La última vez que Juan Reyes Olaechea visitó un cementerio fue a cinco días de que cumpliera nueve años, en la ceremonia de entierro de su madre, cuando detuvo a los seis hombres que llevaban el cajón, los obligó a bajarlo y con fuerza sobrehumana, aún más sorprendente por su edad, abrió la pesada tapa, contempló a su madre unos segundos, le quitó la preciosa cadena de oro del cuello y, ante la mirada atónita de todos, le besó la frente.
Después de aquello recuerda poco, imágenes salpicadas de un niño perseguido por una multitud furiosa encabezada por un cura, una tía gorda y la abuela que le pedía a gritos la cadena de oro; recuerda el rostro enloquecido de su padre, pero como una caricatura y el llanto avergonzado de sus hermanas como una mala combinación de mugidos y sirenas de policía. Y luego, se recuerda él, escondido entre los pabellones con la cadena en el bolsillo, suspirando aliviado.
Treinta años después mira fijamente la tumba de su madre y llora por dentro porque ella nunca regresó para recuperar lo que era suyo (como estaba esperando que hiciera cuando robó la cadena) y porque aunque quisiera, ya no iba a poder hacerlo. Juan Reyes Olaechea, ludópata irremediable, acababa de perderlo todo, incluso la cadena, en su última partida de póker.
“Juan Reyes Olaechea” (por Abril Cárdenas)
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Buen final por la ocurrencia del niño, pero el contexto es un poco frivolo por los innecesarios (algunas veces) detalles que en no mucho (por no decir en nada)intervienen en el cuento.
Rey: es cierto que existen variedad de detalles pero ellos conforman una atmosféra que pretende ser lúdica -juguetona- y lo logra por momentos. A mi parecer, salvo mejor opinión, si existe algún defecto observable es que el final patólogico -orientado hacia la ludopatía-debió aludirse con un poco de mayor énfasis en todo el texto previo (pasa casi completamente desapercibido y la resolución de la historia-el emerger de la historia secreta-puede parecer abrupto para muchos lectores). En todo caso la cleptomanía, se me ocurre, como un vicio mucho más consecuente con los hechos narrados. A ver qué dice Abril
discrepo con ambos. auqnue el principio y el final por un momento aprecen inconexos, me parece que el final es un final excelente precisamente por lo inesperado de la accion. Es algo que a mi, aunque pueda parecer un poco egocentrico, me tomaría páginas de páginas para hacerlo.
tal vez lo unico que cambiaria seria la parte introductoria del ultimo parrafo, mas por una cuestion de conectivdad que de estilo.
A mí también me encanta el final porque, a mi parecer, el hecho de que sea ludópata le da sentido al cuento. De otra manera, el personaje no se hubiera visto obligado a apostar algo tan importante para él, no hubiera perdido la cadena y el final no hubiera sido tan excelente. Yo veo el hecho de que sea ludópata como ese algo que le permite al personaje, aunque de forma brusca, volver a la realidad. Me explico: de niño, él le quita la cadena a su madre esperando que ella vuelva por esta, teniendo así una esperanza de que su madre retorne. El final nos da a entender de que el personaje se da cuenta de que su madre nunca volverá, no porque al crecer entendió que los muertos no vuelven, sino porque ya no tenía la cadena de su madre y ella no vendría a recuperarla. Así, el personaje comprende, a la fuerza, que su madre ya no volverá; y de golpe se pasa de la fantasía de un niño a la realidad de un adulto, obligándolo a madurar.
Por esto, discrepando con Alexis, el hecho de que sea ludópata no proviene de un trauma por la muerte de su madre y el robo de la cadena-como lo sería la cleptomanía- sino que es un agregado, pero absolutamente necesario, para que la historia pueda terminar de esta manera. Por lo que tampoco veo la necesidad de que se le tubiera que hacer anterior mención.
Me parece un cuento muy bien armado; me gustan los detalles, porque la descripción juguetona nos obliga a sentir como el niño y nos ayuda a permanecer en su mundo; y el final me parece excelente, como ya lo dije. No cambiaría nada.