Archivo por meses: septiembre 2006

Fanny Valladares

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Para escribir se debe aprovechar situaciones, ideas o vivencias que se presenten, que se crean que son interesantes y que te inspiren algún sentimiento.
Y escribo porque el escribir otorga libertad y poder, pues con cada historia uno puede hacer lo que quiera, no esta condicionado por nadie ni por nada.
Al igual, si se escribe sobre un hecho vivido o verídico, el autor de alguna manera vuelve en el tiempo y revive los hechos y las personas (los hace volver a hablar, reír, llorar, morir,…); además que todo está sujeto a la perspectiva del autor.
Al escribir una novela o cuento nos volvemos omnipotentes de esa realidad creada.
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César Ruiz

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Escribo porque de alguna manera practicar este oficio me permite “corregir” algunos errores o imperfecciones que hay en la realidad, en la vida real. Desear que cierto suceso haya sido de la manera en que lo escribo y no como sucedió realmente, es como un paliativo para mí, además de ser un aliciente para seguir en todo lo que implica vivir.
Esa es el principal motivo por el cual escribo. Me parece que es una fuente inagotable, ya que como seres humanos que somos estamos propensos a cometer errores, a enfrascarnos en esa tendencia tan humana de complicar las cosas, llegando incluso a la paranoia.

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Diego Martínez

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No soy una persona que escriba mucho, pienso que tal vez encajo dentro de los solo aficionados. Me parece que una buena manera de desahogar tensiones, en mi caso, es por este medio. M e gusta escribir porque siento que desahogo mis pensamientos y, aunque parezca un poco absurdo, lo tomo como en medio para conversar conmigo mismo. A través de lo que escribo, me muestro (porque no se lo enseño a nadie) lo que pienso, algo así como “una auto conversación”, sobre lo que quisiera que fuese y lo que es. Por otro lado, tal vez lo tome hasta como un tipo nuevo de relajación, así como el dibujo y la pintura también me sirven para el mismo fin: relajarme. Por último, pienso que otro motivo es de índole académica, porque cuando uno escribe (o eso es lo que pienso), tratamos de hacerlo cuidando detalles y pensando en cuál sería la mejor palabra que pueda encajar en lo que se trata de decir, y eso me obliga a buscar palabras en el diccionario y ayuda a aumentar mi léxico que, aunque no es nada vasto, poco a poco lo voy implementado. Y algo que recuerdo en este momento, es que también me gusta escribir siempre que acabo de leer una obra, tratando de imitar el estilo narrativo del autor que leí y a ver si me gusta como escribe, aunque muchas veces, siendo sincero, no acabo lo que empiezo, ya sea por tener que hacer frente a mis otras obligaciones o por simple desidia, pero eventualmente siempre escribo un poco de algo que me venga a la mente. Tal vez nunca llegue a ser un escritor (y quede como uno de mis tantos anhelos), y examinándolo bien, lastimosamente creo que es lo más probable, pero no dejaré de escribir porque lo veo como un hábito fabuloso que puede hacer a las personas desinhibirse por un momento de la realidad y vivir en una nueva y privada realidad. Sigue leyendo

Abril Cárdenas

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Escribo generalmente en las madrugadas o cuando no hay peligro de que nadie se asome por la puerta de la biblioteca a tratar de ver lo que estoy haciendo, porque estar siempre atenta a los pasos que se acercan me distrae.
Hay algo con respecto a lo que hago que lo transforma en tabú, al menos con mi familia. Sospecho que sospechan, pero ni ellos se han atrevido a dejarme en descubierto ni yo a revelarme; tal vez tenga que ver con el continuo trato de los demonios, tal vez tengo miedo de herirlos o sencillamente no quiero que se burlen de algo que creo que es bastante personal.
Escribo porque la realidad no siempre es grata y yo no siempre tengo la fuerza necesaria para empezar a cambiarla. Escribo porque soy un poco egoísta, porque esa es una manera egoísta de escapar, buscar puertas por las que solamente yo pueda salir y desconectarme unos segundos… porque puedo golpear a quien quiera, como quiera y cuanto quiera y esa persona jamás lo va a saber.
Escribo porque no soy valiente, porque me rebelo con perfil bajo ante los finales felices que involucran a chicas casándose jóvenes con el hombre sus vidas, porque esos finales (al menos en mi opinión) no existen y esa chica no tiene absolutamente nada que ver conmigo ni con mi idea de felicidad.
Pero no importa cuanto me rebele ni a qué, porque (de nuevo) no soy valiente y nadie más que el Microsoft Word o los cuadernos de años anteriores saben que lo hago escribiendo.
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Ángela Gaona

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Hola, mi nombre es Ángela, me inscribí en el taller de narrativa porque tengo una visión democrática de arte. Yo no escribo cuentos desde que era niña, ni tampoco he soñado siempre con ser una gran escritora. Si escribo, escribo versos, me agrada la poesía, no sé si mis escritos son buenos o malos porque jamás se los he enseñado a nadie. Los escribo porque a veces se me vienen imágenes a la mente que ordeno poco a poco en intricados esquemas que solo yo creo entender. Este ciclo me inscribí en este taller porque deseaba probar algo nuevo, porque deseaba explorar otro campo de la literatura en el que pudiera colocar aquellas imágenes, palabras, situaciones o simplemente ideas que apabullan a mi cerebro cada día. Nunca he escrito un cuento; sin embargo, no es porque piense que no puedo hacerlo sino porque creo que junto con la idea se debe poseer y dominar la técnica para desarrollar una buena historia y yo jamás he intentado adiestrarme en dicha tarea. Por otro lado, no hay nada que disfrute más que leer relatos, sobre todo aquellos en los que la vida de un individuo se ve de pronto afectada por un improvisto que jamás hubiéramos imaginado, como en La metamorfosis de Kafka o como en los esbozos haitianos de Monserrat Álvarez. Bueno, si hasta este punto, alguien me encuentra agradable, esa simpatía llegará a su fin con lo siguiente: yo he leído un libro de Paulo Coelho. ¿Y saben qué? Me gustó. Sigue leyendo

Milan Pejnovic

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Yo empecé a escribir porque me gustaba leer, y empecé a leer porque no me dejaban ver televisión los días de semana. Por más extraño que pueda sonar, fue lo mejor que me pudo haber pasado. Empecé a pasarme horas leyendo, muchas veces hasta bien entrada la madrugada. Cada historia se convertía en mi historia, y aunque no estuviera leyendo el libro igual pensaba en él, en lo que sucedería o en lo que el personaje principal debería hacer. Fue así como fui descubriendo lo que realmente significaba escribir. Este acto que nos ha brindado innumerables obras magistrales a través de la historia es sinónimo de poder. Es el poder de crear de la nada, de jugar a ser Dios y construir un mundo adecuado a tus gustos. Qué mejor placer que poder hacer esto y además lograr que otras personas compartan tus historias y vivan lo mismo que tú viviste mientras las escribiste. Por un momento no existirá el mundo sino tu mundo, donde todo puede pasar. Es por eso que para mi toda esa literatura que se apega mucho a la realidad no es tan entretenida. Esta se limita en vez de liberarse. Cabe agregar que yo siempre busco un mensaje que dar, ya que para mi escribir también es transmitir, y la única forma que tu mundo se convierta en el mundo del lector es que él se sienta identificado o que se de cuenta de algo que antes no sabía o no entendía. Si una obra mía logra esto, yo seré un escritor realizado y contento. Sigue leyendo

William Dodds

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¿Por qué escribo? Es una buena pregunta, y nunca me la había hecho. A decir verdad, no lo sé. Tal vez ya sea parte de la rutina, pues escribo casi todos los días desde el año 2003, desde el día en que intenté escribir una obra teatral para un show del colegio (animado por las palabras de mi profesora de inglés “Ya que tú me diste la obra del año pasado, consígueme una para el Open House de este año”). Claro que de ese intento no salió nada más que una obra fallida y que hasta el día de hoy está inconclusa, pero fue el momento en que descubrí lo mucho que me gusta escribir. Plasmar en un papel cualquier idea que pueda venirse a la cabeza suele ser una experiencia interesante, en principio por el hecho de que puedo escribir lo que sea porque “el papel todo aguanta” y luego por el hecho de sentirme en control del mundo que creo en cada una de mis obras (que, por cierto, hasta la fecha, son pocas). El hecho de haberme vuelto escritor responde a mi costumbre de niño de imaginar situaciones muy inverosímiles cada vez que estaba aburrido, y este tipo de fantasías infantiles se vieron incrementadas con la aparición de la historieta japonesa en el país, lo que me llevó a imaginar más historias que antes, pero sabiendo ahora que podía ponerlo en el papel de un modo que ya está usado, por lo que no parecería ridículo, y además, que está de moda últimamente. Escribo también porque, en un futuro, pretendo ser guionista, y me gustaría tener preparados algunas historias para ese entonces. Esto no impide que, en algún momento, publique algún libro de relatos medianamente largos. Sin embargo, a pesar de todo esto, la principal razón de que yo escriba es la más simple de todas: porque me encanta escribir. Sigue leyendo

Gabriela del Carpio

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Cuando se me viene a la cabeza la idea de escribir algo lo hago solo por pura diversión, ya que me gusta pensar que todo lo que escribo lo hago para mi misma y para nadie más excepto algunas veces donde “orgullosa de mi imaginación”se lo muestro a mis padres o a mi hermana pero a nadie mas porque seria demasiado vergonzoso tener que enseñar algo que ha salido de tu cerebro a algún extraño que de repente pueda criticar tus palabras y además porque, algunas veces, las ideas vienen de tu entorno y creo que mi familia o amigos se sentirían erróneamente o acertadamente identificados con mis palabras. Pero ya que estoy llevando este curso tendré que escribir ya no solo por diversión, sino por la necesidad de mostrar mis ideas a los demás aunque no sea tan fácil después de todo, puesto que siempre tienes gran posibilidad de que no le gustes a todos, aunque eso no sea tan importante para mi o parezcan ridículas tus palabras después. Trataré de hacerlo con más detenimiento y dándole mayor importancia, ya que el habito de escribir no es algo que se te ocurre cuando te dicen que lo tienes que hacer, sino cuando uno menos se lo espera.

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Ivette Cajacuri

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Se expresa a través de los labios, de una mirada, de una sonrisa; yo expreso a través de palabras ya conocidas, nada originales. No veo el escribir como una simple actividad, lo imagino como un medio para perpetuar en las conciencias de los lectores, quizá de sacudirlos o de lo contrario abrazarlos. Pero no todo es para ellos, no solo soy manipuladora, sino también egoísta, porque escribir me fortalece, maneja mis miedos y me hace confiar en que la vulnerabilidad no reside aquí. Es decir, creo en una mentira. Al mismo tiempo, me da la oportunidad de sentir como mis personajes, en otras palabras, de evaluar posiciones.

Cuando empecé a explorar las palabras que podían aparejarse con lo que quería transmitir, me di cuenta que las palabras, para mi, se presentan mudas en el mayor de los casos. Pero, luego pensé que ese debe ser el trabajo de un buen escritor: rasgar con las mejores armas la esfera de realidad subjetiva –me refiero a los sentimientos y sensaciones-. Esta idea se inició cuando expuse los fantasmas personales, que se irán presentando uno a uno con el tiempo.

Confieso que tengo un capricho con el alma. Siento que el alma es la parte vital de cada ser humano y que debe explorarse, trabajarse, alimentarse y criticarse. Por eso, siempre que escribo, pienso que ojalá mi texto llegue a esa parte desconocida.

Como debe ser rutinario escuchar o leer, mis textos también los lleno de lo que veo -es muy interesante ser observador mudo- y lo que imagino en ese instante. Se puede ver a dos ancianos sentados en el bus sin hacer nada y mi mente puede crear historias acerca de ellos. Mi mente puede llevarlos a una mansión, a un teatro o al mismo bus. Es un juego revitalizante.

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Andrea Villarreal

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Escribir es como pintar, si se siente, se hace. Una vez que uno comienza, no puede parar. Sin pensar, tu mano garabatea, la hoja espera. Lápiz en automático, comienzas a recibir órdenes: solo escribes. No importa para qué, las palabras son tercas y quieren salir; te obligan a dejarlas ir y ,a borbotones, empiezan a escapar. Entre tanto borrador, algo nace, nunca imaginaste que tú serías capaz de crear, pero lo hiciste.
Escribir te sorprende, te da libertad. La vida ya no es tan injusta como antes, pues te está regalando un instante de alivio. Por un momento, solo existe tu historia, solo existes tú. Eso es lo que amo de escribir, solo importa tu versión; aún si nadie quiere escucharla, una vez en papel, ya es parte del mundo, ya existe.
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