Me lo contó el líder de una comunidad amazónica. El inchú o pez chillón de Bagua habita la zona más extensa y profunda del valle Marañón. Es un pececito carnívoro de color rojo intenso, distinguible desde la orilla. Tiene las escamas redondas y brillantes y posee una dentadura muy desarrollada. Un ejemplar de estos es difícil de ver pues solo sale a superficie los días de luna llena. Durante este periodo, desde que amanece hasta mediodía, el pececito rojo aumenta su tamaño hasta el de un paiche, animal de gran tamaño. A esa hora suele estar muy hambriento así que gruñe emitiendo un sonido ronco. Este es audible a kilómetros y espanta a las aves del lugar. Si no lograse comer hasta la medianoche, recupera su tamaño original y su tono rojo se opaca. Emite luego un pitido muy agudo y breve, que provoca una fuerte lluvia. Esto alerta a los nativos, que al día siguiente intentarán ubicarlo para matarlo. Cuenta la leyenda que si a la segunda noche el pez chillón no consigue comer, su grito agudo generará una borrasca que no acaba jamás. Para evitar ello, siempre en días de luna llena, se arroja al río cadáveres de animales para poder alimentarlo, por precaución.
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Archivo por meses: septiembre 2007
“Esculturas celestiales” por Juan Cárdenas
Las puedes ver flotando inmóviles por el aire, conteniendo en sus alas el incesante rugir del viento sobre la cima de un barranco. Las hay blancas, grises, blancas y grises; otras son obscuras, pero son pocas. Cuando hace calor, pasean por el litoral de sur a norte, cuando hace frío norte a sur. Para poder observarlas, recomiendo sentarse, encender un cigarrillo y conversar; es preferible estar acompañado, así, tendrás al menos un testigo de la estatua voladora que viste aparecer en medio de la nada, allá sobre el horizonte. Porque es así como aparecen: de la nada; interrumpen tu conversación con su volar, únicamente acompañadas por las olas del viento y el soplido del mar. Muy rara vez, algunas, sólo algunas, mueven su cabeza y parecen mirarte, contemplar tu fijación y, para sí, despreciarte por tu extrema cercanía al cielo.
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“Ratas de ascuas (o Rata Roja)” por Diego Vereau
Consideradas como unas de las más molestas plagas de las ciudades localizadas al borde de los ríos, estos roedores de pelaje carmesí han sido innumerables veces culpados de incendios inmobiliarios, comida arruinada o inclusive, de esa misma suciedad cenicienta que se aloja en nuestros mismos hogares, y que a menudo ignoramos descaradamente. Temperamentales y extremadamente suspicaces, tienden a evitar a sus congéneres menos peculiares, buscando refugio en la bruma que crea su exposición al típico medio ambiente húmedo. Suelen alojarse en espacios recluidos, oscuros y cerrados, lo cual parece haberles dado a algunos, con poco sentido común, la errada idea de que pueden entrenarse y hasta usarse en la estufa como sustituto menos perecible que el carbón o leña.
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“El mono de la tinta” de Jorge Luis Borges
Este animal abunda en las regiones del norte y tiene cuatro o cinco pulgadas de largo: está dotado de un instinto curioso; los ojos son como cornalinas, y el pelo es negro azabache, sedoso y flexible, suave como una almohada. Es muy aficionado a la tinta china, y cuando las personas escriben, se sienta con una mano sobre la otra y las piernas cruzadas esperando que hayan concluido y se bebe el sobrante de la tinta. Después vuelve a sentarse en cuclillas, y se queda tranquilo.
WANG TA-HAI (1791)
Jorge Luis Borges (1899-1986) no necesita presentación en ninguna parte. Su figura convoca el primer ejercicio oficial del taller: la descripción. Su “Manual de zoología fantástica” sirve de inspiración a los más de veinte talleristas que inventan sus animales. Los que me han parecido más interesantes complementan esta catergoría del blog. Sigue leyendo
Wendy Chumpitaz
¿Por qué escribo y cuál es mi relación con la literatura?
Es muy obvio decir que es mi forma de expresión y la verdad no lo es, el motivo por el que escribo es porque en realidad quiero e intento lograr decir lo que veo, más que comunicación es descripción de mis sueños, pensamientos experiencias y puntos de vista, porque pienso que en una sola persona hay miles de formas de ser, miles de posibilidades de realizar un mismo acontecimiento con distintas reacciones por parte de ella y es por ello que me interesa escribir, para dibujar a los distintos yo que hay en una sola persona, es por ello que trato de escribir, aunque, como habrá notado, soy bastante mala en ello. También es un intento por capturar el mundo, por dibujarlo con las palabras, por describir sin necesidad de que sea de forma literal, todo lo que nos rodea y todo lo que somos. Mi pensamiento es muy desordenado y esta me parece una buena forma de organizarlo, como una muestra de empeño, como un dibujante que día tras día trata de hacer mejor sus trazos y sin importar cuanto tiempo le tome va a lograr que su dibujo se parezca más a lo que ve en su mente.
Ahora, mi relación con la literatura, lo voy a poner en pocas palabras, sinceramente es muy pobre.
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Diego Vereau
Hola, mi nombre es Diego A. Vereau Agreda. Estoy en mi cuarto ciclo de Estudios Generales Letras, yendo hacia la facultad de Psicología. En lo que respecta a mi relación con la literatura, se puede decir que sentí interés por ella gracias a mi padre, quien me solía leer historias de A. Conan Doyle y de Rudyard Kipling en lugar de los usuales cuentos infantiles, que leí mucho después. Aparte, por ser hijo único, y el único varón de mi generación en ese entonces, solía leer mucho y compartir mis ideas y opiniones con los adultos desde muy chico. ¿Porque intento escribir? Supongo que por la misma manera en la que estoy tratando de aprender a dibujar: para poder expresarme mejor, ya que siempre he sido un poco reservado en cuanto a mis opiniones y pensamientos, sobretodo desde la escuela. Aparte, he sido de tildado como un chico bastante creativo y con bastante imaginación por parte de familia, profesores e incluso algunos amigos, como cuando trate de narrar en papel una pelea con un jefe en un videojuego, el cual nunca termine, al igual que varios otras ideas que he dejado a medias con el tiempo debido a diversas razones. Bueno, me inscribí en este taller para, entre otras cosas, encontrar alguna manera de volver a retomarlas, y de paso, conocer algo más sobre la literatura, que solo estoy familiarizado con la mayoría de los conocidos. Sigue leyendo
Adriana Arce
Mi relación con la literatura es, por decirlo de alguna manera, de amor-odio. Se me impuso la lectura desde muy temprana edad, pero la ser una imposición (y también porque leía a 2 por hora) le llegué a tomar cierto recelo e incluso disgusto a leer. Sin embargo, siempre me encantó escuchar historias (era fan número 1 del Cuenta Cuentos) y empecé de muy pequeña a inventar historias fantásticas de mundos llenos de magia y fantasías como para hacer de mi mundo privado un lugar más bello, más interesante. Más adelante, ya en secundaria, el recelo disminuyó y comencé a leer otras cosas que no fueran tareas de colegio, pero hasta este momento no se me había ocurrido escribir mis locas y disparatadas historias: mi pasión era la música, así que no le presté mucha atención. No recuerdo exactamente cuándo ni cómo empecé a escribir, solo se que cuando lo hice estaba fascinada. Tenía la oportunidad de decir cosas que no podía decir de otra manera, de contar la realidad que veía y expresar lo que no entendía o lo que quería hacer a los demás entender, o que simplemente quería sacar a la luz. Mi fascinación creció cuando descubrí que había gente a la que le gustaba lo que escribía y que en verdad había gente que escribía lo que a mi me gustaba leer. Por eso cuando entré a la universidad y vi el taller en la currícula, decidí entrar para perfeccionar esta forma en que hago ver al mundo la forma en que lo veo. Sigue leyendo
Giacomo Bassilio
Sincerándome, escribir redime mis necesidades y, no sé si paradójicamente, también se instituye en otra necesidad. Escribir, para mí, nace en la liberación más espontánea de lo incontenible. Sin embargo, intuyo que escribir no es ni termina en esto, pues siempre que escribo también re-escribo. Y pido no se entienda esto lo más literalmente, intentaré transmitirme. Re-escribir no es un mero “volver a escribir”; uno ya re-escribe en el inmediato escribir, cuando lo inefable o inasible intenta transmitirse a través de la palabra. Quizás el mejor escribir sea el (silencio).
Creo o quiero creer que escribir es un hacer tan natural, cotidiano y hasta imperceptible, como respirar. Creo que esta manera de entender mi escribir se debe a que lo que más me agrada se resume en 2 palabras: “descubrir” e “imaginar”. Escribir y re-escribir son necesariamente uno cuando ambos descubren e imaginan, y, por supuesto, también reinventan. Reinventar es el destino de re-escribir.
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Tomás Osores
Aquí voy. Desde un inicio leer fue un pasatiempo agradable. Horas sentado, pasando hojas, mirando, viajando en la mente de otros. Dostoievski, Sábato, Ribeyro, y más… grandes compañeros. Los libros me permitían conocer parte de la vida moviendo la cabeza. Eran otros tiempos. Luego la falta de tiempo cambio las cosas. Chau, libros. Así que la música fue el reemplazo. Esta me ayudo a apartarme un poco (desaparecer) mis días. La realidad comenzó a ser tan aplastante y dura que prefería irme a otras. Escapar de mis monstruos. La música era rápida y efectiva: alivio garantizado. Esta fue una segunda etapa, que terminó con La insoportable levedad del ser (Kundera). Las melodías fueron alcanzadas por las historias. Y es que pueda que existan canciones con las que nos identifiquemos, pero un libro que nos explica y conoce es un hito. Es posible crear nuestras propias realidades. Así, de mentirita. Por eso estoy de vuelta. Me he hecho fuerte. He decidido rebuscar. Extraer los monstruos que viven en mí por un rato. Vomitarlos para poder diseccionarlos y comprenderlos(me) mejor. Perdonarnos. Ojala pues, no? Sigue leyendo
Carla Mosquera
Escribir me permite contactar con ideas y emociones que parten de mi sensibilidad a las circunstancias y los objetos que me rodean. En mi caso, el vehículo artístico que utilizo es la fotografía, ya que considero que me permite abstraer contenidos con mayor eficiencia. Considerando que mi relación con la realidad es más introvertida, especialmente cuando se trata de temáticas arraigadas en lo afectivo, la fotografía tanto como la literatura es un espacio donde me doy la libertad de ser, de actuar, de decidir y opinar. En realidad, tengo un deseo profundo de mostrar lo que pienso y siento a los otros pero nunca de forma directa, ya por lo poco práctico de entrar en un diálogo de lo inefable o por mis propias limitaciones en la apertura interpersonal. Quiero que el lector logre un acercamiento empático al mensaje, pensándose a sí mismo en relación a un otro, como yo, y así enriquecer su propia experiencia de vida. Por otro lado, yo también quiero jugar a ser ese otro y colocarme en situaciones y posiciones variadas en edad, sexo y procedencia, intentando comprender la naturaleza humana en su total complejidad. Sigue leyendo