“Ojitos lindos” por Renato Constantino

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No veo que declararse tenga nada de romántico.
El estar enamorado sí que es romántico; extraordinariamente romántico.
¡Pero el declararse! ¿No has pensado en que pueden decirle a uno que sí?
Y casi siempre se lo dicen. Y entonces ¡adiós interés!
La esencia misma del romanticismo es la incertidumbre.
La importancia de llamarse Ernesto – Oscar Wilde

Me acuerdo de la primera vez que Laura Vicuña me hizo llorar. Ya ha sido un montón de tiempo, pero esas cosas no se suelen olvidar. Hasta hace un año, antes que ella se mudase nos seguíamos saludando. Probablemente ella aún no recuerda lo que pasó o quizá lo ha olvidado como se olvidan las travesuras de los niños.
Me duele porque Laura me gustaba. Era linda y en ese tiempo me parecía atractivo no tener dientes. Era un símbolo de prestigio y madurez.
Me acuerdo que ya usaba lentes y eso era bastante raro aunque no era el único del salón. Papá decía que me hacía ver inteligente y todos mis familiares decían lo mismo. Yo también me sentía un poco mejor. No me gustan mucho mis ojos. Revelan mucho.
Debía ser alrededor de 1994. Lo recuerdo porque papá hinchaba por Romario y, haciendo gala de su relativismo moral, decía que a Maradona le habían cortado las piernas injustamente. Yo lo veía con las dos piernas completas pero llorando en todas las noticias. El salón tenía siempre dibujitos y yo le pregunté a la miss si no podíamos poner afiches de las estrellas de fútbol. Ella dijo que lo someteríamos a votación. Laura fue la única niña que levantó la mano. Era bonita y le gustaba el fútbol. A mí también me gustaba. Olía siempre bien. Menos recargada que mami y siempre a frutas. Su pelito era ensortijado y sus ojos sí eran hermosos. Eran (y bueno, qué diablos siguen siéndolo) los ojos más hermosos y puros que he visto. Su voz era un poco ronca. Sus rodillas eran nudosas como las de los niños traviesos. Usaba medias cortitas todo el tiempo. Me parecían bonitas aunque prefería las mías que tenían dibujitos de Mickey Mouse.
Vivía cerca de mi casa. A ella la recogía su empleada y a mí mi abuelito. Creo recordar que ambos eran de Arequipa. Algún orgullo que nunca he logrado comprender del todo los hacía amigos. Eso me alegraba. Yo iba conversando con Laura delante de ellos. Sonreía muy feliz. Muy, muy feliz. No sabía qué había que hacer para estar con alguien pero pensaba que ya hablar era un gran avance. Uno de esos días, al abuelo le dio el primero de los tres ataques al corazón que tuvo. Nadie me explicó muy bien las cosas, pero lo importante era que le habían pedido a la mamá de Laura si yo podía quedarme en su casa mientras ellos me recogían. Aceptó. Al igual que a Laura, hasta el año pasado la saludaba con mucho respeto. Estaba extasiado. No sabía si nos besaríamos (o si eso sería bueno, saludable, legal y correcto) pero creí que nada perdía intentándolo. Luego de comer, nos pusimos a jugar. Nuestras manos se tocaron varias veces. Luego de un rato comenzó a enrojecerse y me dijo que yo le gustaba, pero que mis lentes no. Como cualquier hombre hice lo que ella me dijo. Su reacción no fue la que yo esperaba. Me dijo: “¿Qué tienen tus ojos?” No supe que responderle. Solo hasta hace poco he podido aceptar que soy bizco. Mis ojos ya no me interpelan. Pero ese día, creo, fue la primera vez que mis ojos reflejaron fielmente lo que yo sentía. La mamá de Laura entró preocupada y me preguntó por qué lloraba. No recuerdo cómo le mentí.

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6 pensamientos en ““Ojitos lindos” por Renato Constantino

  1. Anónimo

    Mmm, ahora que lo pienso, sí debí haber contado mejor el final. Luego de la pregunta de Laura, propongo este final: "No supe qué responderle. Creo que empecé a llorar. La mamá de Laura entró y no recuerdo qué mentira le dije. Solo hace poco he podido aceptar que soy bizco"
    Ojalá Alexis también comenté para saber qué le parece.

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  2. Anónimo

    Estoy de acuerdo con el nuevo final que propusiste. A mí también me parece un buen cuento, lleno de mucha inocencia y además hay contiene frases con las que no pude evitar sonreir. La verdad, me gustó tu forma de narrar la historia… aunque te sugeriría que le pongas algún defecto a Laura; como comentaron anteriormente, parece que la idealizas un poco. A mi parecer debe de haber algo que no te guste de ella…

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