– ¡¡Buenas, buenas caserito!! ¿Qué le parece 150 manguitos por este pastorcito alemán de pura cepa? Tiene solo dos mesecitos, dijo enfáticamente el comerciante con un tono de quien trata de convencer a su interlocutor.
– ¡150! -respondió el peatón-, ¿pero, será fino no?
– Por supuesto caserito. Tócale su cabecita, suave, las encías negritas están, las orejas paraditas.
– Mmm… ¿No hay ninguna rebajita?
– No pué caserito eso es lo mínimo, este cachorro es de puro pedigrí.
– Veo, veo, pero que es… acaso… esto…. ¡¿Tiene chicle detrás de las orejas?!
– No, no debe de habérsele pegado por ahí, respondió el vendedor tratando de insinuar la trampa.
– ¡No pues maestro! Uno interesado y usted tratando de engañar.
– ¡No casero es que en realidad es un doberman!
– A mi no me engañas choche, te pago 50 luquitas por este chusquito.
– Casero, a 100 no más ¿Qué le parece?
– Míster, me lo llevo, con pulgas y mugre, todo a 65 mangos.
– Ya pué casero, qué se hará.
– Muchas gracias, ahora me lo llevo para darle un buen baño.
S/T por Pablo Quevedo
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jajaja de pastor alemán a doberman jajaja y la foto que continua con la incertidumbre porque ese perro no es de ninguna de las dos razas (creo que es un pug). Al final no se sabe que compro. Buen cuento!
el criollismo presente en la manera de hablar del vendedor, los diminutivos, "caserito", genial pero…un vendedor misio le pone chicle a las orejas del perro para que se peguen?
El vendedor quería estafar al peatón. Le quería dar gato por liebre, bueno no tanto asi no? sino que lo quería hacer creer que era de una raza cuando en realidad era chusco. Me contaron que luego del baño el perro era blanco asi que imaginate.
a verdad me olvidé el chicle era para que las orejas se queden paradas como las tiene un pastor alemán
¿Chicle? No seas pendejo. ¿Alguien sabe de vendedores que hagan esa jugada? De hecho hay otras maneras de encaletar un perro chusco.
Muy cotidiana la conversación. Siempre hay alguien que nos quiere engañar. Buen cuento.