Si cuando tenía dieciséis años le hubieran dicho a David que veinte años después estaría en un avión viajando de su Londres natal hacia Río de Janeiro, definitivamente le hubiera parecido una locura. Y sin embargo, veinte años después estaba en un avión con destino a Brasil. El único país al que había viajado hasta entonces había sido Estados Unidos, con motivo del cumpleaños de su abuela, a los diecisiete años, y desde entonces no había ido a ningún otro país. Hasta ahora, a sus treinta y seis años, que estaba viajando hacia Brasil, para asistir al concierto final de la gira de reencuentro de su banda favorita. Era una locura.
Y era una locura porque tenía treinta y seis años, una esposa y tres hijas, y él se comportaba como si todavía tuviera dieciocho y fuera un adolescente. Aunque su afición por Iron Maiden había comenzado en 1981, con el segundo disco de la banda y había concluido en 1993, David quería ir a verlos en Brasil, porque la banda volvía a ser la misma con el regreso de su cantante Bruce Dickinson, quien había abandonado la banda en 1993 y fue el causante de que David abandonara al legendario grupo de fans de la banda. “Aunque sea la última vez, iré a verlos”, le había dicho a su esposa, y no estaba dispuesto a faltar a su palabra. Su esposa había intentado disuadirlo, pero el adolescente fanático ganó la batalla y ahora David se iba al Rock In Rio a verlos tocar en vivo.
Ya en el hotel, se aseguró de tener el ticket de entrada y se comenzó a vestir. Pantalón negro, camiseta negra con el estampado de Eddie y el logo de Iron Maiden, pulseras negras. En fin, todo el atuendo necesario para estar acorde con la fanaticada. Al verse al espejo, recordó aquel concierto en Estados Unidos. Él tenía diecisiete años y encajaba muy bien con los fans de esa época. ¿Cómo sería ahora? Si bien era cierto, Iron Maiden era una banda antigua, y muchos fans tendrían alrededor de 40 años, como él. Pero también era cierto que la banda no había dejado de sacar discos desde su fundación, y que también tenía una gran masa de fans jóvenes, con los que probablemente no encajaría. Finalmente, mientras sonaba Flight of Icarus, su canción favorita, se olvidó de todo y se encaminó hacia el concierto, totalmente emocionado.
Tres horas después, David ya está entre las primeras filas y la muchedumbre comienza a armar alboroto. La banda sale a escena y comienza el show con Fear of the Dark. Fear… of… the… dark… oooooooooooooooo…I am a man who walks alone… Bruce Dickinson es Iron Maiden. No hay otro para tomar el micro e imponerse de esa forma. David canta cada una de las líneas de la canción y está totalmente emocionado. Ya se iba olvidando de que tenía treinta y seis años y volvía a su adolescencia. Los jóvenes que tiene a su costado visten como él, cantan como él, son él pero en jóvenes. Una chica que está a su costado no canta, pero disfruta como todos. “Seguro es una de las nuevas fanáticas”. Pronto el solo de Dave Murray y Adrian Smith, y todo el mundo callado, sin corear nada, viendo a los guitarristas tocar, luego el coro oooooooooooo, al que él se suma. Cambio de solo y de guitarrista. De nuevo el coro, y luego Dickinson vuelve a cantar y le ordena al público que cante el coro. Fear of the Dark, Fear of the Dark, Fear of the Dark, Fear of the Daaaaaaaaaaaarrk. ¡Qué canción! Pronto termina la canción. David es un adolescente más. La chica que no estaba cantando aplaude y grita algo en portugués que él no llega a entender, aunque no sabe si no lo entiende porque es portugués o porque todos sus compañeros fanáticos aplauden y gritan de tal forma que no puede escucharla bien. Mientras Dickinson saluda al público, él presta atención a la muchacha. Con la poca luz de los reflectores del escenario no la puede ver bien como para decir el color de sus ojos, pero si se da cuenta que su cabello es oscuro y de que es joven, tal vez diecinueve. De perfil, la muchacha es hermosa, aunque el maquillaje negro de los ojos opaca un poco esa belleza. David la sigue admirando, aprovecha que está concentrada escuchando a Dickinson hablar. Después de unos minutos, la guitarrea de 2 Minutes for Midnight comienza a sonar y Dickinson regresa al escenario. David es descubierto por la muchacha y se siente cohibido, pero finalmente la muchacha le guiña un ojo. Kill for gain or shoot to maim, but we don’t need a reason. David se sabe esa canción, pero no la quiere cantar. La chica lo ve, y parece preguntarle porqué no canta. El canta una línea de la canción, sin saber muy bien si la está cantando en el momento adecuado o no, y la chica se ríe. Señala hacia el escenario y canta la línea correcta. Él se sonroja, pero espera que con la luz ella no se dé cuenta. Se acerca y le pregunta su nombre. Ella responde en portugués algo que no podía parecerse a un nombre y vuelve a preguntar. Ella se rié y esta vez contesta en inglés. Mi nombre es Ana, Anita. Yo soy David. Con que te gusta Iron Maiden. Me encanta, los escuché hace un par de años. Yo los sigo desde hace años. David ahora desea borrar esa frase, porque se ha puesto en evidencia. Vuelve a su conciencia el hecho de que tiene treinta y seis, pero no quiere transmitirle esa sensación. Ella no dice nada y mira hacia el escenario. Midnight ya terminó y ahora sigue The Trooper. Ella comienza a cantar y David dice para sus adentros que para sólo conocerlos un par de años la muchacha se sabe muy bien las letras de las canciones y se lo dice. Ana sigue cantando We get so near yet so far away y David desiste.
David sigue cantando y disfrutando del concierto. Por un momento Ana, Anita ha quedado sólo a su costado, como parte de la muchedumbre y la música lo lleva de nuevo a su adolescencia. Veinte años han quedado atrás. El concierto ya lleva más de hora y media. La gente sigue gritando, son fanáticos de verdad. The Number of the Beast comienza. Es un clásico de la banda. The number of the beast for it is a human number, its number is Six hundred and sixty six. David espera la frase inicial de la canción pero la banda no la toca. En vez de eso, siente la mano de Ana, Anita que se envuelve en la suya y ella comienza a cantar I left alone, my mind was blank al mismo tiempo que Dickinson. Él aprieta su mano y sigue cantando. Su mano en la mano de Ana, Anita es el sello que lo deja veinte años más atrás. Ya no importaba la esposa ni las tres hijas. Hace veinte años yo no tenía ni esposa ni tres hijas, sólo esta pasión por la banda y es lo que tengo ahora. The night was black was no use holding back ‘cos I just had to see was someone watching me, Ana, Anita y David cantan a coro. Pronto The Number se acaba y Dickinson se despide de la muchedumbre. Las 250mil personas que están allí. Pero hay una canción más, dice Dickinson. Y es en ese momento que comienza a sonar Blood Brothers. Ana, Anita se abraza a él. And if you’re taking a walk troguh the garden of life what do you think you’d expect you would see, just like a mirror reflecting the moves of your life. La juventud ha regresado, ahora Ana Anita y él son uno sólo. Son hermanos de sangre, como la canción. Los dos cantan, es la canción favorita de ella. Él la mira, ella lo mira, se ven a los ojos y ella toma la iniciativa. Le da un beso. No hay nada de que preocuparse, de la noche no pasa. Es amor de jóvenes, de jóvenes que se conocieron una noche y que a la mañana siguiente no van a recordar qué fue lo que sucedió. El beso es eterno, la canción termina And if you’re taking a walk through the garden of life… Adiós Iron Maiden, hola Ana, Anita.
La juventud ha regresado, ahora, en su habitación de hotel, él puede explorar cada centímetro de su cuerpecito. No hay remordimientos, ella tiene diecinueve y él está en sus dieciséis. Si la gente se entera que lo hizo con una mayor de edad lo van a elogiar, ese sentimiento es lo máximo, ser el centro de atención de todo el mundo. El concierto me hizo pasar una noche con una chica de diecinueve, tres años mayor que yo. Es lo máximo. We’re Blood Brothers.
Y a la mañana siguiente, David se despertó. Tengo dieciséis y lo hice con una de diecinueve. Pero Ana, Anita no está. Ella ya tomó sus cosas y se fue. Amor de juventud. Una noche y nunca más te volví a ver, si te veo no te conozco, y si te conozco no me acuerdo. ¡Diablos! No tengo dieciséis, tengo treinta y seis, y estaba esperando encontrarte a mi costado cuando despertara hoy en la mañana. Amor de adultos. No soy joven, no podré volver a acostumbrarme a ser joven. ¿Qué he hecho? Lo he hecho con una de diecinueve. No es posible… con una de diecinueve… ¿qué dirá mi esposa? Ana, Anita, ¿quieres ser mi esposa? No, amor de adultos, y ella no es adulta. Yo no soy joven, lo fui… y nunca más volveré a serlo…
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