S/T (por Giuliana Zúñiga)

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Vicky dormía placidamente, en el dormitorio que compartía juntos a otras 20 compañeras. Su sueño se vio interrumpido cuando, repentinamente, se prendieron las luces de la habitación. Vicky abrió lentamente los ojos y estos se cruzaron con los de sus otras compañeras, que mostraban igual desconcierto que ella. Con un gesto, intentó decirles que no se preocuparan y le indicó a una compañera, Luisa, que apagara la luz, y que ya mañana descubrirían quien había sido la responsable.

Volvió a dormirse de inmediato, hasta que los chillidos de Luisa y el posterior bullicio general que se produjo en la habitación la hicieron despertarse de nuevo. La escena que observó le erizó la piel: Un hombre, se llevaba a Luisa fuera de la habitación, ante los incesantes chillidos de ésta; y, varios desconocidos más buscaban hacer lo mismo con ella y sus demás compañeras. Cuando uno de los desconocidos se acercó a Vicky, esta intento dar pelea como pudo: con las uñas y a fuerza de gritos; pero, el desconocido le espetó un fiero: ¡cierra el pico! y le propinó una bofetada tan fuerte que la hizo perder el conocimiento.

El desconocido llevó cargada a la inconsciente Vicky hasta la parte trasera de un camión donde ahora también se encontraban sus demás compañeras. Estas, ayudaron a Vicky a volver en sí, y juntas sintieron como el camión empezaba a andar. La parte trasera del camión estaba descubierta, y por lo tanto, ella y sus compañeras estaban a la vista de los primeros madrugadores del día, o de los sobrevivientes de la juerga del día anterior; sin embargo, ninguno de los que las vio notó la peligrosa situación que se encontraban; o hizo ademán alguno por ayudarlas.

Finalmente, el camión detuvo su marcha. El mismo hombre que le había pegado una bofetada hace solo unas cuantas horas, la bajo del camión y se la entregó a una mujer, que esperaba ansiosa a poca distancia.

-¿Ésta? –pregunto la mujer con un gesto despectivo al hombre, mientras este le entregaba a Vicky.
-Sí pues Maria, te estoy dando las más gorda, solo por tratarse de ti.
-¡Pero fíjate lo flaca que esta! Yo no te voy a pagar lo que acordamos por una gallina escuálida como esta, mis caseras se me van a molestar …
-No se, tu mira cuanto me das, pero entra de una vez porque yo tengo que seguir entregando a las otras gallinas…

La mujer hizo un ademán de despedida y dio media vuelta para dirigirse, como todos los días, a su puesto en el mercado; mientras Vicky, volteaba la cabeza para ver por última vez a sus compañeras.

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