias verbales […]

“Lugar llamado Kindberg”, magistral cuento de Julio Cortázar (1914-1984), actualiza como pocos relatos el antiguo tópico de la añoranza de la juventud y lo resuelve en una muy particular versión del “tempus fugit” latino (“el tiempo pasa”). Nuestros talleristas emprenden el mismo viaje por un lugar común para someterlo al matiz de sus distintas inclinaciones estéticas. Algunos, más inclinados por el Cortázar fantástico, aprovechan la oportunidad para probar temple en ese tipo de relatos. Último ejercicio del taller. Sigue leyendo

‘El día se ha acabado’ por Morgana Salvador

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Las siete de la mañana era para opinión de Berton un fastidio mayor en la vida, las personas recién bañadas traspirando cerca de él en el subte y la lentitud odiosa de cada paso por la cantidad de gente deslizándose con indiferencia a sus trabajos. Si tan solo pudiera despertarlos, arruinar su rutina y hacerles notar que pensaba, que era necesario que ellos pensaran. El café que todos tomaban y la cola de quienes esperaban que se vuelva a llenar la máquina, independientes de su droga para mantenerse torpemente activos por haber desperdiciado su vida en días acumulados sin dormir. Se encerraba en la oficina, las persianas, pensaba que toda persiana era símbolo inequívoco del sin sentido del automatismo. Luego pasaban horas antes de darse cuenta de que su turno había acabado, ya decidido a no almorzar hasta regresar a casa en la noche para no tener que ver el ritualismo de la conducta social civilizada de sus compañeros. La cita en los restaurantes ubicados cerca a la oficina, los ternos y actitudes finas que ocultaban el salvajismo que la competencia entre ellos provocaba era más de lo que su atormentado cerebro podía soportar. La transcripción, un resumen exacto de su vida, la metáfora de su existencia, un copiar pegar diario, pasar de los viejos archivos a la base de datos de la computadora nombres de viejos clientes.

La lista no incluía ningún juguete suyo o de su madre, o de su abuela, o de la abuela de su abuela, porque así era, la diversión era la chatarra del pasado. El bullicio del aéreocarro le impedía concentrarse en su búsqueda por el jardín. Si ella hubiera notado que los artículos de valor funcionaban a modo de reliquias tal vez no habría sido insistente en encontrar a su muñeca perdida. Los rayos láser impedían que el comprador tocase los productos de la venta de garaje a costo de perder algún miembro si se intentaba algo ilegal, pero ella estaba segura que la antipática Pati, la única niña en el colegio que podía no comer espinacas en el refrigerio, se la había llevado sin pagar solo para disgustarla. Quiso advertir de aquello a sus padres, pero recordó que su supuesta bravura no era más que con ella, con los demás eran simples corderitos. Cruzó el jardín de su casa y en la entrada gritó apurada la contraseña para que el ordenador le permitiese salir por el portón principal. En la calle pudo ver la camioneta plateada doblando en la esquina. No tenia que pensarlo mucho, Pati no se quedaría con su muñeca, tendría que ir a su casa a pedírsela o quitársela según las circunstancias.

Caminó para evitar todas las molestias de los buses, la ciudad tenía un ritmo palpitante que le causaba migraña. Cuando se cruzaba con cualquier persona en la calle hacía pequeños experimentos, acercarse se saludar, mirar fijamente, a nadie le importaba. Nada los despertaba, sumisos todos al sinsentido, nada especial, nadie extraordinario. En casa se preparaba el almuerzo, sin sabor, sin bebidas, el televisor estaba destrozado y en su posición en la sala, un recordatorio permanente de lo que no debería hacer. La computadora, tal vez podría terminar el trabajo para estar libre el fin de semana, libre para afanarse de la ineptitud humana. Aquella tarde era tan diferente, se sentía perdido adormilado, cansado, ya nada tenía razón de ser, quiso hacer algo diferente, no pudo. Se aburrió de transcribir, entró a Internet, buscó el chat, ni luego de dos minutos de conversar lo dejaban colgado en línea. Buscó animales extintos, saltó a casos inexplicables, llegó a mundo misterio, los links unos tras otros. Fue entonces cuando encontró un mensaje conmovedor, el despertar, lo que jamás se atrevió a expresar, aquello que lo elevaría más allá que cualquier hombre, el mundo entero contemplaría idiotizado un nuevo comienzo, él sería el mártir del final. Todo simple expresado en unas pocas palabras: el banquete solo tiene sentido si la víctima está de acuerdo. Debajo del mensaje del blog estaba una dirección de correo.

La niña caminaba por la avenida que años antes era el único medio de acceso hacia la periferia de la ciudad, en una ocasión ya había visitado a Pati cuando todavía amigas, ahora ella se dedicaba a alejar a tantas compañeras como pudiese, no se junten con ella solía decir, la niña estaba sola en el colegio, abandonada en casa, no se quedaría sin su muñeca. Su madre olvidó recordarle lo inoportuno que sería salir en una búsqueda por la ciudad, una ciudad terrible y peligrosa, pero talvez lo que sucedería sería lo más oportuno. La niña recordaba lo mucho que odiaba a Pati, lo molesta que estaba con no tener nada, con vender lo que perteneció a sus abuelas por casi más de un siglo, por que claro, ya nadie podía producir nada, no más ropa, no más juguetes, no más comida, todos los insumos se habían acabado. La frase favorita de su padre, todo escaso querida, era un perpetuo recordatorio de su suerte. Y luego estaba la horrorosa concentración de la gente alrededor de un holograma para escuchar las noticias, la niña estaba aburrida y hostigada de escuchar a las personas murmurar con creciente excitación acerca de la nueva ley. Caminaba con prisa y decidida, pero no estaba atenta ni asustada, pues habría notado lo vacía que estaba la avenida desde que salió de su casa. Mientras pasaba por la zona comercial, notó que los escaparates seguían mostrando la misma serie de informaciones en el holograma. El resultado del referéndum virtual para aprobar la ley y modificar unos cuantos artículos de la Carta Magna, por el que sus padres habían votado a favor, el debate en el parlamento, nada de aquello importaba en la vida de la niña, hasta entonces.

Todo ya estaba acordado. Tuvo que duplicar su velocidad de transcripción para terminar con la base de datos antes del viaje. Ordenó su casa, botó su televisor y borró todos los archivos del ordenador. Compró el boleto de ida en avión, y luego de despedirse sonoramente de sus colegas en la oficina, tuvo un día rutinario muy feliz. Al llegar a su destino buscó a su nuevo compañero de vida, pasearon por la ciudad, conversaron de sus motivaciones y experiencias. En repetidas ocasiones quiso el otro asegurarse de la convicción de Berton, no era necesario. Acordaron una fecha. En el sótano de su perpetrador se besaron y mantuvieron relaciones, perfectas por ser las últimas. La parte más difícil, a parir de ése momento, es tomar todas las pastillas y el alcohol posibles para no sentir dolor pero estar relativamente consciente. Su nuevo compañero está demasiado emocionado para proseguir con tranquilidad y Berton no es un ser pasivo o una simple víctima, él dirige la operación. Ha llegado el momento, se tiende sobre la mesa de madera, puede distinguir a duras penas como su pene penetra la boca de su amante, se funden tras el primer bocado. Le exige que no se lo trague, él merece participar de su destrucción, el caníbal cocina el miembro de Berton, juntos lo comen con un poco de vino, así se ha iniciado la vida del mártir. Jamás ha supuesto pedirle al caníbal que pare, se deja devorar, está muy agotado para imaginar ser otro, ahora es.
Luego de un año el anhelo de Berton se hace realidad, el mundo atónito ante lo macabro de los actos perpetrados aquella noche. Nadie entiende como una persona pudo aceptar semejante invitación. La condena moral a su asesino es absoluta, él, esté donde esté, es feliz, un grupo de dark metal le ha dedicado una canción, la morbosidad de la gente se expresa en Internet, en la web es un individuo conocido y hasta respetado.

Ya estaba oscuro, las luces de los postes encendiéndose a su paso la asustan. La niña se siete perdida, decide regresar, pero encuentra en el camino a unos vagabundos que celebraban alrededor de una fogata. Algo los hace muy felices, demencialmente felices. La ven, se le acercan, cuchichean entre sí. El más anciano da un paso hacia delante, parece reflexionar con sí mismo. Lo siento pequeña, no entiendes, dice. Ella trata de retroceder aterrorizada pero tropieza. Otro individuo toca el hombro del anciano y le dice: que va Karl, no creo que se molesten porque nos adelantemos un poco. El viejo asiente, no pueden esperar a que se promulgue la ley. Los vagabundos la destrozan para devorársela.
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‘Los hijos de Israel 17.78’ por Diego Cebreros

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Era una mañana clara y despejada, y el rocío brillaba con los rayos del sol. El cielo era de un azul intenso y las nubes formaban un claro sobre la aldea. Era un día muy hermoso y limpio de primavera, donde los botones se abrían en todo su esplendor y las mariposas revoloteaban con libertad a campo traviesa. Horas antes, un grupo de sacerdotes vestidos con piel de lobo se reunieron en el montículo de piedra sobre la colina más alta. Una hoguera crepitaba en el centro del círculo que formaban detrás de unos bloques de piedra con inscripciones que se remontaban al día en que las rocas eran oscuras y el pasto de un rojo intenso y dorado como el sol, como la hoguera. Los sacerdotes colocaban sus rostros sobre los agujeros en las piedras, alrededor de la fogata, de tal forma que las sombras distorsionaban sus facciones y creaban figuras funestas.
-El sol y la luna están compartiendo el cielo. Eso nunca es un buen presagio.
-La tierra tiende a tornarse roja y la peste nos aquejará.
-Es necesario que hagamos algo. Busquemos a un miasma que pague por nuestros pecados.
-Por los que cometimos y cometeremos.
-Y nos libre del destino funesto que nos espera.
-Hasta que los altos se encuentren de nuevo
Y luego desperté. Me había quedado dormido un segundo frente al monitor 6. Revisé mi status y comprobé que fueron exactamente 5min. Con 57seg. Desde que vi por última vez al sol dentro de la pantalla, horas después de la oración de la tarde. Ese día la escala de plasma apenas sí se movió: 23% en la superficie. Fuera de eso no ocurrió nada, salvo que encontré una imagen de la luna, esa formación rocosa que solía orbitar la tierra. Además de estar pendiente del plasma, debo revisar los registros históricos y clasificarlos según sea información restringida o de dominio público. Es difícil imaginar el aspecto del cielo en la antigüedad, pero con esa imagen, creé un aspecto que, a mi parecer, resulto muy…particular. Puse al sol y a la luna en el mismo cielo, cada uno en los extremos, y luego se me ocurrió que Alá estaría complacido si le ofreciera esta imagen. El exceso del vapor que cubría al cielo es difícil de imaginar, así que no lo incluí. Tal vez al llegar a casa pueda pensar en cómo lucía, primero debo enviar la información obtenida por el Iblis y el Al-daenm a mis superiores en Mas-Akaeron 7; y pensar que antes solía llamarse El Cairo.
¿Recuerdas esa vez, a la salida del colegio, cuando fuimos al centro comercial y viste esos peluches que tanto te gustaban? yo te los iba a comprar, pero tu dijiste que no, que son muy caros y que mejor nos vamos al cine, como habíamos quedado. Ese día estaba nublado, ¿recuerdas? Justo cuando te empezaban a gustar los días soleados y cuando ya no salíamos de noche, sino que esa fue la primera vez que te vi a plena luz del día, con tu cabello teñido y tu casaca o sacón negro al que tú decías que era como te protegías de afuera. Me acuerdo de muchas cosas de esa vez porque, como te dije, era la primera vez que nos vimos de día. Además, ahora tengo mucho de ti, más allá de que, ese día te haya comprado los peluches que te gustaban, los del sol y la luna, pero que tu dijiste que no, que mejor los devolviera porque eran muy caros y no trabajaba. Igual me los quedé, están en mi cuarto. Hubiese sido bonito que yo me hubiese quedado con uno y tú con otro, pero fuiste muy orgullosa y yo me quede con los dos, que están en mi cuarto. Qué pena que no te los quedaste ¿Te acuerdas de los peluches que te gustaban? ¿De los que te compre?
-No, no puede ser- dijo el capitán del ejército de Leinster, Ailbhe Mac Raghnaill.
-El mensajero dice la verdad. Las tropas de Normandía arribaron hace unos 4 días en las playas de Ulrick y tardaran una semana en llegar aquí.
-Y las almenaras también confirman su presencia.
-Entonces avisemos al vaticano. Tenemos su protección de todos modos.
-Imposible, los Normanos debieron prever eso y cortarían nuestras comunicaciones. Nos encontraríamos con ellos en el camino.
-Solo nos queda prepararnos para la guerra, y tal vez ofrecer sacrificios.
-¿Qué hacemos, Ailbhe?
-Reúnan a todos los clanes de las 4 provincias y convoquemos a…
-Noticias señor. La provincia de Ulrick ha caído. El vaticano ya no ejerce poder ahí.
No sabia que hacer. Al llegar a mi escritorio, todos estaban muy alarmados y las sirenas no dejaban de sonar. Parece ser que hace unas horas, los niveles de plasma en la superficie se elevaron en un 87%, mientras que las 3 primeras capas de blindaje comenzaron a derretirse. Debe de estar bastante caliente allá arriba y lo peor es q no sabemos por que. Debemos recibir instrucciones del comando central, en Mas-Akaeron 7. Mientras tanto, debo poner el orden en la estación. Todos están realmente asustados. Veo mujeres que rezan a Ala aun cuando no es hora, y personas que van de un lado a otro, comunicándose con otras ciudades. No pude hacer mucho, solo regresar a mi oficina y sentarme en el teclado, donde todos los muros de la pared indicaban el estado de emergencia en la superficie. Escucho que alguien dice que Bin-Istandael esta destruida, como consecuencia de un terremoto. Parece ser verdad. No se recibe nada desde ahí. Tal vez también deba ponerme a rezar.
Tal vez si debí atreverme esa vez, cuando salimos y te deje en la puerta de tu casa, pero no lo hice por temor a que te enfadaras conmigo y…solo pensar que te enfadarías conmigo hace que me tiemble la piel. Esa vez, cuando te deje en la puerta de tu casa y me regrese solo, arrastrando la mochila del colegio, llegue a mi casa y ni siquiera me moleste en almorzar. Tú ya habías comido porque tu madre siempre te llevaba la comida al colegio, después de clases. Vi cuando estabas comiendo y mirabas a todos lados como diciendo que ojala y no me aparezca por ahí, que tu madre no me vea. Quizás son solo cosas mías, o tal vez te demoraste mucho en comer. Y yo te veía, escondido, y pensaba que te veías muy bonita con tu pantalón de buzo y tu polo pegado al cuerpo. Pero después, cuando regrese a casa con las bolsas muy bonitas de la tienda, con los peluches que no habías aceptado, esa vez me puse muy triste. Y…quizás antes te hubiera dicho algo como que siento mucho decirte eso, o expresarme de esta manera, pero es que me dio tanta pena volver, con esas bolsas tan bonitas y arrastrando la mochila del colegio. Casi como si hubiese muerto algo de mi, algo importante que no estaba seguro de si iba a volver.
Estaba desesperado y sin saber que hacer. El capitán del ejército solo acertaba a quedarse encerrado en su habitación y pensar en la decisión que debía tomar. ¿Por qué nos atacan los Normanos? ¿Cómo podemos pedir ayuda a la Iglesia? No hay escapatoria, nos van a aniquilar y seremos un pueblo pagano al margen de la religión. El capitán divagaba y no recibía a nadie hasta que, entrada la noche, su esposa llamo a la puerta.
-Hay unos hombres que desean hablar contigo.
-No recibo a nadie, que se marchen.
-Dicen que es importante, dicen que podrían acabar la guerra.
El capitán se levanto y fue a recibirlos. Eran unos hombres delgados y temerosos que aguardaban al pie de la puerta. Le dijeron que era importante que se reúna con ellos, que podrían acabar con la guerra incluso antes de que esta empezara. El capitán no se confió de ellos y le dio la impresión de que eran paganos que vivían sin virtud, pero aun así fue con ellos, confiando en que no podrían hacerle nada en caso de una emboscada. Le dio la impresión de que resaltaba mucho entre el grupo. El vestía las túnicas cuadriculadas de su clan mientras que ellos apenas si estaban vestidos con las pieles que los cubrían. Tenían muchas cicatrices en los brazos y el pecho y no olían muy bien. Siguieron caminando hasta llegar a la colina mas elevada de la aldea, que estaba rodeada de piedras e inscripciones antiguas. Luego le dijeron que se colocara en medio del montículo, mientras ellos escapaban del lugar.
-Vivimos en tiempos de necesidad, que se tornaran aun peores si no hacemos algo.-dijo una voz de detrás de las piedras
-El ejercito de Normandia llegara en pocos días, y arrasará con nuestra pequeña e indefensa aldea.
-De forma mas cruenta que en Ulrick
-Pero si tu, capitán, nos ayudas, podemos invertir la balanza a nuestro favor.
-¿Los Normanos nos atacan y quieren que yo colabore con ustedes?- dijo Ailbhe- No podemos involucrarnos con paganos y hechiceros. Tenemos un compromiso con la Iglesia Católica.
-La misma que no hará nada por ayudarnos.
-No hasta que sea muy tarde.
-Somos la única esperanza del reino, pero no podemos actuar sin tu consentimiento.
-¿Qué es lo que los hace mostrarse tan confiados? ¿Qué pueden hacer ustedes?
-Lo que sea.
Y luego, el capitán tuvo la impresión de ser transportado al mismo reino de los cielos, donde diviso los coros y castas angelicales y los conocimientos de todas las ciencias de aquí al final de los tiempos en un torbellino de múltiples imágenes y sentimientos. Luego le pareció sentir la presencia de Dios que le decía que defienda Irlanda de todo mal, y a cualquier costo, sin importar los medios que utilice. Y mientras regresaba a la tierra, sentía una profunda paz interior que, al final, se desvanecía al despertarse.
-Tu Dios esta de acuerdo con nosotros. Debes ayudarnos a defender Irlanda.
-Solo podemos ayudarte si nos das tu libre consentimiento.
Y el capitán aceptó sin reparos.
Ya llegaron las instrucciones de Mas-Akaeron 7, respecto del incremento del nivel de plasma en la superficie. Las órdenes son de mantener estricta reserva sobre el incidente y no informar a la población civil bajo ninguna circunstancia. Recibí la notificación a través del monitor, cuando se abrió esa ventana y cubrió mi cuadro del sol y la luna en el cielo. Cuando la leí, no supe que pensar. No sabia porque no podíamos decir nada sobre el incidente, sobre Bin-Istandael, el plasma y lo que ocurre allá arriba, en la superficie. A veces me pregunto si es que nosotros tendremos la información correcta; es decir, si nosotros, de alguna forma, engañamos a las personas, entonces ¿Qué impide que nos estén engañando a nosotros? Ala es el supremo y sabrá lo que es bueno para todos. Pero no puedo dejar de pensar en lo mucho que me gustaría ir allá arriba y ver lo que ocurre, igual que los criminales que escapan de la ciudad. Hace unos días escaparon 7 personas: 3 mujeres, 2 varones y 2 niños. Se dio la orden de aniquilamiento inmediato en los 4 distritos y, cuando se efectuó, sus cadáveres aparecieron en todos los monitores. Esa vez estaba en casa, preparando pan sin levadura, y de pronto la imagen de los niños muertos. No me gusto para nada, pero ellos no debieron escapar de la ciudad. ¿Por qué alguien escaparía? Quizás deseaban morir, calcinándose con el plasma del sol, pero ¿Qué hay de los blindajes? No pudieron ser civiles entonces, si es que conocían las rutas de acceso a los medidores. En fin, según los rumores de la oficina, el Iblis y el Al-Daemn dejaron de funcionar hace 20 años, y el comando central nos tiene bajo control. Según los registros históricos, ambos módulos funcionarían como gigantescos imanes que trasladarían a la tierra a una región segura, lejos del sol. Pero ahora solo funcionan como medidores de plasma, igual que los que tenemos en tierra. Ala es el supremo…e imagino que sabrá lo que ocurre.
Recuerdo que, antes de esa vez en el colegio, nosotros no solíamos hablar mucho. Fue…por ese dibujo ¿recuerdas? Wolf Rain. Tú tenias el logotipo en tu mochila y a mi también me gustaba. Y fue por eso que comenzamos a hablar, ¿recuerdas? Por el dibujo de tu mochila. A las chicas no les gustan mucho los dibujos, pero a ti si te gustaba, y a mi me gustaba que te gustase porque así podía hablar contigo de algo que a los dos nos gustaba. Y luego fuimos a arenales a comprar DVDs y hablábamos de los dibujos y de Wolf Rain. Ese día fue muy bonito, supongo que porque era en primavera y en primavera los días son muy bonitos, aunque creo que estaba nublado esa vez. No importa, porque la pase muy bien contigo, pero no se si tu estabas igual de feliz que yo, porque me decías que tu mama se podía molestar si nos veía juntos y que era muy devota y te llevaba a misa todos los días. Yo nunca supe muy bien que pensabas de la religión, porque no hablábamos mucho de eso, solo una vez, en que había visto en Internet la noticia de una familia musulmana que asesinaron a pedradas, por llevar una vida que no era musulmana. Y tú dijiste que tenias que regresar a tu casa, que tu mama se podía molestar si nos veía juntos. Ahora estoy aquí, en mi cuarto, pensando en todas estas cosas, y me pareció muy raro todo esto con tu madre, que no podemos vernos cuando ella esta, como si…como si te avergonzaras de mi… ¿Te avergüenzas de mi? ¿Te gusta salir conmigo?
-¿Qué debo hacer?-pregunto el capitán
-El futuro del reino puede salvarse, pero se debe pagar un precio muy elevado.
-Y debes estar dispuesto a sacrificarte por todos nosotros.
-Haré lo que ustedes me pidan.
-Entonces, esta hecho. Comencemos con la ceremonia.
Y todos entonaron cánticos en lengua antigua, al tiempo que el cielo se tornaba rojo y las estrellas absorbían la luz en lugar de emitirla.
-Este es el presente que les otorgamos, entregado libremente a ustedes, que ha subestimado su voluntad para bien de sus seres queridos, de forma que calme su ira y nos otorgue un tiempo de paz, hasta que su hambre deba ser saciada y su sed deba ser calmada. Pidanle lo que deseen y se los otorgara
-la petición ha sido aceptada. Capitán, tome esa ofrenda y sacrifíquela a nuestras deidades, para que se mantenga la alianza entre este mundo y los siguientes.
Y el capitán tomo una cría de lobo, atada y maniatada. Hundió el cuchillo en el cuello y bebió la sangre que emanaba de el.
-Ya esta hecho. Nuestras vidas han sido salvadas del ejercito Normano.
-Y se lo debemos a usted, capitán.
-Prepárense para la transición, de esta vida a la siguiente y a las que le sigan a esa.
Y el capitán, los sacerdotes, los pobladores de la aldea y el ejercito invasor de Normandia, todos fueron salvados y purificados al dejar este mundo y llevar una vida plena en el siguiente, el que sigue a ese, y el siguiente, por siempre.
Somos los hijos de Israel, tal y como nos indican los textos sagrados de la voluntad de Ala, el supremo. Y como tales, merecemos llevar una vida plena y satisfactoria, para disfrutar aun mas de la siguiente, y la siguiente. No podemos vivir así, escondidos y asustados. Esa no es vida. ¿Qué es la vida, entonces? La vida es vivir la vida, y vivir según creamos conveniente. El comando central de Mas-Akaeron 7 nos ha tenido sometido a un estilo de vida que satisface únicamente a sus necesidades por medio de un clima de miedo y terror a lo desconocido. Y sabemos esto gracias a que tenemos el testimonio de la familia 7 personas que se atrevió a aventurarse a lo desconocido, al clima inhumano que supuestamente existe en la superficie, pero aquí están, sanos y salvos, con pruebas de que la vida en la superficie es apta para todos nosotros. Aquí, en el bureau de información publica y privada de la ciudad central, en contra de las ordenes del comando central de Mas-Akaeron 7, hacemos un llamado a salir de nuestros escondites y aventurarnos a la superficie terrestre. Es nuestro derecho el vivir una vida plena, el ver el sol, la luna, las estrellas, las nubes, los árboles, conceptos tan alejados de nuestra realidad pero tan comunes según indican los documentos históricos. No permitamos que el comando central nos quite eso. Ese fue el mensaje que dimos aquí, en el bureau central. Cuando la información que recogimos contradijo tantas cosas que teníamos como supuestos, supongo que ya no lo soportamos mas. Los medidores de plasma eran controlados por el gobierno, y el alza y baja que registraban tenia un patrón que se repetía cada 6 años. Ahora veo por mi ventana calles vacías, solo animadas por los anuncios publicitarios que cubren el domo superior. Éramos como ovejas que se escondían de los lobos hambrientos, asustadas y temerosas de lo desconocido. El comando central de Mas-Akaeron 7 se disolvió hace un par de meses, casi finalizando el 12 666 AH. He visto que se celebraban muchas festividades por estas fechas, ahora nosotros si tenemos motivo para celebrar.
Descuida, que esta carta no me tomara mucho tiempo. Nunca tuviste un enorme habito para la lectura y se que no te agradan los textos largos y tediosos. Somos tan diferente el uno del otro, pero por mucho tiempo soñé con la posibilidad de ser igual a ti, de pensar y sentir del mismo modo en que tu lo haces, por que para mi no había nadie tan sensacional como tu, tan segura de si misma, tan diferente de mi y tan todo lo que yo siempre quise ser. Tal vez confundí las cosas, quizás porque fui y sigo siendo menor que tu y nunca tuve la confianza que tu tenias. Yo solo quise acercarme a ti, estar cerca de ti, y solo existías tu, y no yo, porque yo nunca estuve, solo tu y un reflejo patético de ti, que era lo mas próximo a mi en ese entonces. Pero me di cuenta que eso no podía ser, que no podían haber dos tu y ningún yo. Debía ser 50/50, como decían en los animes que nos gustaban. Oh, y hable con tu madre. Ya debes de haberte enterado para este entonces. Fue tal y como me dijiste, una mujer devota y muy religiosa que jamás aprobaría nuestra relación. Fue muy gracioso cuñado me vio con mis jeans y mi camisa roja a cuadros, la que compre porque te pareció muy bonita, muy irlandesa cuando en realidad era escocesa. Se que no volverás a hablar conmigo después de esto, así que te dejo esta carta. Es muy difícil, ¿sabes? Decir todo esto y dejarte ir después de todo lo que pase por llegar hasta ti. Es lo mejor, lo mejor para mi, porque ahora existo yo y no solo tu. Quizás funcione en la siguiente vida, o en la siguiente.
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‘Diez’ por Karla Miranda

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La bala llega al centro del blanco y diez. Alberto sonríe satisfecho, es su primera semana disparando y su puntaje es bastante más alto que el promedio. Si sigues así fácilmente calificarás para los regionales, le dice su entrenador. Alberto vuelve a sonreír. El tiro con carabina o pistola lo apasionan sobremanera. Antes ha practicado fútbol, tenis, básquet y natación pero ninguno con tanto ahínco como el tiro. Guarda sus balines, acaricia su pistola con una franela verde y se despide de su entrenador. Llega a su casa y cuenta su dinero. Trescientos dólares en sólo dos partidas. Qué buena suerte había tenido, aunque tal vez no era de principiante como le habían dicho sus adversarios, tal vez sí era bueno con las cartas. Esta idea le hizo sentirse poderoso, imaginaba lo bueno que sería ganar tanto dinero de una manera tan fácil. Sacó las barajas de su bolsillo y empezó a olerlas, Ben olía fortuna.

Felicitaciones, Alberto, no sólo los regionales, ahora el nacional. Sabía que no me equivocaba contigo cuando te llevé a mi equipo. Sigo teniendo buen ojo, le congratulaba su entrenador luego de que Alberto recibiera sus trofeos. Alberto había hecho doscientos noventa y ocho puntos de trescientos. Los abrazos le llegaron de a montones, comenzó a tener muchos amigos y aunque no estaba seguro de por qué lo seguían verdaderamente no se preocupaba en preguntar, seguía ofreciendo trago a los mostradores contiguos. Ben pasó a jugar en mesas más grandes, su habilidad con las cartas le habían hecho ganar más de quince mil dólares hasta ahora, la suerte dormía a su costado.

El primer día que Alberto vio a Cecilia fue en un campeonato de tiro en Bellavista, la segunda fue en otro campeonato en la Ato. No sólo le gustaba físicamente sino que su serenidad y amabilidad le fascinaron. La invitó a salir y a los pocos meses ya estaban completamente enamorados. Él le dijo que sería buena idea que apueste mucho más que lo que hasta ahora, que sus manos eran imanes de ases, no podía desaprovecharlas. Ben estaba de acuerdo, la ambición le colmaba. Quería más y Jack, su nuevo amigo tenía ideas muy buenas y sabía todo lo que se tiene que saber sobre el póker. Ben estaba encantado.

Otra vez la bala sale del arma y diez. Alberto campeona en los Bolivarianos y la racha le sigue en los sudamericanos, sus puntajes son conocidos mundialmente. Alberto es una fuerte competencia. Ha ganado noches seguidas y mira todo lo que apuesta, comentan las prostitutas mientras Ben sigue ganando y apostando sin miedo porque resulta que terminada la noche siempre vence, los jugadores más añejos no pueden creer que él les gane y buscan competidores más fuertes, pero no hay opositor que le haga competencia, su fama de invencible crece dablemente.

El carro de la novia pasea por las calles de Lima. Alberto no cabe en sí, está casado con Cecilia, la mujer que adora. Todo le parece muy poco para ella, sus padres le ofrecen vivir en el segundo piso de su casa pero a Alberto no le parece bien, pide un préstamo al banco y se compra una casa linda con piscina y vista preciosa. El carro de sus sueños, un convertible negro con tapiz de cuero, Ben está feliz. Ni su hermano, el médico, tiene todo lo que él ahora posee. Casas, mujeres como modelos, carros, los mejores tragos, los más costosos puros y las hierbitas para estar atento.

Ni el trabajo constante, ni la ayuda de sus padres pueden solventar la deuda de Alberto, el banco lo tiene ahorcado, él está desesperado, no quiere perder su casa, su primer hijo acaba de nacer, necesita conseguir dinero con urgencia. Me van a matar, me van a matar, repetía Ben incesantemente, debía demasiado dinero a unos mafiosos, cómo se me ocurrió apostar tanto se lamentaba. Perdió casas, carros, y aun así le faltaba dinero. Estaba seguro que le habían hecho algún tipo de trampa, pero no podía hacer nada, él sólo se había metido a jugar con ellos, le advirtieron pero él no escuchó. El nunca escuchaba.

“Has sido seleccionado para participar en el mundial de Tiro en Seúl…” leía emocionado Alberto. Lo que más le alegraba era el premio de aquel campeonato. Cinco millones de dólares. Ese dinero significaba no sólo salvar su casa sino, también, mejorar el nivel de vida de su familia. Cinco millones de dólares salvaban por completo a Ben, podía saldar su deuda y empezar algún negocio serio que, aunque no tan rentable como el póker, le brindaba seguridad. Ben disparaba muy de vez en cuando porque a su hermano le encantaba, él sería el jurado principal. Se había enterado del concurso por él, tenía que ganar.

El despertador a las seis de la mañana le avisa a Alberto que ya es momento de ir a entrenar. Nada era tan importante ahora sino ganar en Seúl. Tenía confianza en sí mismo y sabía que si entrenaba podía conseguir el tan anhelado premio. No tienes idea de lo indispensable que es ganar ese premio para mí, rogaba Ben a su hermano. Es tan fácil hacer trampa, no seas tonto, le decía. Ben estaba seguro de poder arreglar los blancos electrónicos a su favor y en realidad, no le costó mucho trabajo convencer a su hermano de ayudarlo. A nadie le sobra el dinero.

Llega el día del campeonato, Alberto está concentrándose en una silla en un rincón. Ben ya tiene todo listo, el carril cinco está preparado para él. El sorteo lo hará su hermano y a él le tienen que dar el cinco. Alberto, por ser extranjero dispara en la segunda tendida.

De nuevo la bala sale disparada, diez. Ben se alegra, su plan está saliendo de maravilla. Vuelve a cargar el arma. Diez. Toma agua, estira sus brazos, respira. Diez. En su mente los cinco millones bailan, él le ha dicho a su hermano que iniciará un negocio pero no, él quiere seguir apostando, lo ganado lo multiplicaría en un par de días. Diez. El sorteo de nuevo. Cinco. Alberto. Esto no estaba en los planes, gritaba Ben, él disparará trescientos como yo. No me di cuenta, tantos papeles, me confundí y metí el cinco otra vez. Ya no importa, harás que gane yo.

Cecilia, Cecilia. Diez. La bala circular. Mi piscina. Pies y manos y ojos juntos. Mi casa. Diez. Cada tiro es un campeonato, Alberto. Diez. Azul y verde y celeste. Mi casa, mi esposa, mi hijo. Diez. Tengo que ganar. Seis de la mañana. Cecilia. Diez. Trescientos.

Esto es algo que no se ha visto antes, empatados con trescientos puntos de trescientos el señor Alberto de Perú y el señor Ben, de Seúl; anuncia el organizador del Campeonato de Tiro. Dice además, que en vista que no quieren compartir el premio y que solo hay un trofeo, se procederá a desempatar por un “duelo de tiro”, que significa un solo tiro a un blanco de cartón, por tratarse de un espectáculo y en cartón se puede apreciar mejor el tiro.

Alberto sabe que puede ganar y acepta enseguida, Ben duda pero no tiene opción, es eso o aceptar que ha hecho trampa. Ambos tiradores se posicionan. Los dos cargan sus armas. Apuntan. Cecilia, mi casa, la piscina, azul, cada tiro es un campeonato. Diez. Ben no dispara aun, las manos le tiemblan, no puede hacer menos que Alberto, igualar su diez es difícil. Va a perder, va a perder y luego lo van a matar. A él nunca le gusto escuchar y ahora tiene miedo. Lo van a matar. Voltea el arma hacia sí y dispara. Diez.
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‘La luz del hombre libre’ por Bruno Doig

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Los ojos lloran la luz que dejaron de ver, el sueño del miserable, del olvidado que perdió el sentido de la vida hace mucho. Quién sabe si yo termine así algún día, una vida sin final ni comienzo que la inexorable naturaleza me hace recorrer sin libertad. Un vagabundo más en estas calles grises, ¿quién querría acabar así con un cuerpo que ya había perdido el alma? Cinco pedazos de vidrio clavados equidistantemente en la espalda, otro más en el centro. Es la primera vez que encuentro un asesinato tan macabro. El informe forense arroja altos grados de alcohol y cocaína en la sangre. Dopado antes de morir, tal vez finalmente en un arranque de alegría ilusoria murió con un significado, con una luz al final del túnel.
Luz roja que se cruza caracho, puta que encima estamos apurados y ya no llegamos caramba y de ahí el Fermín que me apura que me apura que recoge rápido las bolsas que hay que cumplir con el horario y la luz roja y de ahí están que puta llego a mi casa y me joden las piernas como la reconchasumare. Ya no doy ya y uno llega a dormir y encima la Flora está que jode y jode y que ayúdame que tengo que darle la leche al Coquito y que tengo que prepararle el desayuno a los otros que tienen que ir al colegio y que ya se me hace tarde que tengo que llegar a la casa de la seño y que de ahí estoy apurada que lava que limpia y que tengo que hacer rápido la comida y yo qué carajo, ¿no trabajo toda la noche? ¿No estoy que recoge que recoge, que corre y que corre? Y encima la luz roja y el Fermín, puta son las tres de la madrugada won, arranca nomás, puta que da cólera, cólera.
Sentimientos que nublan el trabajo y la visión del mundo como tal. La soledad y la tristeza de llegar en la noche y no tener nadie a quien saludar, nadie a quien abrazar. ¿Pero acaso el amor y lo que debería ser la felicidad no nublan la visión también? ¿Por qué las personas como yo estamos más ciegos que los demás? Es solo la vida triste del hombre, solo la naturaleza que impulsa a cometer actos deplorables, naturaleza humana que nos lleva a la autodestrucción. Seis estocadas de vidrio, botellas de cerveza. La víctima previamente dopada demoró en morir, entonces la luz finalmente se nubló de rojo, de sangre. La muerte es sufrimiento y la vida también. Cinco puntos equidistantes y uno final en el centro. Se me ocurren ciertas hipótesis, aunque serían apresuradas si no las corroboro antes con los informes que pedí. Por ahora no puedo hacer nada más, solo me queda el sueño para ordenar las ideas.
Dormir en la mañana, así tiene que ser el horario del reciclador como Johny Pacheco, del basurero, del doctor, del policía, así somos la gente chambera y cansa como la reparimpampucta pes pero así es la vida, así es la chamba. Felizmente que la Flora trabaja porque estaría jode que jode, pero como se va y también los chibolos se van al cole yo me quedo con el Coquito nomás, pero puta lo dejo que llore nomás que yo me quedo seco como piedra toda la mañana, de ahí en la tarde que vienen del cole el Luchito y la Yoseline, veo que coman y que hagan sus tareas y a veces que me sale alguna chambita, algún cachuelito y voy nomás para arreglar la luz ya no ya, después que me pasó la corriente horrible y me quedé pegado ya no ya, para arreglar agua nomás, puta me que me da miedo y veo una chispa y salgo picando como si me correteara el diablo.
Satanás metido en todo esto, la gran sátira del mundo moderno, que la idea que flagelo a la humanidad y bloqueó el progreso por siglos todavía siga causando muerte. Aun creo que la hipótesis es apresurada, pero está latente. Cinco puntos equidistantes, el pentagrama satánico antiguo. Drogas y alcohol, quién sabe si la víctima también fue parte del ritual, quién sabe si finalmente su vida adquirió sentido adorando al maligno, quién sabe si encontró la luz al final. Por ahora me guiaré de esta hipótesis, tendré que buscar los antros oscuros de la ciudad en busca de alguna pista, no se encontraron huellas en el cadáver, espero encontrar testigos. Por ahora es un hecho aislado, debo llegar al fondo de esto antes de que vuelvan a actuar.
En el teatro, en la televisión, fácil en alguna película, si pues de chiquito me gustaba actuar, la vena artística que le dicen, me salía, me salía y mi mamá que me metía al taller y me metía que a la actuación que al baile, puta y los patas que jodían pero yo les hacía el pare, si yo tiraba mi mecha, yo tiraba mi pichanga, así es uno de joven pes, lleno de energía, uno sueña pero de ahí hay que trabajar, hay que llevar el pan a la mesa y me casé con la Florita y es jodida y jode como mierda pero se la quiere, y esta rica todavía, la ñorsa que le dicen todavía está durita, esa Florita, puta que me tiene pisado y cuando la conocí no parecía así ah, no, no, era dulce y buena y dulce y ya me decían que de ahí sacan las garras, pero yo terco ahí y me casé y hasta ahora, es que es buena y trabajadora y baila ni qué hablar para qué y sí pues hay que divertirse hay que tomar su traguito y bailar luego de trabajar pues, hay que divertirse.
He recorrido los bares y agujeros más oscuros de la ciudad, pero nada aún. Tendré que buscar algún modo de infiltrarme, aunque sé que será difícil, son un grupo muy cerrado. Es posible que sospechen de mí, esas caras pálidas, aquellas ropas y cabellos negros como sus almas condenadas. Tristes vidas corrompidas y seducidas por la búsqueda del maligno y la oscuridad como respuestas a una vida sin sentido. Una muerte sin sentido, toda la vida y el sufrimiento sin sentido, todas las vidas sin sentido. Es un asesinato más, esta vez fueron mucho más lejos, un cuerpo descuartizado y sin vísceras y la marca, los cinco putos con el vidrio. Creyeron que la basura se iría con sus crímenes. Si hallamos más cadáveres en el relleno, significa que un carnicero del mercado pertenece a la secta. Quién sabe si su mensaje está calando en los sectores pobres, olvidados de este sistema opresor, carente de ilusión y esperanza para los individuos, meros engranajes de la poderosa máquina del dinero.
No se gana tanto, no soy rico, pero tampoco soy pobre pes, ya nuestros hijos saldrán adelante, es la vida y hay que trabajar y hay que disfrutar también pero sobretodo hay que trabajar para que los chibolos disfruten lo que nosotros no y hay que cuidarlos que no se desvíen también y cuando toque habrá que chicotearlos y cuando toque habrá que quererlos pes, habrá que darles su propinita, habrá que regalarles su pelotita, que su muñequito que su zoncerita, que su nosequé y hay que quererlos pes porque a veces uno llega asado del trabajo y a ellos sonrisa nomás y la Flora que jode y jode y sonrisa nomás y uno que tiene que desfogarse acá como se pueda y el Fermín tampoco que no deja, que apúrate que no desperdicies, que corre que el horario y jode pues y encima que el babosaso que se para en la luz roja puta que estamos jodidos así pues, pero sonrisa pues que se va a hacer, hay que estar tranquilos para la esposa para los hijos, serenos nomás.
Calmados y atentos y aún así la operación se nos fue de las manos. El carnicero hubiera sido de gran ayuda para llegar al fondo de todo esto, vendiendo carne humana, destripando a sus pobres víctimas. Cómo diablos no nos dimos cuenta de todo esto. Tuve que mancharme las manos de sangre nuevamente. ¿Acaso soy mejor que él? ¿Acaso soy mejor que esa secta adoradora del demonio? ¿Por qué yo puedo ser juez de la vida de los demás si soy solo un humano? El pecado corre por mis venas y por mi alma. Tal vez hay un lugar ahí abajo esperándome, por los hombres que maté, por los hombres, por los niños que no pude salvar. Y sin embargo esta vida de culpa y remordimiento, esta vida de pecado y oscuridad continuará hasta el fin. Cuando mi visión se nuble y no exista más no habrá descanso para mí, solo final, ni fuego ni luz al fondo del túnel, no hay arco iris después de la tormenta, no hay diablo ni Dios para mí.
Solo basura y más basura, cartón y más cartón, papel y más papel, vidrio y más vidrio, metal y más metal y así es la vida del reciclador, pero no me quejo para qué, se ayuda al medio ambiente también dicen, que ayudamos a la economía, a crear trabajo, a cuidar el mundo y uno se siente importante pes, uno contribuye con todo, uno será humilde pero ayuda pes, uno es importante para todos, como los tres mosqueteros y cuando me muera ya Dios preguntará y qué chucha hiciste y yo le diré reciclador pes huevón, que no que ves todo y me dirá vaya pal cielo y ya a disfrutar nomás, pero acá hay que trabajar y a misa también habrá que ir de vez en cuando también y a los chibolos también hay que acostumbrarlos desde chiquitos a que recen, a que vayan a misa, al Coquito también habrá que acostumbrarlo, ese bebe bien grande ya está ya, ya tendrá que ir al nido ya.
Son los inocentes, los no nacidos quizás los más afortunados, los que no tuvieron que vivir ni darse cuenta del sinsentido que absorbe al mundo desde el núcleo mismo, como un hoyo negro en el alma de cada persona. Ahora un feto en una bolsa con la inconfundible marca. Más víctimas y yo incapacitado de hacer nada. La muerte del carnicero no sirvió, la secta sigue operando, hasta he llegado a pensar que me rodean, que me observan. Pero no son normales, no son solo ellos, hay algo más, siento una terrible presencia conmigo, un sentimiento inefable que me atrapa desde fuera y desde el interior. Ahora mismo siento que hay algo acompañándome, a pesar de la luz prendida, a pesar de los ojos abiertos, lo siento cerca, quién sabe si deba dejar este caso, va más allá de mis posibilidades.
Déjalo ahí nomás me para diciendo el Fermín, pero no pes de ahí se ensucia todo lo que se ha recogido, hay que buscarlo y botarlo, la gente jodida que no separa lo que se recicla de lo demás y dejan caca, comida, hasta carne entera y buena con los cartones y los vidrios y da cólera pes y uno se desfoga y el Fermín que apura y que apura que el horario y el zonzazo que se para un ratazo en la luz, avanza nomás le digo y nada, puta pa animal es este.
Un perro, un perro negro marcado por la secta en la puerta de mi casa. Es una señal, es la señal del destino que me había estado buscando durante toda mi vida. Finalmente seré descuartizado, seré marcado y mi alma servirá para alimentar el apetito voraz de Mefistófeles. Finalmente puedo ver el fuego que me espera al final del túnel, había un final después de todo. Pero soy yo quién tiene que recorrerlo, quiero pensar, quiero saber que puedo elegir, que puedo ser libre y terminar aquí. Que la sombra de fuego y oscuridad que está a mi lado sepa que no soy una marioneta suya. Que la Colt que me acompañó durante tanto, la que se llevó las vidas de tantos, pero que no pudo salvar a tantos otros, sirva para salvarme a mí de las llamas del averno, que la gente sepa que fui un hombre libre y que a donde vaya buscaré la luz de la paz eterna.
Pásatela nomás, puta que este cojudo no me hace caso y de ahí está que jode que jode y que jode y llego a la casa y la Flora que jode que jode y que jode y el Fermín que no me deja, puta qué daño le hago, tengo que desfogarme de alguna forma pes y en fin ni que le pegará a alguien, solo le clavo pedazos de vidrio a la basura y encima lo hago bonito, un circulito y tiro al blanco y el huevón que no que apúrate que desperdicias las botellas, es que da cólera pes, en el mercado que siempre dejan bolsas con carne entre los cartones y uno lo mete con todo y da cólera pes y de ahí tengo que estar buscando y botando y buscando y le clavo que a uno le da cólera, como la vez pasada que en otro lado habían dejado por ahí un cuy muerto parecía, ni lo abrí bolsa, le clavé nomás y así es la gente cochina y que no es consciente del medio ambiente y ahí que me dejan todas las botellas tiradas por ahí y me dejan ropa vieja y cochina por ahí en un bulto y me da cólera y pla le clavo nomás y el Fermín que me apura que apura y él que para pensando en las hormigas en bikini y ayer que se tiró un perro y que me hace botarlo por ahí y me da cólera pes y le clavo nomás y lo tiro donde caiga y así hay que desfogarse pes, para llegar a la casa y sonreír nomás y trabajar nomás para los hijos, para la Flora y para todos pes, porque uno es importante, uno contribuye al medio ambiente y así hay que trabajar y oe Fermín pásate la luz nomás que son las cuatro de la mañana y por fin que me hace caso.
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‘Todos los fuegos el fuego’ por Julio Cortázar

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Gritando una orden, el procónsul empuja a Irene siempre de espaldas e inmóvil. “Pronto, antes de que se amontonen en la galería baja”, grita Licas precipitándose delante de su mujer. Irene es la primera que huele el aceite hirviendo, el incendio de los depósitos subterráneos; atrás, el velario cae cobre las espaldas de los que pugnan por abrirse paso en una masa de cuerpos confundidos que obstruyen las galerías demasiado estrechas. Los hay que saltan a la arena por centenares, buscando otras salidas, pero el humo del aceite borra las imágenes, un jirón de tela flota en el extremo de las llamas y cae sobre el procónsul antes de que pueda guarecerse en el pasaje que lleva a la galería imperial. Irene se vuelve al oír su grito, le arranca la tela chamuscada tomándola con dos dedos, delicadamente. “No podremos salir”, dice, “están amontonados ahí abajo como animales”. Entonces Sonia grita, queriendo desatarse del brazo ardiente que la envuelve desde el sueño, y su primer alarido se confunde con el de Roland que inútilmente quiere enderezarse, ahogado por el humo negro. Todavía gritan, cada vez más débilmente, cuando el carro de bomberos entra a toda máquina por la calle atestada de curiosos. “Es en el décimo piso”, dice el teniente. “Va a ser duro, hay viento del norte. Vamos”.

Julio Cortázar (1914-1984), uno de los renovadores de la narrativa argentina de los años sesenta y una de las grandes voces de la narrativa moderna latinoamericana materializa, en “Todos los fuegos el fuego” una de las estrategias típicas de la narrativa contemporánea, sea literaria o cinematográfica: el montaje de secuencias narrativas en paralelo. Los tallerista presentan a continuacíón sus ensayos sobre esta técnica. Sigue leyendo

S/T por Martín Palomino

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Luces. Luces. Es una perra. Perra. Perra. Perra. Perra. Zorrísima. Era mi amiga, A-MI-GA y él… perra, perra. ¿Por qué todo me da vueltas? ¿Y él quién carajo es? No importa, él está bueno. Pectorales, ron. No, ahí nomás. Tan fácil no soy. No soy perra como esa. Perra, perra, perra, perra AAAAAH, perra. Me voy a vengar, voy a… vodka… bueno, dale. Me tocan, saca tu mano. Ok, sólo una vez. Vez vez vez vez vez vez vez. Wuuuuuuu. No no, no soy tan zorrísima como ella. Venganza pero antes una chelita más. ¿A quien le puede hacer mal una chelita? Igual yo no me le voy a estar regalando a los chicos, no a más de tres, más de tres chicos no. Si si mamá, ya van dos pero no jodas, estaban bueno y el segundo no vale porque sólo me tocó. Ay que rico ahogar las penas, aunque no no no no, no mientras esa está ahí, gozándolo. ¿Qué quieres? ¿Crees que puedes mirarme así? Vas a ver. No, no, no puedo. Se me viene, se me viene. Vomito… vomito sobre Versace, toma tu merecido. ¿Bouncers? No, ¿qué es eso? No pueden botarme de mi primera fiesta de finales, no estoy mal, lo juro, lo juro. Sigue leyendo

‘Oseas’ por Morgana Salvador

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Se burlaba. Todos. El lento memo de Fabio o Fardo sentía compasión. Me mira y quiere callarlos pero que hablen, que lo hagan los malditos. Sí pues, mis muy queridos amigos. Lo de loco es que me río con ellos. Estee…estamos construyendo una recepción en la entrada, saben, para darle nivel al asunto. Ahora sí que se cagan de la risa. Claro que no importa, sí que tiene sus ventajas. Estoy seguro que no te diviertes con ella ¿no Sebas? sí pues, se te puso gélida. Y tú Rodrigo, como si no supieran todos los cuernos que tienes. Me he fastidiado, me estoy fastidiando pero les digo todo para que esto sea más divertido. Mi reputación era intachable, ya que va, no importa este es un buen momento. Sí que buen momento. Lo era, ¿Cómo, me preguntas si yo gano algo? No, no, no no, pues no, crees…no, tú no comerías con un dinero así, no lo harías. Yo soy un tipo decente. Estas bromas a costa de mi desgracia son casi buenas, pero basta flaco, ya no insistas. Mi paciencia se agota. Pero ya me has detestado, así que lo que digas sé porqué lo haces, quieres mi puesto en la firma y te lo vendo, no, te lo regalo. Sigues flaco, no, no presento tarjetas dobles de mi esposa y de mí. Tengo que explicarle, explicarles. Quieres saber si yo estaba enterado: Sí, lo sabía. Ahora se quedan callados, no, su moral indecorosa los obliga a callarse. No me pares porque esto es divertido, mejor cállate Fabio, no necesito tu lástima El punto es qué cosa evitar, todo lo controlo. Crees que te va a impresionar pero estamos hablando de un personaje que te lleva a un lado que te lleva crees a otro ¿y luego te abandona? No, ella regresa, y se esconde en mi cama pero no me dice nada. Yo trabajé en el “Siglo XVII” como práctica en el estudio de abogados, sabrás, imbécil. Anótalo. Yo sé cómo trabaja tu mente, cómo comes, como vives ¿sabes, no? Sé que piensa, como me mira ella sorprendida cada noche de que no la eche de la casa a patadas, como se suele tratar a los infieles. Pero ése no es tu caso, no me traicionas, tu corazón sufre por lo que me haces. Yo te espero, estoy esperando, para siempre. No me importa. No te necesito. Tú necesitas a un hombre que te guíe. Estoy esperando. Partamos lejos, eres especial cariño. Tu mujer es una prostituta me dicen, me repiten y no lo creen. Sí, lo es ¿y qué? Sigue leyendo

‘Divagaciones de un borracho suicida’ por Karla Miranda

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Su voz incesante: Israel tú no tienes corazón; no tienes corazón, Israel. Y de nuevo y de nuevo y… Cigüeñas y dragones. No, no, vasos y baile ¿quinceaños? ¿Sweet sixteen? ¿Fin de parciales? No importa. Extraño a Maja. Una hormiga en la pared. Los insectos cumplen labores, son organizados. Yo a veces ordeno, a veces soy organizado. Dos, tres. Aire. ¿Por qué el aire me enferma? Esta sala es muy grande para nosotros. Maja, ven Maja. 998546278. Los dragones bailan en el aire y un golpe. Ah no, esto es el comedor. No hay alfombra. Rojo, azul, verde pero todo es negro. Ella me quiere, ella me quiere. 998546278. Sombra, otra sombra. Fotos, muchas fotos, facebook, futuro y pasado, el pasado. Tu poder de manipulación y los carros con sus bocinas y el reggetón tan alto como los gritos. ¡Dejen de gritar! Las sombras se mueven y la voz de Maja. No te quiero Israel. No te quiero. Su voz ya no es alegría contagiante como la gripe, como el sida. Un señor en la combi me pidió limosna porque tenía sida. Una mujer que confía en otra mujer es una idiota. Yo le creo. Yo creo. Te creo Maja. Un camino, dos caminos ¿Por cuál voy? Sonrisas y lágrimas. Tantas sombras y dragones y aire y no aire. Maja ven, Maja. El maldito reggetón. Un día son mil años, son nada. Veintisiete, veintiocho, veintinueve de octubre. Tu voz Maja, tu voz y mi mano crucificada al celular. Estoy cansado, hay lodo. Otra llamada. Llamada de atención. Miradas, muchas miradas y me envuelven. Todo me envuelve pero te necesito Maja. Reproches, repetición, malas miradas. Me canso, me canso. Estoy inconforme. Me faltas, Maja. Maja, María Alejandra. Una puerta, otra puerta, puertas más grandes y más viejas. Casas, dos casas, tres casas. Una cuadra, dos cuadras, tres cuadras, un puente. La voz que no se va. No te quiero Israel, no te quiero. 998546278. Un puente. Si te vas, vete. Sigue leyendo