“Los etots” (por Henry Dyer)

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jardines

Habitan en jardines ornamentales que normalmente son cuidados por viejas señoras. Tienen ojos grandotes y orejotas limpias. En sus rostros no hay más. En su niñez son pequeños y redonditos. Luego, con una rapidez desmesurada, crecen porque el aire que entra por sus oídos no tiene boca o nariz por donde sea exhalado. Se inflan. Es así como se vuelven cabezones. Las noticias les llegan a ellos antes que a cualquiera, ya que su capacidad auditiva se hace cada día mejor; de esta forma se enteran de cuáles serán las siguientes rosas y flores del jardín que serán cortadas. Una vez que su tamaño se ha desarrollado en proporciones inmensas y ya no caben en el jardín, son pinchados, se desinflan y no siempre vuelven a crecer.

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