“Solamente un día” por Gabriela Rodríguez

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Yo me acuerdo de cuando fue mi fiesta de 15 años. Ahí fue donde conocí a Bruno, no sé cómo llegó a mi fiesta. Desde la primera vez que lo vi me gusto. Era alto, de tez blanca, tenía un color de pelo claro y un corte sensacional. Además sus ojos eran tan claros que con la posición del sol pareciese que cambiasen de color. Sus labios eran de un rosado suave y tenía una cautivadora sonrisa.

A partir de ese día me iba a visitar semanalmente a mi casa. Conforme pasó el tiempo lo llegué a conocer más, entre en cuenta de que era aplicado en su escuela, responsable y respetuoso, también era arrogante y a veces, manipulador. Aún así me seguía gustando. Un día, al llegar a la academia de baile, a la cual asistía desde ya hace algunos años, Naty, una de mis mejores amigas me dijo que le gustaba Bruno. ¿Por qué me lo dijo? En ese momento lamenté tanto que me lo hubiera dicho que ella se percató de mi distracción. Me pidió de favor que la ayudase a conquistarle, yo accedí y callé mis sentimientos.

Desde ese día, cada vez que Bruno me iba a ver, le hablaba de Naty, aunque no lo quisiese, pensaba que era lo correcto, aparte se lo había prometido. Le hablaba y le hablaba de ella, ese era mi tema de conversación. Un día le pregunté si le gustaba Naty y me dijo que sí. Aunque era algo que no me esperaba, traté de disimular mi decepción.

Dos semanas después, una prima de bruno, a la que Naty y yo conocíamos de la academia del verano pasado, iba a celebrar su quinceañero y nos invitó. Yo supuse que en ese quinceañero Naty y Bruno iban a empezar su noviazgo, pero no fue así. Él me sacó a bailar una pieza y me dijo que le gustaba y que me engañó al decirme que le gustaba Naty para acercarse más a mí. No supe qué hacer, pero justo en ese momento llegó la mamá de Naty a recogernos y nos retiramos de la fiesta.

Al día siguiente, Bruno me llegó a ver con uno de sus amigos para invitarme a un día de playa. Aproveché la ausencia de mis padres y accedí. Estaba en la playa con Bruno y sentía tanta impotencia de no poder decirle: sí quiero estar contigo, ya que estaba Naty de por medio. Por ese día prometimos que nos íbamos a olvidar de la existencia de ella: nos bañamos, nos bronceamos, nos tomábamos de las manos y nos abrazábamos. El momento fue mágico. Ya cuando la noche empezó a asomarse le dije que tenía que regresar a mi casa. Antes de despedirnos, aunque en el fondo no lo quería hacer, le dije que si en verdad me quería se quedara con Naty y se olvidara de que alguna vez me conoció.

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5 pensamientos en ““Solamente un día” por Gabriela Rodríguez

  1. Anónimo

    Ah bueno no entendi muy bien eso de que "el final no te convencia", supongo que te refieres a que no te gusto, si es así ,podrias dar una sugerencia con el final que a ti "sí te convencía"

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  2. Anónimo

    Oh!, una historia muy sincera. Qué linda. Muy íntimo de uno, sin embargo, no creo que a esa edad se dé la buena voluntad de dejar ir a algún idilio que aparezca y sobre todo si es correspondido. Dos sugerencias: la primera, qué hizo el chico (?); la segunda, revisa esta parte <<El momento fue mágico>>, me gusta tu forma de sintetizar en algunas partes, pero aquí creo que la idea no va. Cdt, too va bn. Un abrazo.

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  3. Anónimo

    Gracias por conmentar. Bueno, en el caso de la frase "El momento fue mágico" la puse a propósito como para que cada lector lo interprete de una manera distinta. Aunque, si se convierte en una frase que no se entiende, sería mejor que la hubiese obviado, y en el caso de tu pregunta de qué hizo el chico, creo que no es necesaria agregarla al cuento ya que eso deja abiertas muchas posibilidades que el lector podría imaginar. Además creo que si agregara qué es lo que él hizo, esto ya se convirtiría como otra línea de acción, eso es parte de otro cuento XD….

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