Archivo por meses: septiembre 2006

Rocío Huatuco

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Si intentara recordar la primera vez que escribí, recordaría que sólo lo hacía para imitar a mi papá. Todo empezó sólo como un juego, escribir sólo era un pasatiempo, palabras que formaban oraciones. Pero cuando leía lo que había escrito sentía que le faltaba algo; mis cuentos eran vacíos, me sentía como cuando destapas una gaseosa y en el reverso de la tapa lees: “sigue intentando”.
Pasaron los años y llegué a la adolescencia, la época del colegio. Fue en ese lugar, que por cierto me cuesta olvidar, en el que conocí a Frank; la primera vez que lo miré sentí todas aquellas sensaciones que se experimentan cuando sabes que el rostro que tienes enfrente tuyo va a ser difícil de olvidar. Fue amor a primera vista, amor adolescente que supuestamente se desvanecería en meses, tal vez sólo días.
Me equivoqué, los años pasaron y en todos ellos no podía dejar de pensar en él. Cuando me preguntaban qué era lo que sentía por él no podía decirlo, era demasiado para mí, además de ser amor a primera vista; era la primera vez que me enamoraba.
Los cinco años de tortura en el colegio llegaban a su fin. Días antes del día final empecé a escribir todo aquello que sentía cuando lo veía y cuando no lo veía; todo aquello que no podía decir quedó plasmado en cinco hojas arrancadas de mi cuaderno de Matemática. Cuando terminé, releí lo escrito, pude transmitir todo lo que sentía por él sin escribir explícitamente: “me gustas” o “te quiero”.
Los papeles fueron releídos por una amiga, ella los colocó en un sobre, el destinatario final de “la carta”, entre comillas porque en esas hojas no había escrito nada parecido a una carta. Fue a Frank y, hasta donde sé, él llegó a leerlas.
Han pasado casi dos años desde la última vez que lo miré. Ahora, cuando quiero recordarlo, escribo porque su rostro se desvaneció junto con mis sueños.
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Luis Carrasco Huamaní

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Para empezar debo decir que no me considero una persona con alma de artista, de escritor (por decirlo de alguna manera), y debo recalcar que las pocas pero poquísimas veces que he escrito algún cuento se remontan a mi etapa escolar cuando el profesor de literatura nos pedía que escribiéramos un cuento de 2 a 3 páginas aproximadamente. Teniendo en cuenta esto, yo no podría decir que tengo una manera ya establecida al momento de escribir, en este caso, un cuento. Aunque solía tener un 15 o 16 por mis cuentos, recibí una mejor nota cuando escribí un poema, que incluso el mismo profesor (uso la palabra “mismo” no en el sentido de que fue el mismo de quien hablé al principio sino para recalcar el hecho) lo comparó con las obras de Jorge Luis Borges refiriéndose en la métrica, la rima y el ritmo y siendo el caso de que este no es el taller de poesía no veo la necesidad de tener que explayarme acerca del tema.
Con respecto a la pregunta de las razones que tengo yo para escribir, sinceramente no se me ocurre otra cosa más que el hecho de que a través de estos escritos, cuentos, puedo yo expresar lo que pienso, siento acerca de determinados temas. Además me gustaría pensar que no es sólo por esto primero sino también por querer saber que tengo siquiera un poco de talento para quizás no escribir una novela de tamaña envergadura que sea leída por muchos, teniendo en cuenta que en un pasado un tanto lejano pasó la idea por mi cabeza de dedicarme a escribir obras literarias, pero por lo menos un tiempo estuvo la idea……de querer escribir algo pequeño pero de calidad.
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José Carlos Banda

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Me gusta escribir porque siempre me ha gustado soñar. Tratar de crear situaciones particulares en las que se ponen a prueba los límites de la realidad. Desde pequeño, siempre antes de dormir, al echarme en mi cama, me quedaba despierto largas horas creando ficciones. A veces no dormía hasta las 4 o 5 de la mañana porque la historia se iba haciendo más y más interesante. La mayoría de veces aprovechaba distintas situaciones que me sucedían durante ese día y las utilizaba como punto de partida. De ahí iba tergiversando la historia. La mayoría de veces modificaba la historia para crear finales beneficiosos para mí, otras veces creaba finales no tan felices ni satisfactorios, y otras veces no terminaba las historias porque me quedaba dormido. Pese a esto, empecé escribiendo poemas. En el colegio conocí la obra de Vallejo, Neruda y otros, y me interesó mucho. Más adelante conocí la obra de Eliot, Ezra Pound, Pizarnik, Baudelaire, Eielson, Luis Hernadez, entre otros, y me interesó mucho más la poesía. La poesía me dio las ganas de empezar a escribir, pero esas ganas no se limitaron solo a ella. Tanto como la poesía, la narrativa también era otra de mis pasiones, aunque se me hace un género más complicado. Así fue como empecé a escribir cuentos (o al menos a intentar escribirlos). Sigue leyendo

Melissa Lazo

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Para escribir un cuento, en el momento en el que me siento inspirada, busco un espacio aislado y abierto, tratando de escapar del estrés o el ruido. Luego, empiezo a imaginar o crear a cada personaje y les adjudico características, físicas y morales, propias de cada uno y que puedan formar parte de una historia. Finalmente, busco una forma de relacionarlos creando situaciones o conflictos necesarios para que la trama se pueda desarrollar. Muchas veces no logro terminar de escribir por falta de tiempo o porque se complica la trama de la historia, pero cuando los retomo suelo cambiar enormemente el contenido.
En general, suelo escribir para “desconectarme” del mundo, que en algunos momentos llega a ser hiriente, o simplemente porque hallé la historia perfecta, muchas veces provenientes de recuerdos familiares.
Escribo también porque es una manera de hacer catarsis y muchas veces lo considero como una especie de psicoanálisis. El escribir también me ayuda a hacer una autorreflexión de las etapas que estoy atravesando o que ya atravesé pero que me son difíciles de olvidar.
En resumen, la razón principal por la que suelo escribir es la mejora que esta me otorga al contar mi historia y tratar de ahuyentar a mis “fantasmas”.
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Juan José Rodríguez

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La curiosidad de escribir nace del gran interés y pasión por leer. Es asombroso, a mi parecer, como una persona puede hilar tantos hechos o ideas en un libro y plasmarlos en el mismo, creando secuencias en los capítulos que no llegan a perder la coherencia entre sí. El escribir para mi sería transportarse a otro mundo, un mundo donde yo soy el que determina la historia y su desenlace, dicta las “reglas de juego”, donde bien uno puede ser el protagonista o solo un espectador.
Los principales temas que me interesan son el suspenso, la aventura, ficción, libros que tengan como tema la mitología, etc. Estos son los temas que me atraen más porque hacen que uno use la imaginación y formar en su mente las imágenes de los personajes que están en el libro. Llegar a poder escribir como C.S. Lewis o J.R.R. Tolkien es una gran aspiración pues hacen que uno mantenga la atención en sus historias.
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Álvaro Bretel

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Al escribir, ya sea un cuento o un poema, dejo revolotear ideas en mi cabeza, voy ordenándolas lo más que pueda. Cuando me siento satisfecho con el orden previo que les he dado, dejo que la espontaneidad me guíe para imprimirlas en un pedazo de papel, no me gusta borrar lo que voy escribiendo. No apunto a la perfección, no tengo mucho interés en que sea un escrito que apunte a la limpieza de ideas, me dejo guiar más por instintos y por lo que da vueltas. Si al final no me siento satisfecho con lo que pude haber creado, lo borro todo, no modifico.

Los temas que puedo llegar a tocar y abordar, no son preestablecidos. Dependen de mi estado de ánimo y de los pensamientos que puedan estar jugueteando dentro de mí. No obstante, hay temas que se pueden repetir; estos son los temas que más me atraen, entre ellos está el suicidio, violencia psicológica, la “psicodelia”, la demencia y otros más que pueden estar contenidos en lo que puedo llegar a escribir. En general, no me preocupa que los temas estén bien delimitados, me siento satisfecho si logré expresar todo lo que deseaba expresar.

El escribir para mi es la defecación del cerebro, eliminar los residuos alojados en el mismo que son inservibles para nuestro accionar diario, matizando estos residuos, dándoles una apariencia digna y amalgamándolos con los problemas individuales. Al permitir que nuestro cerebro defeque de vez en cuando, uno puede sentirse libre y respirar de manera normal nuevamente. Creo que esa es la razón fundamental por la cual escribo, liberar mi mente.
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Andrés Palacios

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Escribir, para mí, es un acto catártico. Hay algo liberador en el acto de arrastrar la pluma sobre el papel mientras se gesta un mundo paralelo al real. ¿Qué es la ficción, sino una barrera que nos separa del agobiante día a día? Cada escritor, cada artista, siente aquel anhelo en lo profundo de él mismo. Escribo para escapar de lo cotidiano, para deshacerme de pensamientos tormentosos, una purga necesaria.

El escribir se transformó de un hecho esporádico a un acto constante. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, aquello se deterioró y la escritura fue subyugada a una menguante falta de constancia y tiempo. Por ello, decidí volver a dedicar mi tiempo a lo que tanto me apasiona: la creación literaria. Ahora busco ver el desarrollo de la técnica reflejado en mis escritos y poder sentir que todo el tiempo que sublimé cada pulsión literaria dentro de mi, no pasó en vano.
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