-¡Cómo se te ocurre pedir pizza! Eres una tonta, ¿tienes dinero, acaso?- preguntó Valentina malhumorada.
-Te juro que yo creí escuchar que me decías que lo hiciera- replicó Daniela, defendiéndose.
-Sí, ¡Cómo no! ¡Como si yo no hablara bien, acaso! Te dije claramente que llames a la lavandería para pedir las camisas – le respondió Valentina.
-Discúlpame, entonces. – dijo Daniela al oír esto – Pero, ¿no puedes llamar para cancelar el pedido?
-Sí, sí …¡como si fuera tan fácil!, ¡sabes que ese pedido lo haz hecho ya hace más de quince minutos. A esta hora ya han de estar trayéndolo. – exclamó Valentina, aumentando cada vez más su cólera.
-Bueno, entonces, ¿por qué no le preguntamos a la señora Zumica si es que lo desea? – sugirió Daniela, creyendo que Valentina se calmaría.
-Tú crees que te va a decir: sí, sí … lo quiero! Jaja por favor…Daniela. – dijo irónicamente Valentina – En primer lugar a la señora Zumica, no le agrada la pan pizza pepperoni y lo segundo es que sabes que ya han cortado el Internet y están a punto de cortar la luz si la señora no paga mañana, piensa un poquito, no?
-Podríamos entregar nuestros celulares y decir que se nos acaba de terminar el efectivo y que mañana a primera hora nos acercamos a cancelar. – sugirió nuevamente Daniela.
-¿Crees que eso sería verosímil? Somos menores de edad, tonta. – replicó Valentina alterada.
-Bueno, como última opción, no abrimos y ya! – exclamó Daniela.
-Si no abrimos nosotras, la señora Zumica lo hará – le contestó Valentina.
-Nos situamos detrás de la puerta y le pedimos que no abra. – le dijo Daniela.
-La señora Zumica se enfadará con nosotras y, es más, no permitirá que hagamos eso: nos obligará a afrontar la situación. – dijo Valentina.
-Pues si ninguna de mis ideas te agrada, entonces propón una tú, no? – exclamó Daniela, sintiéndose ya un poco nerviosa.
-Tú fuiste la que me metiste en esto, así que eres tú la que lo tienes que arreglar. – le reclamó Valentina.
El timbre sonó.
-Din! Dón! Din! Dón!
-Debe ser la pizza…ni modo, más vale que abramos nosotras, aunque a mí me da vergüenza. – le dijo Vale.
-Sabes qué? Les diré que no tenemos efectivo y les dejaré mi celular, ya ¡me llega!…
Daniela, sudando de los nervios, se acercó a la puerta y…
-¿Señorita Daniela? – preguntó el conductor de la moto-delivery pizza hut.
-Sí, soy yo – contestó ella.
-Disculpe la demora. Por exceder el límite del tiempo, su pedido es cortesía de la casa. – dijo el joven
-Gra…cias – contestó Daniela sorprendida.
…
Buen cuento. La mejor parte: < -Din! Dón! Din! Dón! >. Entre el pensar y el actuar. Too va bn, me soprendió el final, muy bueno. Cdt.