Todavía me acuerdo cuando el niño Joaquín venía corriendo patacalata, feliz pues el niño, a decirme que la María le había enseñado a contar en quechua; “Uc, Iskay, Kimsa, Tawa…” Y seguía, pues, hasta el Iskay chunka. O sino cuando caminábamos por el jardín y señalaba al cielo y decía “Anqas” o al pasto y decía “Qomer”.
Travieso era el niño. ¡Cómo hacía gritar a la María y a su mamacita! Siempre lo llevábamos al mercado porque se pegaba a mi pierna y me decía “Don Evaristo, por favorcito, llévame a pasear contigo y la María” y siempre aprovechaba el descuido de la chismosa esa que conversaba con su prima la frutera, su prima carnicera, su primo de los pescados, con todos los primos del mercado, para meterse entre los puestos y reírse de la chola que como loca lo paraba buscando. ¡Ay! Y a su mamita, como le gustaba al niño recoger los ratoncitos del jardín y ponerlos en el baño cuando la señora Catalina se iba a bañarse.
A Don Miguel no le quería mucho el pobrecito, ¡Cuántas veces vino con su potito rojo de tanto pegarle! Al patrón no le gustaba que su hijito pare con los serranos por que se le pegaban sus pulgas decía. Pero qué se quejaba el patrón si el niño Joaquín era más nuestro hijo que el de él y la señora Catalina que se paseaban por todo sitio dejándonos solos con la wawa. Que si aprendió el quechua y nos decía papacho y mamacha a mí y a la María no debía parecerles raro. ¡Chistoso era ver al gringuito chakchando su coca como la Teodora le enseñó! Y ya más grandecito nunca se avergonzó de llevar a sus amigos del colegio lleno de curas a la cocina para que conozcan a su papacho Evaristo porque la María se escondía cuando venían todos esos rubiecitos, se avergonzaba la chola.
No le duraban mucho los amigos al niño, más crecía y menos amigos tenía. Sólo ese cholito que habían becado los curas, su amigo el Julio que nunca fue a la casa porque el niño Joaquín ya estaba grande y entendía que a su pobre mamita, la señora Catalina, le daría un achaque de verlo entrar nomás por la puerta. ¡Ay niño, si yo hubiera visto que el joven Julio tenía al diablo adentro! Tanto que estudiaban, tanto que se reunían a escondidas y yo pensaba que era buenito el joven.
Creo que era el año 82 cuando Don Miguel botó al niño de la casa. El y la señora Catalina querían que el niño vaya a algún lugar lejos para que estudie algo que te haga ganar mucha plata y no me acuerdo qué era. Cuando Don Miguel escuchó San Marcos ya había levantado su mano y cuando el niño dijo “sociología” yo ya pensaba que Don Miguel le iba a meter un manazo pero solo le dijo “lárgate”. Yo escuchaba en la cocina con la María; escuchamos como el niño subió a su cuarto de él sin decir nada y después de poco tiempo bajó con una maletita chiquita, como si ya hubiera sabido todo lo que iba a pasar el niño. Entró a despedirse y hablamos en quechua para que nadie nos entienda por si acaso. Nos dijo que iba a visitarnos y que desde ese momento iba a luchar para acabar con las personas como sus papás. Ni yo ni la chola de la María entendimos que nos decía el niño, solo quedamos que aquisito nomá, en el parque de la esquina nos íbamos a reunir los miércoles.
Así empezaron las visitas pues, todos los miércoles salíamos al parque con la María a escondidas y uno no se da cuenta, ¿no?, que el niño cada vez estaba más flaco y con más pelos en la cara. Nos enseñó a leer y a escribir por esos tiempos y nos explicaba todas esas cosas raras que pasaban en el Perú, porque tú sabes que yo y la María solo sabíamos que teníamos que ir con cuidado en las calles. No nos asustamos porque el niño nos prometió que todo estaría bien. Cada vez nos venía visitar menos y un día se despidió. Nos dijo que tenía una obligación con sus compañeros de la sierra y yo sentía que era malo, veía en sus ojitos que tenía pena de irse.
No supimos más del niño, por un tiempo. Los señores Strauss me botaron de su casa, me decían que yo le había metido ideas raras al Joaquín y no querían que contaminara su casa. Yo estaba caminando para llegar a la empresa donde trabajo como wachiman desde hace como 20 años cuando vi la foto del niño y otras 4 personas en un periódico que ya no recuerdo su nombre. No me importó ver las letras grandes, le di las moneditas al chiquito que me dio el periódico y fui de frente a la página 3; “4 terroristas entre ellos el “Camarada Evaristo”, importante líder senderista aún no identificado, cayeron en una emboscada realizada por el ejército….”
Me gusto la historia, pero le falta un poco de fuerza, de poner un poco de enfasis y misterio en el conflicto; creo que debiste anunciar que algo iba a suceder. Y una pregunta para Alexis, ¿que demonios tiene que ver la foto con el cuento?