‘Marina’ por Chiara Patsias

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Marina, tú no podías hacer nada. Quizás si no la hubieras dejado irse de la fiesta con ese tipo, si te hubieras dado cuenta que estaba drogado, si te hubieras asegurado que se ponga el cinturón, quizás sí seguiría viva. Pero son muchos quizás, Marina. No podías hacer nada.

Te acuerdas de haberte despedido de Luciana un poco molesta porque se iba con ese tal Rodrigo que no te gustaba para nada. Le repetiste que se cuide, y ella como siempre te dijo el mismo no te preocupes mientras sonreía. Igual te preocupabas, y esta fue la última vez que lo hiciste Marina. Pero no fue tu culpa, sino fue culpa de su alma libre, de sus ganas de vivir el momento. Como siempre, esa noche te puso en una situación extraña. Te había pedido que la acompañes a una fiesta porque iba a ir Rodrigo. Te dijo que te iba a presentar a unos chicos para que eligieras. La callaste. Si ella más que nadie sabe cómo eres. A ti no te importaban esa clase de chicos, que sólo buscaban algo de una noche.

La conoces desde hace un par de años cuando ingresó a tu colegio, y su amistad te parecía más una aventura. A veces pensabas que eras su niñera y no su amiga, pero ahora no hay caso en que te arrepientas de ciertas cosas. Ella ya no está y nada la revivirá. Tu cabeza da vueltas, no lo asimilas. No sabes qué hacer. Tu mamá te abraza, pero no lloras. No tienes idea de por qué hasta ahora no cae ni una lágrima de tus ojos. Piensas que puede ser porque estás molesta y no triste por su muerte. Molesta porque le echas la culpa por haber muerto, y por ser una loca y no cuidarse. Ahora qué ibas a hacer sin ella, con quién ibas a estar todos los recreos. No pienses que estás siendo egoísta, pero inevitablemente te das cuenta que nunca más regresarás al Café Piccolo, su lugar favorito, donde podían conversar horas sin aburrirse. Por qué te habrá dejado así, tan sola. También te molesta que se haya fijado en Rodrigo. Siempre le dijiste que era un huevón, que no lo siguiera viendo. Pero ella siempre daba la contra. Por qué tuvo que gustarle él. Encima sigue vivo y no le pasó nada. Seguirá teniendo toda una vida, o por lo menos unos cuantos años, para seguir metiéndose cochinadas al cuerpo y arriesgando a los demás, mientras su papi le da lo que quiere cuando quiere.

Ella era distinta, siempre les hablaba a todos mientras tú siempre tuviste vergüenza de empezar conversaciones con desconocidos. Siempre estaba alegre y se reía por todo. No le importaba lo que dijeran los demás, y por eso la admirabas, porque tú nunca pudiste hacer algo sin pensar que te juzgaban. Y ahora no ibas a escuchar su risa más que en tu mente, como ahora mientras te vistes para ir a su velorio. No te vestiste de negro, porque a ella nunca le gustó ese color por ser muy triste. No querías ir, pero de una forma extraña pensaste que sería la última vez que estarían en el mismo cuarto. Ya no la verías nunca y hasta podrías olvidarte de cómo era estar con ella. En el carro mientras ignorabas todo lo que decía tu mamá, dejaste de estar molesta. Nadie tenía la culpa. Recordabas muchas cosas y por un momento sentiste ganas de llorar, pero no lo hiciste. En el velorio no te acercaste a verla, no le hubiera gustado que la vean asi. Su mamá te abrazó, lloró y la consolaste, pero tus ojos estaban secos. Secos como tú, que no podía llorar por su mejor amiga. Qué fría podías ser. Pero no querías llorar, por lo menos no ahí, con toda esa gente que nunca estuvo en la vida de Luciana y que aún así lloraban su muerte. Regresaste a tu casa. Todavía no llorabas, pero no querías hablar.

Al día siguiente la enterrarían. Fuiste temprano y tenías la mirada fija en el piso mientras dos hombres con palas hacían un hueco en la tierra que dentro de unos minutos se tragaría a Luciana para siempre. Bajaron su ataúd. Te acercaste a mirar, y estabas inmóvil. Sentiste un deseo inexplicable de tirarte al hueco, para que te trague a ti también. Tu mamá te tocó el hombro. No te moviste ni dijiste nada. Sólo te quedaste ahí parada, con la mirada perdida mirando hacia abajo. Y reíste.

Puntuación: 4.86 / Votos: 14

2 pensamientos en “‘Marina’ por Chiara Patsias

  1. Anónimo

    El final me parece simplemente perfecto. Y, respecto al comentario anterior, yo diría que es un narrador en segunda persona ¿no? Bueno, lo importante es que funciona en el texto.

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