S/T (por Henry Dyer)

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actores

-Mi vida fue el grupo de teatro.
Veo a Ismael Del Risco y tiene el rostro hinchado, como si estuviese conteniendo un inmenso impulso físico que desea que su cuerpo se estire, salté, haga piruetas y golpeé obstáculos de un juego con retos. Parece que su cara tuviera capas, la segunda esconde el rostro de niño risueño y molestoso que me describieron sus amigos de colegio cuando los entrevisté como parte de la investigación que hacía sobre la vida de Ismael; Ismael, qué poco queda de ese niño de las costras y heridas en las piernas, Ismael que estás detrás, juega.
Estamos en un claustro, este no es un centro penitenciario del estado, pero no necesita serlo; por lo menos no para Ismael. No poder hacer sus maniobras en escena le hace sentir como a un discapacitado. Ismael era el hombre-habilidad-energía del grupo de teatro al que pertenecía, un conjunto de románticos dedicados a reflejar problemáticas sociales de nuestra tierra. Treinta años de trayectoria llevaron al apogeo causado por la realización de una obra sobre los olvidados. Y la fama creció. Y la fama se rebalsó. Todos conocimos el suceso e Ismael se fue del grupo.

Fue genial. Rompimos esquemas, safamos. Recuerdo que yo propuse la idea de que el público se desplazase; sí, los espectadores sentados sueñan, pero si pueden caminar, estos participan; eligen qué quieren ver. Juego de enfoque con las luces, música preciosa tocada por nosotros; caminábamos entre la gente y armábamos un escenario en diferentes partes del cuarto en segundos. Oh, sí; esto era solo nuestro, interactuábamos con el público…

-Eres un prófugo ¿Piensas entregarte a manos de la justicia?
– Solo quiero volver a terminar mi papel, esto me deja intranquilo; quiero estar seguro de que yo no lo hice…
-¿Crees que lo hizo tu personaje?
-Yo no tengo a nadie.
Siento que Ismael me puede agredir si lo contradigo, prefiero dejarlo hablar. Su barba bicolor ha crecido, su voz tiene ondulaciones, sus ojos giran inevitablemente al medio y a la derecha, se arquean sus cejas cuando recuerda.

Sí, transgredir. Soy un radical de Stanivlasky, soy un revolucionario que odia a los traidores, hay que educar a los niños según lo que manda el partido, estoy de guardia. Las luces se apagaron dentro del cuarto. Yo debo llegar a mi zona, juego de luces; el turno de Julio, una luz fortísima lo muestra ante todos, es un camarada que trabaja en un pueblo aymara y va a matar a un flojo… cuando está por cortarlo con el machete, la luz se apaga y es mi turno; tengo los ojos de la caterva limeña puesta en mi, muchos burócratas, muestro el entrenamiento rutinario con un cuchillo en mano, me muevo como se mueve el jaguar y la luz me perdió; mi cuchillo se incrusta en troncos endebles que caen y gritan, yo no había acuchillado árboles como estos antes.

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