Asustada, aterrada, la pobre corrió a todo lo que su grande cuerpo le permitía. Tenía el rostro manchado de sangre, todavía caliente, y la sentía chorreando por los lados. Veía con cierta dificultad, por el miedo que sentía, pero sabía a dónde tenía que llegar.
El camino se hizo largo, la oscuridad y el cansancio la obligaron a aminorar el paso. En un pequeño charco sació su sed, por un momento viendo su propio reflejo. Su rostro estaba ahora distinto, manchado, sucio, de un color extraño, pero no le dio mayor importancia. Descansó esa noche.
A la mañana se despertó tarde, cansada, un poco sobresaltada. Estaba acostumbrada a la compañía, no había sentido antes la soledad; la confundía, le daba inseguridad. Siguió su camino hasta el otro lado del valle, buscando, como llamada a algo, sin saber realmente qué ni porqué. El día estaba empezando a calentar.
Logró ver, a la distancia, unas siluetas que le indicaban que su viaje había terminado. Ahora, rodeada de sus semejantes, se sintió con tranquilidad, con seguridad. Las otras, sin embargo, se alejaron de esta, como asustadas, confundidas. Entre quejas la fueron empujando, rechazándola, o simplemente distanciándose, mientras que ella se lamentaba sin realmente entender, lastimada, nuevamente sola después de tanto esfuerzo. Se quedó cerca, no interfirió, y esa noche la lluvia limpió su rostro. La mañana siguiente, ahora sí aceptada, la vaca fue y les relató a sus compañeras cómo una de ellas había sido arrollada por un tren.
S/T por Carlos Mevius
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Me gustó mucho el comienzo, pero el final (la verdad) no me gustó mucho… como que queda en el aire… no hay un buen desenlace.