Sorpresas te da la vida.
Rubén Blades
Asu que tal rebote, no puedo dormir. Esto es lo que pasa por excederme de tiros, jajaja como si fuera a dejar de hacerlo por eso. A la mierda con la rebotada, que rica estaba la alita…recién salida de la panadería y directamente hasta la jato de Nicolás, que tal juergaza. Pero que idiota soy, me olvide que mañana tengo final de Macroeconomía II y tengo que leer un montón, quien me manda a estudiar en la Pacífico, mas fácil la hubiera hecho en la USIL. Aunque mi viejo igual me hubiera obligado y no me hubiera regalado el BMW cuando ingresé. Ya fue, total de ahí le bajo un sencillo al profesor y me da un sustitutorio, en vez de estudiar mejor llamo a la chibola para entretenerme un rato. Seguro que la voy a despertar y va a renegar pero cuando escuche mi voz se va a poner toda contenta y melosa como siempre, después me pedirá: Manuel, ven a mi casa un rato, no importa que sea de madrugada, hazme tuya de nuevo. ¡Rodrigo! Te he dicho que te vayas a dormir de una buena vez y dejes de escribir tus tonterías, ¿Por qué nunca haces caso?-decía la madre parada en el umbral de la puerta, mientras su hijo se encontraba abstraído en las artes poéticas a las tres de la madrugada. El joven le respondía a su madre que estaba terminando el esquema de una monografía para su curso de Filosofía Contemporánea. Mientras la madre (que sabía que no se trataba de ninguna monografía para la San Marcos) le pedía que deje de hacer bulla arrugando y rompiendo papeles en plena madrugada. Como si no fuera suficiente que su hijo haya elegido Filosofía como carrera y posiblemente termine muriéndose de hambre como toda su familia, ahora se creía poeta, en otras palabras…la pobreza al cuadrado. Pero Rodrigo seguía; ya no era nada nuevo pasarse las madrugadas en vela escribiéndole versos desesperados a aquella esbelta y morena colegiala, y rompiendo los poemas una y otra vez hasta que le salga algo aceptable. Esa colegiala por la cual estaba perdiendo los papeles, esa misma que no lo dejaba descifrar a Nietzsche ni a Heidegger, la que nublaba sus teorías con un garabato de sonrisas tímidas (y tácitamente inocentes) y laberintos de faldas a cuadros. No, faldas a cuadros y piernas no, sólo inocencia. Es que ya iba demasiado tiempo así, escribiendo decenas de poemas, dedicándole medio repertorio de canciones de Silvio y Sabina, ella que sabía de poesía sólo se reía, le decía que lindo eres y me gusta como escribes. Pero fuera de eso, ni si quiera le había aceptado una salida al cine, o un paseo por el malecón. Siempre le ponía las típicas excusas como que tenía que estudiar para sus exámenes, que sus papás no la dejaban salir mucho, que tenía muchas tareas que hacer. Era por eso que solo la iba a visitar un rato a su casa de vez en cuando, a veces cuando regresaba de la universidad y le sobraba plata para otro pasaje se bajaba del micro en la Av. El Ejército y caminaba hasta su casa, con la esperanza de que ella salga por su ventana y le pregunte si le había hecho más poemas. No tengo tiempo para almorzar mamá, ya me voy a la universidad, no, no necesito plata para la gasolina, ayer mi papá lleno el tanque del auto. Un poquito de electrónica para relajarme mientras manejo, no caería nada mal, ¿Dónde estaba el disco? Ah ya se, en la guantera. ¿Aló? putamadre se cayó el CD de mierda. Ah, hola papá estoy yendo a la universidad y de ahí me paso a la oficina ¿Qué? Pero si el balance está bien hecho, no me vengas con eso de que no he aprendido ni mierda en la Pacífico, ya ya, en la noche lo arreglo. Sí, también voy a terminar el informe, chau. En la universidad me encuentro con mi brother El Sapo, me dice para tirarnos las clases, no puedo porque tengo examen final de Macro, me dice que seguro no he estudiado. Y le digo que mi viejo me está jodiendo para que vaya a la oficina a arreglar unas cosas, le cuento que es una huevada cuando tu papá es tu jefe también. Me contesta que si trabajo en la empresa de la familia ni cagando me van a botar. Suelto una carcajada porque está en lo cierto. También tiene razón cuando dice que no hay diferencia si voy o no a clases, porque igual voy a desaprobar el examen. Aparte esa nota se puede arreglar fácilmente con el profesor, cuando sepa quien es mi viejo. Entonces El Sapo sube al carro y como ya está anocheciendo no hay nada mejor que hacer piques en el Monumental, seguro ahí estará toda la gentita reunida. Mientras manejo la chibola me manda una alerta al Nextel y me dice que cuando nos vamos a ver, que ya me está extrañando y que sólo la llamo en las madrugadas cuando estoy aburrido y quiero tirar. Le contesto que el viernes la recojo del colegio, y puedo sentir esa emoción en su voz a través del teléfono, seguro ya está pensando en la cara de envidia de sus amiguitas cuando me vean llegar con el carro a la puerta del Belén. Me despido y cuelgo porque si algún tombo me ve manejando mientras hablo por celular, le voy a tener que bajar un sencillo y no tengo efectivo. ¿Y esa chibola quién es? Me pregunta El Sapo y le contesto que sólo es mi nuevo levante, que ella cree que estamos pero en verdad sólo la estoy vacilando. ¿Manuel, hora aparte de coquero e hijito de papi, también eres pedófilo?-me pregunta el muy pendejo como si nunca se hubiera levantado a una chibola. No nada que ver-me río y le contesto-solo es una mocosa que está rica y se caga por mi. Le digo que él también es un mantenido y malogrado con la plata de sus viejos, entonces voltea y asiente con la cabeza, somos iguales y nos cagamos de risa. Manuel donde carajo estás, cuando vas a venir a terminar el trabajo, estás perjudicando a la empresa con tu irresponsabilidad, ya se te va a acabar la mamadera- mi viejo gritando por el teléfono. Yo sólo me cago de risa con El Sapo y no le hago caso al huevón de mi viejo. Ese era uno de esos atardeceres en los cuales Rodrigo caminaba desde la UNMSM hasta la Av. La Marina y recién ahí cogía La S para ahorrarse el pasaje y así poder tener dinero para regresar desde la casa de Carolina hasta la suya. Mientras caminaba por toda la Av. Universitaria, Rodrigo andaba pensando ¿Por qué se había fijado en una chica como Carolina? Seguro que a ella la perseguían chicos del Markham o del Newton, seguro que jamás se fijaría en un chico pobre y de universidad nacional como él. Y la pregunta seguía sin respuesta ¿Por qué Carolina? Él no lo sabía con exactitud, pero lo que sí sabía era que ella era una chica inocente, inteligente y hermosa, pero sobre todo lo que más le gustaba era su inocencia, con eso bastaba. Mientras trataba de consolarse (sin mucho éxito) de que aunque él no tenga plata y ella sea de clase alta, él amor no distingue clase social y por lo tanto si podía conquistarla, ya estaba llegando por fin al paradero de la Av. La Marina. Una vez dentro de la combi, Rodrigo trataba de borrar una página de su viejo y lleno block de apuntes, para así poder escribir algo nuevo con que sorprender a Carolina. Pero una vez borrada la página, escribía algo y borraba, escribía y borraba una y otra vez, no se contentaba con nada y estaba a punto de romper la hoja que ya parecía tela de cebolla. Todo lo que escribía últimamente le parecía basura a comparación de lo que hacía antes, y eso que antes no tenía a ninguna musa de quien inspirarse y a quien dedicarle sus líneas. Era toda una contradicción pues si antes que no tenía musa escribía bien, ahora que la tenía sólo lograba arrugar una y otra vez las hojas gastadas y debería ser naturalmente al revés. Lo peor era que si bien el no tenía dinero, ni era un chico de colegio inglés, por lo menos al principio había tenido su poesía para conquistarla, y eso parecía haber sido una fórmula infalible desde que se inventó el alfabeto. Pero ahora, ahora no tenía nada…ni plata, ni posición social, ni poesía. Lo peor era que Carolina sabía mucho de literatura y no era la típica pituca hueca que caía rendida con un “Tus ojos son como dos luceros”; no, Carolina era una chica muy inteligente, aunque también era inocente. Pero el problema con esto era que una cualidad no inhibe a la otra, entonces Rodrigo con la falta de inspiración para dedicarle sus versos, había realmente cagado su única arma de conquista. Aún con su autoestima y toda su mente, toda hecha mierda por Carolina, logró escribir una declaración de amor finalmente, esta vez le parecía peor que la anterior pero por lo menos era algo poética y bastante frontal. Lo que Rodrigo no sabía era que todo estaba por cambiar. Putamadre de nuevo el rebote y en la mañana tengo que ir a hacer los balances e informes de la empresa, hace semanas que los he postergado. También tengo que dejar de llevar este ritmo de vida tan dañino. Jaaaa ¡Ni cagando!, esa no me la creo ni yo. Por fin después de una hora me quedo dormido y me levanto a las dos de la tarde, me provoca una parchadita pero mejor no y guardo los falsos en uno de los ternos de la chamba, bien caleta para que nadie se de cuenta. Una vez más que me levanto tarde y la cago con la chamba, que chucha…total mi viejo es mi jefe. Me llama mi brother El Sapo y me dice que vaya a su casa, que sus viejos se han ido a Ginebra, que tiene la casa solita y que la Navidad se adelantó y Papa Noel mandó nieve para todos. O sea la gente se ha armado una encerrona y justo es viernes, que bien. Busco las llaves del carro y veo que no están encima de la consola de la sala, la chola me dice que mi viejo las cogió en la mañana. Qué raro, pero no importa, como estoy apurado salgo a la calle y tomo un taxi nomás. Llego a la casa del Sapo y había rufianas por todos lados, en la piscina con sus bikinis apretados, en el jardín bronceándose, aprovechando las horas de sol que quedaban. Estaba toda la gente ahí haciendo el control de calidad de la morita, reunidos en la terraza como una gran familia, jalona, pero familia al fin y al cabo. Y yo un traguito de etiqueta azul, un poco de la morocha que está buenaza. Un puchito, un traguito de whisky, otro tirito más, esto es vida carajo. Pero de pronto un pensamiento inesperado asalta mi cabeza: ¿Qué pasó con la chibola? No se nada de su vida desde que me olvidé de recogerla de su colegio y ni la llamé para disculparme, ya me dieron ganas de levantarme ese cuerpo bronceadito y tiernito. Carajo porque siempre que estoy negro me entran unas ganas descontroladas de tirar. Que raro que ella tampoco me haya llamado, si se cagaba por mí y más aún desde que la saqué de pita, seguro se ha resentido y espera que yo la llame Jajaja. Voy a llamarla para ver si sale algo más tarde, aunque con todo lo que hay por consumir en esta casa, lo más probable es que salga de aquí el domingo. Que le pasa a esta chibola que no responde el Nextel, de repente tiene las alertas llenas, mejor la llamo como celular. Mierda, no responde tampoco. Intentaré una vez más, ya está… ¿Aló? soy yo…Manuel, ¿Cómo estás preciosa, te has olvidado de mi o qué? ¿Cómo que por qué te llamo? Pues para vernos y hacer un poco de ejercicio juntos jaja. ¿Qué?¿A quién le dices arrecho, que te pasa? Yo no soy ni arrecho, ni drogadicto, trátame con respeto o ya te olvidaste las cosas que hicimos y como me decías que me querías. No me puedes dejar, no tienes a nadie que te pague las cenas caras y te lleve a todos lados en un BMW, no va a haber otro huevón como yo que cumpla todos tus caprichitos. ¿Cómo que ahora estás con alguien más? ¡Si averiguo quien es ya sabes lo que voy a hacer, tú no me conoces! Pero están demás las amenazas, ya me cagaron la juerga y me he pasado de tiros encima. Me voy a mi casa y encuentro mi ropa, mi lap top, mis zapatillas y todas mis cosas tiradas en la calle. De pronto veo un terno tirado en el piso y manchado con polvo blanco por todos lados, putamadre me olvidé de sacar los falsos de los bolsillos. Mi viejo está ahí y me dice que ya me quitó el carro, que me está botando de la casa, no puedo creer que encontró los falsos y me dice que soy un coquero de mierda y que no aparezca por ahí nunca más. Rodrigo está sentado en un parque a unas cuadras de la Av. El Ejército, son las tres y media de la tarde y el está quemándose con un sorpresivo e inusualmente fuerte sol limeño, de mediados de Diciembre. Se queda mirando al cielo, directamente al sol, sintiendo esa rara sensación de pre-estornudo y ceguera temporal. De pronto (él no se da cuenta pues sigue mirando hacia arriba) se acerca una chica corriendo, con la piel tostada y su falda a cuadros. La preciosa chica se abalanza sobre él y empieza a jugar con sus labios como una pequeña experta en las artes del amor. Ella le empieza a contar que le tiene que decir algo, que ya no puede conservar en su conciencia: no es virgen y no quiere seguir mintiéndole. Rodrigo se decepciona, pues lo que más amaba sobre ella era su inocencia, pero repara en un solo hecho que lo convence a perdonarla: un chico pobre, miserablemente mediocre y aspirante a filósofo de universidad nacional, ha conquistado a la chica del cuerpo moreno y la falda de cuadritos del colegio de clase alta, y no piensa perderla. Piensa que Dios no hace milagros dos veces en la vida. Un perdedor como él ha vencido todas las convenciones sociales de una Lima retrógrada y segregadora. Entonces sólo se le ocurre hacerle una pregunta a la muchacha… ¿Por qué me elegiste habiendo tantos tras de ti, que te podían dar todo lo que querías? A lo que Carolina responde: Ninguno de ellos escribe poesía, y si lo hicieran…ninguno lo haría como tú.
Creyendo que un buen verso,
Vale mucho más que un carro.
Aunque la realidad demuestre lo contrario.