Estaban espalda con espalda. El hombre de barba blanca y pelo canoso sostenía firmemente la pistola en el puño derecho. Un largo saco negro, grueso, de invierno, le caía hasta los tobillos. El otro, mas joven, de barba negra y pelo largo y ondulado, la sostenía en la izquierda. Vestía una camisa blanca de cuello abierto y un saco azul entallado. Las respiraciones de ambos se oían a por lo menos medio kilómetro de distancia, ya que el bosque entero parecía haberse silenciado para presenciar sangriento acto. El juez empezó la cuenta:
– Uno
Avanzaron un paso, con la zancada de quien pisa un pantano o quien no conoce el terreno.
– Dos
Este paso fue mas sólido, mas seguro.
– Tres
Los dos pisaron fuerte, como si estuvieran aplanando el terreno para su propia tumba.
– Cuatro
Dicho paso fue largo y lento, parecía mas bien que saltaban, queriendo huir o esconderse tras un árbol.
– Cinco
Un paso casi nulo, mínimo. El paso de quien llega a la puerta de una casa y frota la suela del zapato contra la alfombra que dice “Welcome”.
– Fuego!
Dos estallidos retumbaron las hojas de los árboles. Cientos de pájaros alzaron vuelo al unísono. El hombre de barba blanca y pelo canoso terminó boca arriba con una bala entre ambos ojos. Riachuelos de sangre confluían detrás de su cabeza, tras haber recorrido todo el relieve de su rostro. El hombre joven, de barba negra y pelo largo y ondulado se acercó, lo miró desde arriba, tiró el arma al suelo y le dijo al occiso: – Tu honor no vale ni mierda.
“Cuento” por Luis Alonso Carrión
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Describes bien a los personas, los puedo ver. solo tengo una sugerencia sobre lo del punto cinco en que frota su pie sobre la alfombra, me gusta esa comparacion y me hace ver claramente el paso, sin embargo, es como si se saliera del contexto…