Esta va ser una noche difícil –se dijo Ralph a sí mismo- mientras tomaba su abrigo. Salió a recoger el auto para dirigirse a la escena del crimen. Manejó durante dos horas para darse cuenta que había pasado por la casa en cuestión al menos tres veces: ”Creo que ya no estoy hecho para trabajar de noche” pensó. Bajó del auto, conversó con los policías que habían llegado antes a la casa; mientras uno de ellos le informaba sobre lo sucedido lo condujo hasta el lugar donde se hallaba el cuerpo. El muchacho lo llevó por el pequeño apartamento hasta el baño, donde yacía una muchacha de unos diecinueve años en una tina, su piel lucía celeste. El forense le comento que esto se debía a que ella se había estado allí por varias horas antes de su llegada. Ralph pidió que terminaran de fotografiar el lugar y que llevaran la navaja al laboratorio (aún en casos como estos, era necesario procesar la evidencia para asegurarse de que había sido un suicidio). Empezó a dar vueltas por la habitación de la muchacha; encontró una foto de ella de cuando tenía unos dieciséis años con un sueter largo sentada en el pasto abrazando a un perro y sonriendo. La muchacha se parecía mucho a su hija Gloria. Recordó cuando su familia tenía aquel labrador grande que se había comido una vez un billete de a dólar, así como una foto en que su hija tenía un sueter similar con aquel perro en las vacaciones que habían tomado un verano. De pronto, su celular empezó a sonar, era su hijo:
-Necesitamos mas calmantes, papá, esta noche, mamá esta muy intranquila. Ha empezado a decir de nuevo que algo malo sucede con Gloria. Si sigue así…- Ralph lo interrumpió-
-Llama al Doctor, su número está en la libreta azul, el sabrá que hacer.
Colgó el teléfono, sin esperar la respuesta de su hijo. Siguió observando el cuarto de la muchacha. Su nombre era Ofelia, era una estudiante universitaria. Encontró varias fotos más, así como varios documentos personales que rondaban en su habitación. Entre ellos se encontraba su diario. En la ultima pagina relataba: “Estoy cansada ¿por qué mis padres no me dejan en paz? ¿Por qué tengo que fingir que estoy feliz? Las mismas caras, la misma gente, las mismas mentiras… ¿Y yo, sigo siendo la misma? Ya no creo en nadie, desde que EL se fue, nada es igual. Mi psicólogo dice que esto pasará que un día entenderé, que mis sentimientos cambiaran y maduraran poco a poco. Mi psicólogo no sabe nada, mis padres tampoco. El era el amor de mi vida y lo perdí, lo perdí…” En el diario habían también fotos de ella y su novio, así como de su familia, eran fotos de alguna navidad, donde todos sonreían a la cámara menos ella que miraba al piso. Ralph recordó la última navidad, él había comprado una cámara nueva y pasaron horas averiguando como funcionaba; finalmente, lograron tomar un precioso retrato de toda la familia. En el figuraban su esposa, Gloria, su hijo Carlos y la pequeña Andrea. Todos sonrientes, todos alegres. Había sido una gran navidad ahora que lo pensaba. Comieron mucho pavo y Gloria les comunicó que tenía un nuevo novio. En ese momento, el forense llamó a Ralph, le dijo que se dirigiera a la estación, los padres de la muchacha se encontraban allí. Cuando él llegó a la estación, el padre y la madre de Ofelia se encontraban ahí, sentados, ninguno lloraba, pero ambos tenían un rostro que denotaba pesadez y cansancio. El padre se levantó y se acercó a Ralph, apenas lo vio entrar a la habitación. Le dijo que él identificaría el cadáver, no quería perturbar a su esposa. Como él no había dicho nada aún sobre el motivo por el cual los habían llamado a la estación, le sorprendió lo que acababa de oír. Le preguntó al padre de Ofelia cómo sabía que ese era el motivo por el que los habían llamado. El hombre respondió que ambos se lo esperaban, Ofelia ya lo había intentado dos veces y su psicólogo indicaba que sus avances eran pobres y su depresión empeoraba. Ralph continuó mirando al hombre, parecía no comprender lo que le decía. Terminó de explicarle algunos detalles sobre lo que tendría que hacer con el cuerpo de su hija. Le dijo que tenía que esperar veinticuatro horas (por ley) para poder enterrarla. La madre preguntó si tendría que traer el vestido con el cual sería enterrada. Ralph le contestó sorprendido que sí, conciente recién en aquél momento de que a pesar de que ellos hablaban a unos metros de ella, ella podía escucharlos. Su madre dijo que traería el vestido que utilizó en su fiesta de promoción, luego de eso no había asistido a ningún otro evento social. Su novio terminó con ella en la fiesta de promoción -añadió su padre-, tratando de explicar. Ralph recordó la fiesta de promoción de Gloria y aquél precioso vestido amarillo que había utilizado, recordó también, la foto que su esposa guardaba de aquel momento en el cajón de su velador y que miraba cada noche antes de dormir. Los padres de Ofelia se fueron. Ralph terminó con el papeleo restante, para luego dirigirse a casa. Al llegar, lo recibió Carlos. Le dijo que su madre había estado mas perturbada que de costumbre, y que le habían tenido que poner dos dosis de calmantes. Ralph lo miró y se quedo callado. Su hijo se puso furioso y empezó a gritar que la culpa de todo esto la tenía Gloria por haberlos abandonado así, sin más explicaciones que aquella nota, empujó a su padre y llorando no dejaba de repetir que la culpa era de Gloria por marcharse así. Ralph solo abrazó al muchacho hasta que este se calmó, luego, lo llevó a su cuarto, lo acostó y apagó la luz. Bajó a la sala, y vio las fotos familiares que se encontraban en uno de los cajones del mueble del espejo. Vio a sus hijos, vio a Gloria y una lágrima corrió por su mejilla. Volteó el marco en el que se encontraba la foto de navidad de la familia, abrió la tapa y sacó un papel que habían encontrado entre las cosas de Gloria. Lo tomo sin verlo mientras se dirigía al comedor principal aún con la foto y la nota en la mano. Se sentó y pensó en cuán feliz era Gloria, en cuánto la querían sus amigos y toda la familia. Pensó también en aquella noche, en la familia sentada alrededor del comedor principal junto con el novio de Gloria y sus mejores amigos; pensó en el disparo, en la sangre y en cómo jamás entendería por qué una persona que era feliz se suicidó.
Secuencias narrativas en paralelo con retrospección y dato escondido
Buen cuento de narración continua que no deja que uno se aburra. Lo único criticable es el final que, aunque trata de ser soprendente, resulta bastante previsible.