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Sus ojos son negro ondulado y están sellados con sangre en forma de látigos y cruces brillantes. Camina aplastando todo a su paso, sabiendo que es superior. No tiene religión, ni política, menos amor; pero es feliz. No sabe qué es el miedo o la pobreza y sonríe.
Le divierte contemplar asustados a los animales que lo rodean, los mira por sobre el hombro, y se burla. Se burla despiadadamente.
Los tatuajes negros en forma de espadas paralelas que cubren su dorada figura lo camuflan de rencores, envidias y venganzas que él mismo buscó en su camino.