-Vaya, un film a lo Metropolis sobre una elite de tecnócratas gays adinerados y pseudoscialistas que dominan desde las cimas de los rascacielos a las masas mediante drogas, libertinaje y control mental y que, además, sirven secretamente a una raza de aliens hermafroditas, es un tanto… heterodoxa. –dijo Sergio impresionado a su colega al oírle hablar de su última película.
-Obviamente a estos intelectuales políticamente correctos con poco sentido común, del humor o del buen gusto no les caerá muy bien.
-Sí pues, no creo que sea muy del gusto del jurado,
-Pero sabes qué… me importa un carajo.
Apuró un trago de Whisky. Iba vestido informalmente, con una chalina al cuello. La barba la tenía un tanto crecida y el pelo largo y algo despeinado. Al fondo del bar, un pianista tocaba variaciones jazzysticas de Fly me to the Moon de Frank Synatra.
Justo se acordó Sergio de que, mientras había estado fuera viendo películas del festival de cine, había tenido lugar la conferencia de prensa de una película bastante sui generis de nombre Psicotecnia. Infirió que era de su colega –a quien no veía desde hacía tiempo atrás- y a que ello se debía que ahora coincidiesen en aquel lugar.
-Muchos me ven como el chico malo del barrio. –dijo el director.
-¿Y piensas hacer algo acerca de eso?
-Nah… esas críticas me van y me vienen. Mi próximo film será un policial sobre un ex pandillero metido de policía e infiltrado en una escuela pública donde encuentra corrupción, pandillas, abuso de menores y tráfico de drogas. Julio Chávez estaría ideal para hacer de oficial incapaz.
Sergio no supo si hablaba en serio o con sarcasmo.
-¿Por qué tuviste que hacer ese thriller loco? ¿Nunca pensaste en lo que le haría a tu carrera? –le increpó.
-¡Ah! ¿Hablas de ese del periodista joven, cínico y sin ideales que investiga los atentados de Madrid cuando ocurren y lo expulsan de su diario por acabar insinuando que los socialistas tuvieron algo que ver?
-¡Sí! ¡¿Qué mierda tenías en la cabeza?!
– Un amigo me dijo que le pareció una metáfora sobre el intelectual marginado por ser muy honesto consigo mismo. Supongo que es la mejor definición hasta ahora.
-Como sea, seguro que después de eso ya no conseguiste ni un cobre del gobierno español ¿Quién te ha financiado esto? ¿El Opus Dei? ¿Los neonazis? ¿El partido republicano?
-No che, no subestimes mi inteligencia. Nomás soy un librepensador y no me hago problema con eso ¿Y vos? ¿Qué me decís?
-Ya debes saberlo. Escribo cuentos y poemas y me va muy bien. Me gané un premio importante en España por mi último libro. Y bueno, ahora estoy de paso por acá para ver el festival.
-Vaya, me quito el sombrero –dijo el director con cierto sarcasmo- No muchos pueden decir que se ganan bien la vida como intelectuales en el Tercer Mundo.
-Estoy pensando en irme a España.
-¡Ah! ¡Perfecto! Ahora vos serás todo un hombre del Primer Mundo.
El cineasta volvió a beber y rió.
-Ha sido un gusto hablar con vos, loco. Ya tengo que salirme. Nomás espero no haberte fastidiado por no ajustarme a tus estándares.
Se retiró. Sergio quedó solo en la mesa. El pianista seguía con más variaciones de la pieza, acentuando la melancolía de ésta. Sergio estuvo en silencio un rato. Miró alrededor y a su vaso. Apuró el último trago y finalmente se fue de aquel ambiente.
…
-Primer premio, categoría ficción: El jardín de la soledad.
La pantalla mostró imágenes de un joven caminando por el parque cerca de su casa, seguidas de otras más del mismo en su casa almorzando o en su habitación, en la escuela, recorriendo las calles de Buenos Aires en bus, haciendo pequeños trabajos, etc. Todo con gran sobriedad y escasísimo diálogo.
El director, perfectamente enternado, pasó a recibir el premio y dijo que su película sólo pretendía mostrar trozos de la vida de un joven bonaerense, aunque dudosamente a cualquier joven bonaerense le habría interesado mayormente lo mostrado.
-Segundo premio, categoría ficción: Luces al atardecer.
La pantalla mostró imágenes de un hombre en sus cuarenta, sentado en una sala y claramente enfermo hablando con camaradas suyos. Con voz en off suya de fondo aparecían imágenes de compañeros burlándose de él en su juventud, marchas gay y poco ortodoxas escenas de amor. Todo con una música lírica, sentimental y sentida.
El director, un joven mexicano de lentes, vestido un tanto informal y otro tanto amanerado, pasó a recibir el premio. Dijo que, probablemente, mucho del público no estaría de acuerdo con su visión, pero que había que estar más allá. Nada más edificante para ello que las reminiscencias de un veterano dirigente gay enfermo de sida.
Tras esto el anfitrión anunció que, a propuesta de algunos miembros del jurado, se entregaría una mención especial a una cinta inclasificable y transgresora.
-Mención especial, categoría ficción: Psicotecnia.
La pantalla mostró, sin ton ni son, imágenes psicodélicas de una ciudad futurista de altos rascacielos y autos voladores; gente viendo pornografía, drogada por narcóticos o por la web y víctimas del control mental; putos elegantemente trajeados, con fornidos negros en tanga y con michi sirviéndoles champagne regodeándose en su poder y pasándola bien en gimnasios, saunas y discotecas de ambiente. Todo con música electrónica de fondo.
El director llegó hasta el estrado.
-Gracias– fue todo lo que dijo y se alejó con su premio.
Al alejarse de su asiento vio entre los miembros del jurado a Sergio, quien le guiñó un ojo.
-Buena loco. –dijo el director, sin que nadie del desconcertado público supiese a quien se dirigía.